MIGUEL TELLADO,
DESCONECTADO Y DESLEÍDO
POR DAVID
TORRES
Miguel Tellado
durante un debate organizado en Sevilla, a 4 de
febrero de 2025.Rocío Ruz / Europa Press
Desde
el momento en que abrieron la boca, lo mejor del rifirrafe entre Patxi López
y Miguel Tellado en Sevilla fue cuando les preguntaron por un libro que
hubieran leído y que los hubiera influido a la hora de hacer política. Tellado
respondió con una sinceridad apabullante, para qué vamos a engañarnos. Dijo lo
siguiente: “Estoy tan desconectado de los libros, desde que soy portavoz, que
ya ni acumulo libros en la mesilla, porque es una renuncia absoluta en estos
momentos”. Una respuesta que da para una tesis doctoral sobre la política en
España, aunque, la verdad, habría que escribirla con típex.
Por el estupor con que la recibió, se veía claramente que a Tellado la pregunta le pilló con la guardia baja. Había acudido a un acto llamado “Letras en Sevilla” y esperaba que le preguntaran por el abecedario en general, como mucho, no por esa manía que tienen las letras de juntarse para formar palabras y las palabras de acoplarse una detrás de otra hasta esculpir párrafos. Daba la impresión de que tiempo atrás Tellado tenía una cordillera bibliográfica junto a la cama y de que leía libros enchufándolos directamente a las gafas, al estilo de Homer Simpson, quien en un episodio llegó a adquirir un léxico monumental mediante el procedimiento de escuchar una cinta de radiocasete mientras dormía. El caso es que Homer pretendía adelgazar, pero al proveedor se le acabaron las cintas hipnóticas para calmar el apetito y se la cambió por otra para adquirir vocabulario.
Esta
décima edición de “Letras en Sevilla” reunía a más de veinte ponentes para
discutir un tema de rabiosa actualidad: “Políticos, ¿solución o problema?” Con
una sola frase, Tellado eliminó la disyuntiva. Sin embargo, se conoce que nadie
le hizo caso, ya que, de habérselo hecho, podían haberse ahorrado un montón de
diálogos, conferencias y discusiones e irse directamente a tomar vinos. Hace
muchos años, durante mi servicio militar en Burgos, escuché una réplica similar
a la de Tellado, una sentencia interrogativa de profundidad abisal cuando le
propusimos a un sargento que nos permitiera enseñar a leer a unos cuantos
reclutas analfabetos: “¿Y para qué quieren leer, si yo sé y no leo?” Imagino
que, a estas alturas, aquel sargento bien podría haber llegado a general o, al
menos, a portavoz de un partido político.
Más
curiosa aún que la honestidad con que la contestó, fue la manera en que Tellado
no acabó de entender la pregunta. Le pedían únicamente que citara un libro, un
libro que hubiera leído alguna vez y que hubiera determinado su vocación
política. Podía haber dicho el Quijote, el padre de todas las novelas habidas y
por haber, pero ¿y si luego le preguntaban de qué iba? Lo mismo le tomaban por
Alonso Quijano, metido a político para desfacer entuertos después de que se le
secaran los sesos por tanta lectura. Mejor que le tomaran por el cura o el
barbero. También se habría visto en un brete parecido en el caso de responder
el catecismo, un tebeo de Roberto Alcázar y Pedrín o un cuaderno de
ortografía.
Personalmente,
me fascina el giro de 180 grados con que Tellado pasó de militar durante su
juventud en una organización nacionalista gallega de izquierdas a militar en la
derecha nacionalista española de toda la vida. Está claro que ninguna lectura
le influyó a la hora de ese cambio de óptica radical, ni siquiera, aunque fuese
por curiosidad, una novela rosa de Corín Tellado, con quien comparte apellido.
Más bien fueron su alergia y su impermeabilidad ante la literatura las que lo
han llevado a lo más alto de la política. Por lo demás, este espectacular
bandazo ideológico podría resumirse en una paráfrasis de la primera frase de La
metamorfosis, de Franz Kafka: “Cuando Miguel Tellado se despertó una mañana
después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en
portavoz del PP en el Congreso”.
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