domingo, 9 de febrero de 2025

A LAS ÓRDENES DE EEUU... HASTA LA BANCARROTA MORAL

A LAS ÓRDENES DE EEUU... HASTA LA 

BANCARROTA MORAL

Pedro Sánchez está escribiendo su legado internacional: seguidismo a Estados Unidos, bancarrota moral y absurdez estratégica

DIARIO RED

 

David Canales / Zuma Press / ContactoPhoto 

Una porción notable del legado dejado por los presidentes del Gobierno es su política exterior. Así como en Estados Unidos es fácilmente reconocible el legado internacional de Biden, Obama o Bush, lo mismo ocurre en España. Felipe González es sinónimo de traición electoral y entrada en la OTAN; José María Aznar es sinónimo de Irak y de impunidad; Mariano Rajoy es sinónimo de sumisión a la Alemania de Merkel. Indudablemente, Pedro Sánchez tiene también un legado claro.

El gobierno de Sánchez formado tras las elecciones del 2023 se ha caracterizado por una premisa fundamental: el seguidismo ciego a Estados Unidos en el contexto del belicismo, la guerra y el fin de los consensos liberales. Ni más, ni menos. Sumar, además, como socio de gobierno, ha decidido no ejercer el rol de opositor interno. Demasiado tardíos contra el genocidio en Gaza, demasiado tibios (cuando no directamente belicistas) en Ucrania. Demasiado otanistas.

La consecuencia es doble: de un lado, moral, pues España ha rechazado liderar un necesario (urgente, incluso) bloque pacifista en Ucrania y antigenocidio en Gaza; del otro lado, estratégico: al no definir un perfil propio, tal como la mayoría de actores europeos, ha perdido buena parte de su capacidad de influencia en los cruciales asuntos que se habrán de debatir en los próximos doce meses, a saber: el fin de la guerra en Ucrania y los planes de limpieza étnica del sionismo en Gaza.

Donald Trump ya ha dejado claro que no cuenta con Europa para las negociaciones de paz con Rusia

Sin ir más lejos, Donald Trump ya ha dejado claro que no cuenta con Europa para las negociaciones de paz con Rusia. Él negociará con Putin y el resto tendremos que acatar. Ucrania, dependiente del hegemón y de la ayuda occidental, no puede plantear exigencias a Washington; Europa, ciertamente, no se ha ganado ese derecho, puesto que desde el inicio ha optado por una línea pro estadounidense… incluso cuando atentaba contra sus propios intereses.

Pero, más allá, el gobierno de Sánchez no tiene fuerza ni voluntad de plantear exigencias a un Trump que ya no tiene filtros al defender los intereses norteamericanos en los distintos frentes. El presidente de Estados Unidos ha exigido el control de las tierras raras ucranianas a cambio de seguir apoyando a Ucrania. En cierta medida, un win-win para el hegemón: acceso privilegiado a un recurso decisivo y prolongamiento de la guerra, con el consecuente desgaste de Rusia. Mientras tanto, los ucranianos seguirán muriendo... sin que España ni Europa se plante. Otra vez. Tal como cuando aceptaron rechazar el posible fin de la guerra en 2022 porque Joe Biden se negó.

El gobierno de Sánchez no rompió relaciones con Israel, no hizo ninguna exigencia a Estados Unidos, facilitó la llegada de armamento para el Ejército sionista

Moralmente, la cuestión de Gaza es, con toda probabilidad, la más execrable del gobierno de Sánchez en política exterior y, posiblemente, de toda su carrera política. Hizo la vista gorda, no rompió relaciones con Israel, no hizo ninguna exigencia a Estados Unidos, facilitó la llegada de armamento para el Ejército sionista… ah, y para sacar rédito electoral, reconoció (tras años de promesa incumplida el Estado de Palestina). Cuando ya era tarde; cuando ya no servía para absolutamente nada.

Hoy Donald Trump, ya desde la Casa Blanca, es frontalmente cruel: “La Franja de Gaza sería entregada por Israel a los Estados Unidos al concluir los combates. Los palestinos, gente como Chuck Schumer, ya habrán sido reasentados en comunidades mucho más seguras y hermosas, con casas nuevas y modernas, en la región”. Una limpieza étnica televisada y anunciada.

Israel Katz, ministro de Defensa del Estado sionista, añadió que “países como España, Irlanda, Noruega y otros, que han lanzado acusaciones y afirmaciones falsas contra Israel por sus acciones en Gaza, están legalmente obligados a permitir que cualquier residente de Gaza entre en sus territorios”. No conviene esperar, a riesgo de nuevas decepciones, mayor respuesta de Pedro Sánchez que una llamada abstracta a la defensa de los derechos humanos. Ni acciones concretas para aislar a Israel, ni una desmarcación del imperialismo trumpista, ni un impulso para defender a los palestinos: nada.

Pero Donald Trump ha amenazado con invadir puntos del continente americano como Panamá, ha agredido vía aranceles a otros como México y ha presionado de manera brutal a Colombia. El ejecutivo trumpista asegura que no tendrá miramientos en su agresividad con América Latina. Durante mucho tiempo, el PSOE y Pedro Sánchez han defendido que España debe ser el puente entre América Latina y Europa... una afirmación lógica. Ahora es el momento de tomar una postura y rechazar tajantemente la dialéctica brutal de Trump contra esos “países hermanos”. No hará nada.

España no es un gran hegemón, eso es evidente. Sin embargo, es un actor de cierto peso demográfico y económico en la OTAN. Si se planta contra las nuevas lógicas agresivas (¡contra la propia Europa!) de Donald Trump, podría llegar a conformar una suerte de bloque crítico con otros Estados europeos. No hará nada. Y esto es lo más preocupante. El jefe natural de la OTAN, Donald Trump, por extensión jefe de la política exterior de Sánchez está dando un giro decisivo hacia la violencia, las limpiezas étnicas y la vulneración sistemática del orden liberal.

Y el gobierno de Pedro Sánchez no pretende hacer nada; simplemente, seguir la corriente. Se trata de una decisión moralmente deleznable, políticamente cobarde y estratégicamente absurda. Cuanto más se consienta a este Estados Unidos, más exigirá de sus aliados, más brutal será su violencia en América Latina y Oriente Medio, más subordinará al mundo a los intereses del imperio. España podría jugar un contrapeso, aunque fuera humilde… pero no quiere hacerlo. Ese es el más importante legado que pretende dejar Pedro Sánchez.

 

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