POLICÍA Y
NUMISMÁTICA
POR
ANIBAL MALVAR
Un agente de la Policía Nacional en
la Puerta del Sol (Madrid).
Europa Press / Eduardo Parra
A
todos los polis y picoletos honrados, que son multitud
Resulta
que sí hay gente de Vox que ayuda a nuestros sinpapeles, a pesar de lo
que proclama este panfleto infame en el que escribo. Son españoles de bien,
defensores de la patria y la bandera, que un día aplauden el saludo hitleriano
de Elon Musk pero al siguiente ayudan al necesitado independientemente
del color de su piel, su procedencia, su religión, su edad y su sexo. Son
cristianos de bien, y quizá por eso no siempre son comprendidos por la sociedad
y las autoridades laicas. Incluso, en ocasiones, se les persigue.
Un policía nacional, ex coordinador de Vox en Alicante y miembro aun muy activo del piadoso partido verde, ha sido detenido esta semana. Destinado en la Brigada de Extranjería y Fronteras de la Comisaría Provincial, su pecado es agilizar las citas y las cartas de invitación (laborales, familiares…) a los desamparados asilados que llamaban a su puerta en busca de un futuro mejor en nuestro país. Cómo no enternecerse.
Fuera
de servicio, este agente no dedicaba sus ocios a la familia y amigos, a las
tragaperras o al mus, a la poesía de Keats o a la filatelia. Por lo que se
desprende de la investigación de Asuntos Internos, el tiempo libre de este
honesto policía se centraba en la atención a los pobres asilados y a la
numismática. Se desvivía por la acción humanitaria y por el coleccionismo
de monedas, o sea. Y, al parecer, compaginaba excelentemente ambas aficiones.
Agradecidos, los asilados le ofrecían monedas, billetes y hasta fajos, que
también se coleccionan. Cómo iba este policía generoso a despreciárselos.
Sería un insulto casi racista.
Hace
pocos meses, fue también detenido injustamente otro honesto policía dedicado a
esa nueva forma de numismática que se especializa en el coleccionismo de fajos.
El jefe de la sección de Delitos Económicos de Madrid, Óscar S.G., almacenaba 20 millones de euros en falsas paredes
y techos de su dulce hogar. Cada uno esconde sus colecciones
donde quiere, señores jueces. Estamos en democracia. Y la amenaza de los okupas
es creciente, como sabemos por los anuncios. Ningún español deja una colección
de 20 millones de euros a la vista de cualquier posible intruso. Preguntadle a
vuestros familiares y amigos si se han ido de fin de semana y han dejado 20
millones encima de la mesilla de noche alguna vez. Cualquiera con dos dedos de
frente, y más si es jefe de policía, pone un falso techo y se va de finde más
tranquilo. Creo que no hace falta decir más.
Yo
no sé si será culpa de las redes, pero últimamente me llegan al año más
casos de presunta corrupción policial que en toda mi carrera de vagabundo
reportero. Quizá se empieza a romper el silencio mediático sobre la corrupción
policial, según huele mi olfato de sabueso en el ambiente. Pero, a pesar de su
frecuencia, se siguen analizando los casos como aislados. Y tampoco se
profundiza mucho en ellos. Ni muchos medios quieren ni a los otros medios nos
dejan. Si te mandan a la bofia en cuanto tienes una prueba de corrupción
policial, te queda poco tiempo para el análisis. En este periódico lo sabemos
muy bien.
El
24 de junio de 2016, la Policía Judicial asaltó la redacción de Público para
exigir “las grabaciones de las polémicas conversaciones destapadas en exclusiva
por este diario en las que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz,
y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso,
conspiraban contra líderes de formaciones independentistas catalanas”, según
contaba la crónica del día. Con el GAL, es el caso de corrupción policial
inspirado desde las jefaturas gubernamentales más pinturero de nuestra ejemplar
democracia. Aquella mañana de junio en que Público se convirtió en el
escenario de un presunto crimen, la policía judicial se había olvidado de la
orden judicial, lo que rompió mucho el charme, a la par que cierta
legalidad. Tengo yo un despiste así, y no me puedo echar la siesta.
Díaz
y Alfonso compraban (ay, presuntamente) policías para esos trabajos. Corrompían
policías y guardias civiles: los seducían para delinquir a sabiendas. A cambio,
por supuesto, de numismáticas compensaciones. Lo añado por regresar al
fascinante universo del coleccionismo. Es normal que esa corrupción se haya
ido filtrando capas abajo. Si tu jefe lo hace, tú también lo puedes
convertir en cotidianeidad.
Solo
en Sevilla. Últimamente. Varios casos aislados se acumulan. Septiembre de 2024:
cinco agentes de la Policía Nacional pasan a disposición judicial por tráfico
de drogas. Prisión sin fianza. Febrero de 2025: tres guardias civiles detenidos
por presuntos delitos de cohecho y revelación de secretos en beneficio de redes
de narcotráfico.
Ya
digo que no sé si este afloramiento de corrupciones policiales se debe a la
acción social, a las redes, a un rollo trending, a la casualidad o solo
a la numismática. Hace un par de años, el CIS difundió que el 38,5% de
policías y guardias civiles votan a Vox y otro 21% al PP. Pero no creo
adecuado relacionar el crecimiento de la derechización en nuestras fuerzas de
seguridad con su corruptibilidad. Derecha y corrupción son antitéticos, como
bien demuestra la historia reciente de nuestra España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario