DESOKUPA ES SÓLO LA
PUNTA DEL ICEBERG
POR
ALEJANDRA JACINTO
Cientos de personas durante una manifestación por una vivienda digna, en Madrid.Matias Chiofalo / Europa Press
La
actual crisis de emergencia habitacional que atravesamos, provocada por un
mercado inmobiliario absolutamente asalvajado e intervenido a favor de quienes
tienen intereses especulativos, está provocando un ecosistema en el que
proliferan múltiples formas de abuso inmobiliario. Abusos que van desde de
trocear viviendas que no cuentan ni con condiciones de habitabilidad para
subarrendar habitaciones en verdaderas condiciones de hacinamiento, hasta
promocionar prácticas éticamente repugnantes y penalmente reprochables como
adquirir viviendas con “bicho dentro”, a los que se trata de desahuciar a
través de métodos ilegales.
Los
“bichos” suelen ser familias en situación de vulnerabilidad que no tienen otro
sitio mejor donde vivir, si no ¡de qué iban a permanecer en esas condiciones
habitacionales y de inseguridad residencial!
“Se busca vivienda para invertir”, “ Oportunidad inmobiliaria”, “María y Juan buscan piso urgente por esta zona”, “Se vende vivienda con okupa dentro”; estos son algunos de los anuncios que podemos encontrar en el parabrisas de nuestro coche, en el buzón de nuestro portal o incluso en páginas web de reconocidas inmobiliarias.
La
picaresca rentista no tiene límites ni escrúpulos. Aunque creo que debemos
dejar de llamarle picaresca pues pareciera que le quita hierro a lo que son
comportamientos y actuaciones, en muchos casos, delictivos. De hecho, en los
últimos tiempos no han dejado de proliferar empresas que dicen dedicarse a la
mediación y ofrecen servicios exprés para conseguir desalojar viviendas de
forma eficiente. Ofrecen incluso un cien por cien de garantía de éxito. ¿Cómo
logran el éxito? Amenazando, coaccionando y haciendo la vida imposible a
quienes habitan en la vivienda, normalmente con contratos de alquiler cuyo
impago ha sido provocado por el propio propietario para colocar al inquilino en
una situación de lo que ellos denominan “inquiokupación”. Un concepto que no
existe ni en la RAE ni en la legislación penal o civil. Un nuevo calificativo
que busca criminalizar a aquellos inquilinos “poco rentables” que, o bien no
pueden pagar el alquiler al ser víctimas de subidas desorbitadas, o a los que
el casero -a menudo un multipropietario que se dedica a la promoción y gestión
inmobiliaria- ha extinguido el contrato de arrendamiento y ha dejado de
cobrarles el alquiler como estrategia para provocar un impago, encontrar la
justificación para poder echarles y poner de nuevo un anuncio de “vivienda en
alquiler” pidiendo el doble del precio.
Lo
cierto es que el negocio del miedo parece inflar cada vez más cuentas de
resultados, pues no dejan de proliferar todo tipo de empresas cuyo negocio
radica, precisamente, en infundir y difundir la sensación de que tu vivienda
puede ser okupada en cualquier momento. Y todo ello, a pesar de que el número de
okupaciones lleva dos años cayendo y es un problema residual que afecta al
0,057% del parque de viviendas. Sin embargo, tal y como recoge la última
encuesta de 40db, la percepción ciudadana del problema es 893 veces
mayor de lo que es y la sensación generalizada es que afecta a uno de cada dos
españoles.
El
negocio del miedo funcionando a pleno rendimiento. Y es que no es para menos
teniendo en cuenta el bombardeo continuo de propaganda y anuncios de empresas
como Securitas Direct, Alquiler Seguro, Agencia Negociadora
del Alquiler, o incluso de aseguradoras de reconocido prestigio que
utilizan técnicas de publicidad engañosa para ofrecer coberturas que,
jurídicamente, no se pueden cubrir. Conviene recordar que si alguien “okupa” el
domicilio de otra persona, tu casa, no es ni un inquiokupa ni un okupa, es un
caso de allanamiento de morada que conlleva el desalojo inmediato cuyo “riesgo”
no está entre las coberturas ofrecidas. Si a esto le sumamos horas y horas de
tertulias alertando sobre este fenómeno tenemos el resultado que tenemos: una
cortina de humo perfecta para no hablar de las causas que subyacen a la
problemática real y generalizada de la población: la falta de acceso a la
vivienda. Un negocio redondo.
Y
tan redondo como que portales inmobiliarios como Idealista en su propia
web difunden estos consejos: “Beneficios de comprar un piso okupado de un
banco” ( sí, aquí se les ve el plumero y se les escapa que normalmente los
pisos que se “okupan” suelen ser viviendas vacías en manos de entidades financieras.
De hecho, suelen ser viviendas que quedaron vacías tras desahuciar a familias
víctimas de ejecuciones hipotecarias, pero esto da para otro artículo). Como
decía, en una búsqueda rápida en Idealista, podemos encontrar los
siguientes consejos:
“Hay
algunos beneficios de comprar pisos de banco con okupas:
-Las
viviendas okupadas suelen venderse por un precio más bajo que las viviendas
vacías, ya que los vendedores pretenden deshacerse de ellas lo antes posible.
-Las
viviendas con okupas pueden ser una buena inversión si se compran a un precio
más bajo, después se rehabilitan y posteriormente se venden o alquilan.
-Pueden
ser una buena opción para las personas que quieren comprar una vivienda, pero
no tienen tiempo ni dinero para rehabilitarla, siempre que los okupas la hayan
dejado en buen estado”.
Así
que sí, si eres un inversor, lo que más te conviene es comprar una casa “con
bicho dentro”, y como la justicia va tan lenta y se protege tanto al vulnerable
– nótese la ironía o simplemente de un paseo por su barrio- lo mejor que puedes
hacer es contratar a alguna empresa de “desokupación” por unos tres mil euros,
que ya se encargarán ellos de desalojar a quien viva allí aunque para eso haya
que tirar de amenazas, coacciones y acoso inmobiliario que, por cierto, es un
subtipo agravado de coacción cuando estas se realizan sobre el domicilio
habitual de una persona, artículos 172 y 173 del Código Penal.
La
rentabilidad está asegurada, tan es así que a Daniel Esteve le han
salido imitadores y hoy en día podemos encontrar múltiples empresas como
Desokupacyl, Bastión Desokupación, Desokupalcarria, etc, que
todas tienen algo en común a la Desokupa original: sus miembros parecen
sacados de American History X. Dicen dedicarse a la “mediación”
inmobiliaria y fíjate tú lo que median, que garantizan que el resultado de la
mediación sea un desalojo forzoso sin orden judicial y al margen del Estado de
derecho con la presunta comisión de delitos mediante. La ilustración perfecta
de aquello de “tomarse la justicia por su mano”. Infalible.
Todo
este entramado tiene, no obstante, algunas grietas. Los comportamientos
abusivos, el mobbing inmobiliario, las prácticas mafiosas, la publicidad
engañosa, la especulación en su máxima expresión, tienen cada vez una mayor
respuesta, repulsa y denuncia por parte de la ciudadanía, como se vio el pasado
domingo en la manifestación por el derecho a la vivienda en Madrid. Ahora sólo
nos falta que algún juez justo una la línea de puntos, siga la pista del dinero
y califique a estos pícaros como lo que, presuntamente, son: organizaciones
criminales.
Basta
ya de abusos e impunidad.
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