EL NEGACIONISMO CLIMÁTICO ES CRIMINAL
JUANTXO
LÓPEZ DE URALDE
Varias personas
en una de las zonas afectadas por la DANA.
Alejandro
Martínez Vélez / Europa Press.
Que no te engañen: el cambio climático en España es un problema capital. España ocupa el octavo puesto en la lista de países más afectados por fenómenos climáticos extremos en los últimos 30 años, según recoge en su última edición del Índice del Riesgo Climático Global. Es normal si pensamos que el Mediterráneo es el mar que se calienta más rápidamente. De ahí que compartamos ese dudoso ranking con Grecia e Italia. Por tanto, el negacionismo climático nos perjudica especialmente, y de forma grave. Quizás mucho más incluso que los aranceles que previsiblemente nos impondrá Estados Unidos. Desgraciadamente lo que hemos vivido con la dana de Valencia no va a ser la excepción, sino que cada vez esos fenómenos van a ser más frecuentes e intensos.
Si
ya íbamos mal en la lucha contra el cambio climático, el triunfo de Trump ha
dado alas al negacionismo, y puede suponer un golpe irreversible. Pero el
destino no está escrito si la comunidad internacional reacciona con firmeza
defendiendo las políticas climáticas, en un momento en que los eventos
meteorológicos extremos se desatan. Sin embargo, los datos son desalentadores:
de cara a la próxima Cumbre del Clima, sólo 14 de los 200 países
firmantes del Acuerdo de París han presentado a tiempo los nuevos planes
climáticos nacionales (que están obligados a presentar ante la Secretaría de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).
El
abandono del proceso multilateral de lucha contra el cambio climático anunciado
por Trump puede estar detrás de muchos de esos retrasos, pero sería una muy
mala noticia que los gobiernos tirasen la toalla en este momento. Los datos
actuales recogidos en el Convenio apuntan a que, con los compromisos actuales,
las emisiones llevarían a un aumento de más de 3º C las temperaturas medias.
Estaríamos en un escenario catastrófico según todos los informes científicos.
Por tanto,es imprescindible aumentar la ambición, y no retroceder.
Cuando
en 2017 Trump anunció durante la Cumbre del Clima de Marrakech el primer
abandono del Acuerdo de París, el resto de países reaccionaron aumentando su
compromiso climático. Sin embargo, hay señales que apuntan a que, en esta
ocasión, todo puede ser diferente, y que el debilitamiento los compromisos
puede ser mayor. Y ello a pesar de que las evidencias científicas son cada vez
más abrumadoras en el sentido de la gravedad del cambio climático
antropogénico.
La
propia Unión Europea, con una representación en sus instituciones cada vez
mayor del negacionismo ultraderechista, esta debilitando su compromiso
climático. El hecho de que la extrema derecha este representada en la propia
Comisión Europea no augura avances, sino más bien un retroceso progresivo en el
compromiso que representó el Pacto Verde. La extrema derecha ha convertido las
políticas verdes en su mayor enemigo, y está comprometida a destruirlas.
Pero
ni siquiera donde gobierna la izquierda, como en España, hay motivos para el
optimismo. Los datos apuntan a un abandono de las políticas verdes. En 2024 las
emisiones aumentaron por primera vez en años en nuestro país. Las importaciones
de petróleo han crecido casi un 5%, debido al aumento del consumo en el sector
del transporte aéreo y terrestre. En esta última legislatura ha habido una
abandono de la iniciativa legislativa ambiental. Es más, se están produciendo
retrocesos en sectores clave.
Por
otro lado, la reacción empresarial también ha sido significativa tras el
triunfo negacionista, y no para bien. Grandes empresas y fondos de inversión se
han apresurado a abandonar sus presuntos “compromisos” climáticos. Este hecho
ha puesto de manifiesto hasta que punto el discurso de sostenibilidad de muchas
empresas era muy endeble, y no iba mucho más allá del puro greenwashing. Un
verdadero compromiso por el planeta no se abandona a la primera de cambio. El
lado bueno del nuevo escenario es que ahora sabremos quiénes realmente están
comprometidos y mantienen ese esfuerzo por la sostenibilidad, y quienes
simplemente estaban en una estrategia de marketing.
Las
empresas petroleras no pueden seguir eludiendo su responsabilidad en el auge
del negacionismo criminal. Hay muchos datos que apuntan a que han sido el
combustible económico que ha alimentado el crecimiento de este fenómeno desde
hace décadas. De hecho no es baladí que el nuevo Secretario de Energía de EEUU
- Chris Wright - sea un empresario del fracking, y negacionista él mismo
del cambio climático.
No
podemos permanecer impasibles ante estos hechos. Es importante llamar a una
reacción global. El negacionismo está teniendo ya consecuencias en las
políticas concretas, y los impactos de no actuar son devastadores. Las
políticas climáticas que todavía son insuficientes, se están frenando en todo
el mundo. Contrasta con la preocupación que el cambio climático genera en la
opinión pública, tal y como las encuestas demuestran una y otra vez. Solo una
reacción popular contra ese negacionismo criminal que representan Trump y sus
seguidores puede corregir la actual deriva de abandono y destrucción de acción
climática.
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