domingo, 2 de febrero de 2025

PÁNICO EN GÉNOVA 13

PÁNICO EN GÉNOVA 13

POR SATO DÍAZ

 

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, llega a una reunión del

Comité Ejecutivo de su partido.Europa Press

Cuando este jueves Angela Merkel salió a la escena pública para abroncar al candidato de la CDU, Friedrich Merz, por aceptar el apoyo de la ultraderecha alemana, la AfD, en una votación, sobrevino un halo de añoranza. "Creo que es un error permitir así, por primera vez, una mayoría con los votos de la AfD en una votación en el Bundestag alemán", la excanciller no tuvo pelos en la lengua al criticar al líder de su partido que se enfrenta a unas cruciales elecciones en apenas tres semanas. En la calle Génova de Madrid, en el número 13, se escuchó un grito.  

Con Donald Trump sentado, de nuevo, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, todos los ojos miran hacia Berlín en este frío mes de febrero que comienza. El día 23, Alemania está llamada a las urnas para elegir a sus representantes en el Bundestag (el Parlamento Federal) los próximos años. Las encuestas sitúan a la conservadora CDU (en coalición con la bávara CSU) en cabeza, mientras que en segundo puesto están los ultras de la AfD, con claras filias neonazis. Los socialdemócratas, en tercer puesto, serían la garantía de que la AfD no llegue al gobierno facilitando una gran coalición gubernamental con conservadores. El cordón sanitario a los ultras en Alemania siempre ha funcionado, hasta esta semana.

Las derechas tradicionales sucumben al empuje ultra en todo el mundo, siguiendo como ejemplo la mutación del Partido Republicano estadounidense. En cada vez menos lugares, los populares son una primera opción en su batalla con la extrema derecha. Italia, Francia, Hungría, Argentina, Países Bajos... los ejemplos cada vez son más numerosos. En este contexto, el PP español ve cómo en su flanco derecho, Vox se consolida como la tercera fuerza del Estado y se aprovecha de la coyuntura internacional y del descrédito de la política auspiciado por nuevas artimañas comunicativas para mejorar sus expectativas electorales.  

Al PP, al contrario que a la CDU, el cordón sanitario le duró nada y menos. En cuanto el partido de Santiago Abascal irrumpió en el Parlamento de Andalucía con 12 diputados allá por el mes de diciembre de 2018, Juan Manuel Moreno Bonilla se afanó en valerse de los votos de Vox para ser investido presidente y gobernar en coalición con Ciudadanos. En Castilla y León entrarían los ultras a gobernar por primera vez, sería de la mano del PP de Alfonso Fernández Mañueco en 2022. 

Tras las elecciones autonómicas del 2023, la alianza quedó más que sellada. Precisamente fue Carlos Mazón, en el País Valencià, el primero que anunció su acuerdo con la ultraderecha. Después, un goteo de gobiernos autonómicos de coaliciones de derechas se fueron formando. Gobiernos que no duraron demasiado, por cierto, dotando de una gran inestabilidad institucional a todos estos territorios. En julio de 2024, Vox rompió todas las coaliciones de gobierno autonómicas aduciendo como excusa discrepancias en política migratoria, el mismo motivo que ha llevado a votar conjuntamente a la CDU y la AfD en Berlín esta semana. Las políticas xenófobas y racistas de la ultraderecha se han acabado imponiendo

En la calle Génova número 13, sede estatal del PP, la reaparición de Angela Merkel, por tanto, no ha debido de gustar mucho. Pronto hará tres años desde que Alberto Núñez Feijóo llegó al despacho noble del edificio, desde que tomó posesión como presidente nacional del partido tras la defenestración exprés de Pablo Casado. Un Feijóo que venía a moderar el partido y a gobernar y no ha logrado, en este trienio, ni lo primero, ni lo segundo. En la campaña de las generales del julio de 2023, el candidato gallego se fue desinflando hasta perder un gobierno que parecía asegurado. Hoy, los vaivenes del PP demuestran las inseguridades de un líder que entra pánico cuando ve cómo Vox le come el terreno por su derecha.

Esta semana, Feijóo reculaba e imponía en el partido, a pesar de las discrepancias internas, cambiar el sentido del voto y apoyar, ahora sí, el decreto ómnibus del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Posicionarse en el Congreso a favor, por tanto, de la  revalorización de las pensiones, justo lo contrario que hizo el PP la semana pasada. Feijóo no ha querido quedarse solo junto a Vox enfrentado a los pensionistas, aunque ya ha recibido las críticas de Abascal por votar junto a Sánchez, quien le ha acusado de ser incapaz de hacer oposición. 

Feijóo sabe que no tendrá muchas más oportunidades de llegar a la Moncloa y eso genera nerviosismo en Génova 13, el cual se escenifica con vaivenes y estridentes improvisaciones. Y también sabe que, de conseguirlo, tendrá que ser de la mano de Vox, llevando a la ultraderecha hasta el Consejo de Ministros, o comiéndole mucho terreno a Vox para que le de una hipotética suma con un PNV, con quien la brecha se ha hecho insalvable estas semanas, yv con Junts.  La inestabilidad de la legislatura juega a su favor para mantenerse al frente del PP, pues existe una sensación de que podría precipitarse todo en un momento y haber elecciones anticipadas. Pero si Sánchez lograra aprobar unos Presupuestos, la legislatura se alargaría y eso jugaría en contra de Feijóo. 

Pánico en Génova 13. Ya hay voces en los mentideros madrileños y en las tertulias de los medios conservadores que sugieren un cambio de liderazgo, un liderazgo que pueda reunificar la derecha y sea del gusto del electorado popular y del de Vox... Y muchas miradas se dirigen hacia la Puerta del Sol, hacia la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso.

 

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