LA VISITA(NARRATIVA)8
DUNIA SANCHEZ
No quiero ser consciente de este presente. Hoy a mediados de febrero devuelvo mis ojos a todo transeúnte que sube en este vehículo. Miramos los móviles como si nuestra pendiera de ella. Miradas cabizbajas , fijas, quietas a como evoluciona un rectángulo que nos dicta la era que vendrá. Sordos, nos batimos en la nada, en el vacío. Falta emoción, falta la mano humana, el trato de la existencia como seres de este planeta. Somos por condición innata sociables, pero, los espejos del hoy nos lleva a un aislamiento que hace un pasadizo oscuro hasta que una mirada se cruza con otra. Me entra frío aunque el sol brille en su aposento más álgido. Y necesitamos calor, mucho calor para que nuestras manos se unan como fortaleza a un espíritu libre, esperanzador, crítico. Penetro en mi persona y olisqueo el abismo de mi soledad. Un mundo de gentes solas y asiladas. Tenemos que sentir, sencillamente. Destruir esos candados que no deja entrar la palabra en las sombras que nos atraen, que nos seduce. En su recorrido hasta la estación se fijó en los que entran , en los que salen…en los que salen, en los que entra. Todos con la misma postura. Con ese modo peculiar del siglo XXI de insonorizarnos a otros. Mientras sus ojos vibran en cada persona, en cada postura piensa en el trabajo que ha de realizar en los montes sagrados. Hace un recorrido esquemático por la historia del mundo y todo se repite. Ya nuestros ancestros ante de cristo sabían del firmamento, de sus condiciones, de sus movimientos e iban construyendo sus pueblos en torno a ese dios sagrado llamado sol. Tenían una conexión espiritual más allá de este mundo, el más allá de nuestra atmósfera los atraía como inducidos a sus vivencias. Así giraban, entorno a los equinoccios, a los solsticios como ejemplo de cosecha, de lluvias , de un clima yermo para la subsistencia.
Y
adivinaban. Y acertaban. Es asombroso el ingenio humano en siglos atrás hasta
que todo se oscureció con la llegada del cristianismo. Un apagón que nos llevó
a un retroceso, a un parón que ahora intentamos recuperar en ciertas zonas de
esta esfera ¡ Oh, cielo divino¡ traes el alimento para el hacer cotidiano. Y le
hacían homenajes, tan magnánima que aun queda de sus arquitecturas, esas
estructuras en cada cultura distante una de otras y con una respiración en
común, el universo. Y en todos estos años , qué hemos aprendido, guerras
estúpidas, opresión obsesiva, matanzas convulsas que nos lleva a lo aberrante,
a lo tétrico, a lo horrible que somos. Se baja de la guagua, ya ha llegado a la
estación y un hondo suspiro la conmueve, ve dos chicos besarse, ve dos chicas
besarse, ve un chico y una chica besarse y considera que eso es la belleza en
ese preciso momento, todo un instante que se vuelve eterno hasta que la muerte
nos separe de lo terrenal y nos lleve con onda y energía lejos, muy lejos donde
la materia , lo material no tiene cabida. Y ese momento lo desvía de su mirada
, ensimismada en sus cavilaciones. Ella, sola. Sí, sola en la época de los
solitarios. Mira el cielo ¡ Oh, cielo divino¡ traes la condición de nuestro
mañana…un mañana incierto, algo estropeados, algo corroídos, algo
insostenibles, pero con la fuerza suficiente para equilibrar el todo. Todo este
todos que nos absorbe en un futuro mejor, más elocuente a las manos unidas. Sí,
las manos unidas para desbarajuste de estos días, de esta contradicción que nos
ampara.
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