LOS SEÑORES DE LA REAL FEDERACIÓN
ESPAÑOLA DE FÚTBOL
El “piquito” de Rubiales no iba de sexo, iba de poder, y del entramado de señores poderosos que durante siglos han pensado que todo era suyo: el dinero, los chanchullos, el cuerpo de las mujeres
DIARIO RED
El expresidente de la RFEF, Luís Rubiales, a la salida de la Audiencia Nacional — Eduardo Parra / Europa Press
El juicio
contra Luis Rubiales por agresión sexual y coacciones contra la futbolista y
campeona del mundo Jennifer Hermoso nos está brindando toda una clase práctica
y en tiempo real sobre feminismo, violencia sexual y poder y el concepto que lo
triangula: el consentimiento.
El lunes, durante la primera jornada del juicio, Hermoso dio una lección de claridad y pedagogía al plantear los elementos de su denuncia frente al juez y con una enorme presión mediática sobre ella. Aun así, la deportista fue capaz de explicar con enorme claridad el hecho de que fuera un beso no consentido, de narrar el cuestionamiento al que fue sometida por no cumplir el papel de “buena víctima”, y de explicar como afectaba a los hechos la situación de jerarquía y superioridad en la relación con su jefe, así como las presiones que operaron para que no siguiera adelante señalando la agresión. También fue didáctica y clara la Fiscal a cargo del caso, que desgranó la declaración planteando unas preguntas respetuosas, centradas y con conocimiento sobre el tema que se iba a enjuiciar: todo lo contrario a lo que vimos la pasada semana en el esperpento de la toma de declaración a la que fue sometida Elisa Mouliaá por parte del juez Carretero. Menos mal que hay juristas que se toman su trabajo en serio, ya que de él dependen los derechos de todas.
Las declaraciones de los
directivos de la Real Federación Española de Fútbol frente al magistrado
demuestran el Leviatán machista al qué se han enfrentado durante décadas las
deportistas de este país
Sin
embargo, la segunda jornada del proceso ha sido todavía más ilustrativa para
poner frente a la sociedad una realidad inherente a la violencia sexual que a
menudo pasa a un segundo plano: la cuestión del poder. Las declaraciones de los
directivos de la Real Federación Española de Fútbol frente al magistrado
demuestran el Leviatán machista al qué se han enfrentado durante décadas las
deportistas de este país. Una caterva de empresarios del deporte —y de lo que
surgiera— chulescos, corruptos y misóginos que desplegaron toda una operativa
para silenciar a Hermoso y salvar a Rubiales. Y lo que no sabemos.
Esa forma
de operar como grupo de poder que se cree invencible se ha demostrado, por
ejemplo, en la actitud desafiante de Luis de la Fuente, actual seleccionador,
que llegó a ser increpado por el juez tras decir que él no estaba en sede
judicial para hablar de ese tema: "Uno no elige de lo que va a hablar,
viene a responder a lo que se le pregunte..." le decía el magistrado. Del
mismo modo, la forma en la que hablan de la jugadora personajes como García
Cuervo, entonces responsable de comunicación de la entidad, dan fe del ambiente
de impunidad y de despotismo en el seno de esta institución. De hecho, el
juez ha reprendido a García Cuervo en su papel como testigo, para que se expresara
“con claridad, no con chulería” después de que el ex directivo de la RFEF le
recriminase a la abogada de la AFE, María José López, que le estaba
interrogando que no se hubiera preparado «el juicio».
Si se
bucea en los intestinos de la Federación, encontrará allí un entramado de
pelotazos, —como el de Rubiales y Piqué en Arabia Saudí—, machismo —como las
fiestas con menores en los pisos de Salobreña—, o corrupción -como casos los
protagonizados por Pablo Porta, por José Luis Roca, o Ángel María Villar, los
antecesores de Rubiales que acabaron todos compareciendo ante un juez. Y si se
sigue desmadejando el hilo de poder de la máxima autoridad del fútbol español,
(con permiso de la Liga del falangista Javier Tebas), se descubre las
ramificaciones que conectan con el bipartidismo, con el mundo empresarial y con
los contratos públicos. Y en ese caldo de cultivo, las mujeres tuvieron que
abrirse camino profesional, siempre condenadas a ser secundarias, unas
intrusas. Pero todo el mundo era conocedor de que es una institución podrida
hasta la médula. Y eso incluye a ministros de Deportes, directivos de clubes de
fútbol y por supuesto, al poder mediático que alimenta el negocio del fútbol
moderno y que las disciplinó durante décadas a través de Chiringuitos, Marcas y
Largueros.
El “piquito” de Rubiales no
iba de sexo, iba de poder, y del entramado de señores poderosos que durante
siglos han pensado que todo era suyo: el dinero, los chanchullos, el cuerpo de
las mujeres
La
violencia machista, la violencia laboral, la precariedad y el maltrato al que
se sometió durante décadas a las jugadoras de la Selección —primero con
Quereda, luego con Vilda, y siempre con esta manada de directivos— salió a la
luz junto al beso de Rubiales. Por eso a Hermoso y a quienes la acuerpan estos
días les debemos no sólo el mérito de haber explicado el consentimiento y de
haber conectado con la experiencia de violencia de millones de mujeres que nos
vimos reflejadas en aquel beso no consentido; también se le debe el coraje de
haber puesto en jaque a una organización poderosísima como es la Federación sin
que le temblara el pulso. Porque el “piquito” de Rubiales no iba de sexo, iba
de poder, y del entramado de señores poderosos que durante siglos han pensado
que todo era suyo: el dinero, los chanchullos, el cuerpo de las mujeres. Los
mismos señores poderosos que cuando tuvieron al feminismo en frente, se
resistieron con uñas y dientes a que se les arrancara ni uno solo de sus
privilegios, incluido el de agredir sexualmente a quien ellos consideren. Y en
eso Rubiales, Errejón, Alves, Domingo, Depp, Vermut o tantos otros no son tan
diferentes.
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