domingo, 16 de febrero de 2025

POLICÍA Y NUMISMÁTICA

POLICÍA Y NUMISMÁTICA

POR ANIBAL MALVAR

 

Un agente de la Policía Nacional en la Puerta del Sol (Madrid).

Europa Press / Eduardo Parra

A todos los polis y picoletos honrados, que son multitud

Resulta que sí hay gente de Vox que ayuda a nuestros sinpapeles, a pesar de lo que proclama este panfleto infame en el que escribo. Son españoles de bien, defensores de la patria y la bandera, que un día aplauden el saludo hitleriano de Elon Musk pero al siguiente ayudan al necesitado independientemente del color de su piel, su procedencia, su religión, su edad y su sexo. Son cristianos de bien, y quizá por eso no siempre son comprendidos por la sociedad y las autoridades laicas. Incluso, en ocasiones, se les persigue.

Un policía nacional, ex coordinador de Vox en Alicante y miembro aun muy activo del piadoso partido verde, ha sido detenido esta semana. Destinado en la Brigada de Extranjería y Fronteras de la Comisaría Provincial, su pecado es agilizar las citas y las cartas de invitación (laborales, familiares…) a los desamparados asilados que llamaban a su puerta en busca de un futuro mejor en nuestro país. Cómo no enternecerse.

Fuera de servicio, este agente no dedicaba sus ocios a la familia y amigos, a las tragaperras o al mus, a la poesía de Keats o a la filatelia. Por lo que se desprende de la investigación de Asuntos Internos, el tiempo libre de este honesto policía se centraba en la atención a los pobres asilados y a la numismática. Se desvivía por la acción humanitaria y por el coleccionismo de monedas, o sea. Y, al parecer, compaginaba excelentemente ambas aficiones. Agradecidos, los asilados le ofrecían monedas, billetes y hasta fajos, que también se coleccionan. Cómo iba este policía generoso a despreciárselos. Sería un insulto casi racista.

Hace pocos meses, fue también detenido injustamente otro honesto policía dedicado a esa nueva forma de numismática que se especializa en el coleccionismo de fajos. El jefe de la sección de Delitos Económicos de Madrid, Óscar S.G., almacenaba 20 millones de euros en falsas paredes y techos de su dulce hogar. Cada uno esconde sus colecciones donde quiere, señores jueces. Estamos en democracia. Y la amenaza de los okupas es creciente, como sabemos por los anuncios. Ningún español deja una colección de 20 millones de euros a la vista de cualquier posible intruso. Preguntadle a vuestros familiares y amigos si se han ido de fin de semana y han dejado 20 millones encima de la mesilla de noche alguna vez. Cualquiera con dos dedos de frente, y más si es jefe de policía, pone un falso techo y se va de finde más tranquilo. Creo que no hace falta decir más.

Yo no sé si será culpa de las redes, pero últimamente me llegan al año más casos de presunta corrupción policial que en toda mi carrera de vagabundo reportero. Quizá se empieza a romper el silencio mediático sobre la corrupción policial, según huele mi olfato de sabueso en el ambiente. Pero, a pesar de su frecuencia, se siguen analizando los casos como aislados. Y tampoco se profundiza mucho en ellos. Ni muchos medios quieren ni a los otros medios nos dejan. Si te mandan a la bofia en cuanto tienes una prueba de corrupción policial, te queda poco tiempo para el análisis. En este periódico lo sabemos muy bien.

El 24 de junio de 2016, la Policía Judicial asaltó la redacción de Público para exigir “las grabaciones de las polémicas conversaciones destapadas en exclusiva por este diario en las que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso, conspiraban contra líderes de formaciones independentistas catalanas”, según contaba la crónica del día. Con el GAL, es el caso de corrupción policial inspirado desde las jefaturas gubernamentales más pinturero de nuestra ejemplar democracia. Aquella mañana de junio en que Público se convirtió en el escenario de un presunto crimen, la policía judicial se había olvidado de la orden judicial, lo que rompió mucho el charme, a la par que cierta legalidad. Tengo yo un despiste así, y no me puedo echar la siesta.

Díaz y Alfonso compraban (ay, presuntamente) policías para esos trabajos. Corrompían policías y guardias civiles: los seducían para delinquir a sabiendas. A cambio, por supuesto, de numismáticas compensaciones. Lo añado por regresar al fascinante universo del coleccionismo. Es normal que esa corrupción se haya ido filtrando capas abajo. Si tu jefe lo hace, tú también lo puedes convertir en cotidianeidad.

Solo en Sevilla. Últimamente. Varios casos aislados se acumulan. Septiembre de 2024: cinco agentes de la Policía Nacional pasan a disposición judicial por tráfico de drogas. Prisión sin fianza. Febrero de 2025: tres guardias civiles detenidos por presuntos delitos de cohecho y revelación de secretos en beneficio de redes de narcotráfico.

Ya digo que no sé si este afloramiento de corrupciones policiales se debe a la acción social, a las redes, a un rollo trending, a la casualidad o solo a la numismática. Hace un par de años, el CIS difundió que el 38,5% de policías y guardias civiles votan a Vox y otro 21% al PP. Pero no creo adecuado relacionar el crecimiento de la derechización en nuestras fuerzas de seguridad con su corruptibilidad. Derecha y corrupción son antitéticos, como bien demuestra la historia reciente de nuestra España.

 

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