viernes, 7 de febrero de 2025

MIGUEL TELLADO, DESCONECTADO Y DESLEÍDO

MIGUEL TELLADO, DESCONECTADO Y DESLEÍDO

POR DAVID TORRES

 

Miguel Tellado durante un debate organizado en Sevilla, a 4 de

febrero de 2025.Rocío Ruz / Europa Press

Desde el momento en que abrieron la boca, lo mejor del rifirrafe entre Patxi López y Miguel Tellado en Sevilla fue cuando les preguntaron por un libro que hubieran leído y que los hubiera influido a la hora de hacer política. Tellado respondió con una sinceridad apabullante, para qué vamos a engañarnos. Dijo lo siguiente: “Estoy tan desconectado de los libros, desde que soy portavoz, que ya ni acumulo libros en la mesilla, porque es una renuncia absoluta en estos momentos”. Una respuesta que da para una tesis doctoral sobre la política en España, aunque, la verdad, habría que escribirla con típex.

Por el estupor con que la recibió, se veía claramente que a Tellado la pregunta le pilló con la guardia baja. Había acudido a un acto llamado “Letras en Sevilla” y esperaba que le preguntaran por el abecedario en general, como mucho, no por esa manía que tienen las letras de juntarse para formar palabras y las palabras de acoplarse una detrás de otra hasta esculpir párrafos. Daba la impresión de que tiempo atrás Tellado tenía una cordillera bibliográfica junto a la cama y de que leía libros enchufándolos directamente a las gafas, al estilo de Homer Simpson, quien en un episodio llegó a adquirir un léxico monumental mediante el procedimiento de escuchar una cinta de radiocasete mientras dormía. El caso es que Homer pretendía adelgazar, pero al proveedor se le acabaron las cintas hipnóticas para calmar el apetito y se la cambió por otra para adquirir vocabulario.

Esta décima edición de “Letras en Sevilla” reunía a más de veinte ponentes para discutir un tema de rabiosa actualidad: “Políticos, ¿solución o problema?” Con una sola frase, Tellado eliminó la disyuntiva. Sin embargo, se conoce que nadie le hizo caso, ya que, de habérselo hecho, podían haberse ahorrado un montón de diálogos, conferencias y discusiones e irse directamente a tomar vinos. Hace muchos años, durante mi servicio militar en Burgos, escuché una réplica similar a la de Tellado, una sentencia interrogativa de profundidad abisal cuando le propusimos a un sargento que nos permitiera enseñar a leer a unos cuantos reclutas analfabetos: “¿Y para qué quieren leer, si yo sé y no leo?” Imagino que, a estas alturas, aquel sargento bien podría haber llegado a general o, al menos, a portavoz de un partido político.

Más curiosa aún que la honestidad con que la contestó, fue la manera en que Tellado no acabó de entender la pregunta. Le pedían únicamente que citara un libro, un libro que hubiera leído alguna vez y que hubiera determinado su vocación política. Podía haber dicho el Quijote, el padre de todas las novelas habidas y por haber, pero ¿y si luego le preguntaban de qué iba? Lo mismo le tomaban por Alonso Quijano, metido a político para desfacer entuertos después de que se le secaran los sesos por tanta lectura. Mejor que le tomaran por el cura o el barbero. También se habría visto en un brete parecido en el caso de responder el catecismo, un tebeo de Roberto Alcázar y Pedrín o un cuaderno de ortografía.

Personalmente, me fascina el giro de 180 grados con que Tellado pasó de militar durante su juventud en una organización nacionalista gallega de izquierdas a militar en la derecha nacionalista española de toda la vida. Está claro que ninguna lectura le influyó a la hora de ese cambio de óptica radical, ni siquiera, aunque fuese por curiosidad, una novela rosa de Corín Tellado, con quien comparte apellido. Más bien fueron su alergia y su impermeabilidad ante la literatura las que lo han llevado a lo más alto de la política. Por lo demás, este espectacular bandazo ideológico podría resumirse en una paráfrasis de la primera frase de La metamorfosis, de Franz Kafka: “Cuando Miguel Tellado se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en portavoz del PP en el Congreso”.

 

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