PÓNGAME UN ALDAMA Y DOS BANDERAS
IÑIGO SÁENZ DE UGARTE
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En un país que cuenta con jueces como
Peinado y Hurtado –con esos nombres, podrían protagonizar una ‘sitcom’–, lo más
normal es tirarse a la telebasura para enterarse de cómo va la cosa judicial.
Así que el jueves por la noche me puse a ver el programa ‘Horizonte’ de Iker
Jiménez en Cuatro como quien se presenta en un juzgado para cubrir la
declaración de un testigo. No había togas, pero la diversión estaba asegurada.
Pero que no desespere nadie. “Claro que hay otras pruebas”, dijo. ¿Cuáles? Sí, claro, a ti te lo voy a contar. “Tengo que sentarme con fiscalía”, siguió. Como si lo estuviera negociando en su despacho con dos banderas. Lo mismo arroja unas migajas al fiscal para que se entretenga.
Después, utilizó lo que podríamos llamar
el comodín Ayuso. La presidenta madrileña estrenó el lunes el regreso de su
amiga del alma, Ana Rosa Quintana, al horario televisivo matinal. Tenía que
darle espectáculo, titulares, y no se le ocurrió otra cosa que afirmar que la quieren
matar, que no sabe si le han pinchado los teléfonos, que le han desaparecido
unos mensajes de WhatsApp no muy relevantes que le mandó Pedro Sánchez en 2020
en la pandemia. Parecía un programa de esos de testimonios de personas un poco
perturbadas que dan juego en televisión.
Como gran revelación, la entrevista no
tuvo mucho recorrido. Unas horas después, no aparecía por ningún lado en la web
de ABC. Para verla en El Mundo, había que bajar hasta la tercera pantalla y la
encontrabas sin foto embutida entre otras.
Aldama comentó lo que había contado
Ayuso unos días atrás. Y pasó a llorar por lo suyo. “Mi vida está en peligro”.
“De mi móvil se ha borrado la copia de seguridad del WhatsApp, pero se va a
recuperar”. Hay que ver con esta gente de WhatsApp, no dejan de hacer sufrir a
la derecha. En otras palabras, no hay mensajes nuevos que pueda hacer públicos.
Los mensajes que le enviaban los ministros están “encriptados” y habrá que
desencriptarlos, afirma. De momento, hasta podría decir que Begoña Gómez le
prometió fugarse con él a los mares del sur. ¿Quién le va a desmentir? Siempre
podrá decir que el mensaje que lo prueba está encriptado.
Aldama habló durante media hora y no contó nada que no se
supiera. “Sois un programa libre. No censuráis nada”, dijo al principio. Pero
si no había nada que censurar. La verdad es que los extraterrestres le daban
más jugo a Iker Jiménez. Eso sí, no aparecían en pantalla con dos banderas
detrás desde su despacho oficial. Eso ya es otro nivel.
Esta semana, se ha sabido que David Sánchez, el hermano del
presidente, ha renunciado a su puesto en la Diputación de Badajoz. La
investigación judicial de su contratación en 2017 continúa. Hay dos planos
distintos en este caso. El judicial avanza lentamente, ya que la jueza cree que
hay indicios de irregularidades en la creación del puesto que tenía Sánchez. El
lado político y mediático ha quedado bastante desprestigiado, porque las
críticas utilizadas por el Partido Popular han sido desmentidas por los hechos.
La fantástica fortuna de origen desconocido que se le adjudicaba
a un músico con un cargo menor en una Diputación nunca existió. El salto fue
espectacular. Pasó de superar 1,4 millones de euros a limitarse a unos ahorros
de 71.000. Todo lo que se dijo de que no pasaba por su despacho y que ni sabía dónde estaba también era falso. Se
insistió en que vivía en Portugal, no muy lejos de la frontera, como si eso
fuera un delito.
La noticia de la dimisión de Sánchez fue recibida con alborozo
por el PP. Sánchez, dimisión, ¿lo pillas? Con la misma agudeza de un
adolescente perjudicado un viernes por la noche, el partido quiso hacérselas de
gracioso: “Un Sánchez
menos. A por El Uno”. No hay que ser muy duro con
el tipo que lleva la cuenta de Twitter. Si hasta su propio número uno quiso ser
ocurrente. “Ha dimitido un
Sánchez Pérez-Castejón. Por algo se empieza”,
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