PROFES: OBJETIVO
PRINCIPAL DEL NUEVO FASCISMO
ANTONIO MAESTRE
Independientemente de quién gestione la
educación en cada comunidad autónoma, la presión ejercida a través de la
opinión pública, los alumnos ideologizados, influidos por familias
reaccionarias y el contenido de redes sociales, y la presión de los partidos
filofascistas hacen pensar que el tiempo que espera al personal docente será
duro
El nuevo macartismo que está llevando a cabo Donald Trump contra todo aquel que identifique con un fantasma llamado “woke”, que no es más que una manera de etiquetar a quien crea en la diversidad, la igualdad y la justicia social, tiene como objetivo una purga ideológica que le permita homogeneizar las administraciones para llevar a cabo su plan de desdemocratización. En ese plan la educación ocupa un lugar preeminente y para ello el profesorado es su primer dique a tumbar. No tardaremos en ver cómo esas persecuciones pasan de los discursos a los hechos instaurando el miedo y la autocensura para que a nadie se le ocurra enseñar valores de respeto al prójimo y que se le ocurra sancionar a estudiantes que insulten de manera homófoba o inculquen que las personas trans tienen derecho a existir y que su vida importa.
El fascismo nunca ha desaparecido,
simplemente adopta máscaras que le permiten adaptarse a su tiempo y conseguir
con sus nuevos ropajes introducirse en las mentes de quienes rechazarían sus
formas antiguas. Pero las nuevas formas no cambian sus maneras de proceder y
siempre elige los mismos objetivos, las mismas herramientas y el mismo modo de
operar contra la alteridad y contra aquellos que señala como enemigos. Para
lograr todos sus fines es imprescindible acotar la disidencia desde sus
orígenes y por eso siempre la educación se encuentra entre sus obsesiones. No
hay expresión nueva del fascismo que no señale al profesorado como un elemento
a disciplinar.
En España es conocida la obsesión con lo que los fascistas
llaman ideología de género, que según su enferma consideración es utilizada
para adoctrinar a menores. El pin parental fue la clave de bóveda del principio
de actuación de nuestros fascistas patrios para señalar que el profesorado
estaba en cuestión y que era preciso establecer una tutela parental sobre el
trabajo de los docentes para decirles qué pueden hacer y qué es inaceptable.
Lógicamente esas campañas de acoso y derribo contra los docentes tienen
concreciones aunque no sean capaces de llevar a cabo hasta el extremo sus
políticas. Los alumnos se empapan de lo que ocurre y cualquier elemento que
puedan usar para cuestionar la autoridad del profesorado lo usarán en su
beneficio generando una sensación de incomodidad permanente en el personal
docente que les llevará a la autocensura para no tener problemas en su
desempeño laboral.
No va a mejorar la situación. Independientemente de quién
gestione administrativamente la educación en cada comunidad autónoma, la
presión ejercida a través de la opinión pública, los alumnos ideologizados,
influidos por familias reaccionarias y el contenido de redes sociales, y la
presión de los partidos filofascistas hacen pensar que el tiempo que
espera al personal docente será duro. No podrán defenderse solos y necesitarán
que quienes creen que la educación pública es el único camino efectivo para la
libertad del individuo se sitúen a su lado y ejerzan sin miedo y con coraje de
escudo contra quienes se fajan en solitario para defender desde la base nuestra
democracia y los derechos humanos más elementales. Defender hoy al profesor de
tus criaturas es asegurar que en el futuro sean independientes y libres, a
salvo del odio y la discriminación.
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