CLANDESTINIDAD
JOSU AIZPURUA
No sé hasta dónde
llega nuestro juvenil juramento a la ikurriña ni las vivencias que tuvimos
hasta el 1978, fecha en que, ya con Constitución, aquella maraña de
fascismo-franquista dejaba de tener “legalidad” y que nos obligaba a vivir en
clandestinidad.
Pensar así es, como
diría Clemente, “Ir con el lirio” pero de alguna manera hay que avanzar.
Yo viví siempre en
sigilo, en voz baja, en terror a que alguno de aquellos castellanos de bigotito
Gable y camisa azul te secuestrase y entraras en sus temidas cárceles. Éramos
vascos, traidores a España, y felices de ser distintos a ellos, y a los Nazis y
los Fachi italianos.
Éramos demócratas, los vencedores ante su Eje Facha y en la romería de Eneperi los chavales desfilábamos con el Himno de la Marina USA, en clandestinidad absoluta. En Bakio, los nacionalistas veraneábamos en Bizgane y yo tenía un amigo Ganboa, “Aki”, familia de Marin Ganboa que hoy se conoce como el comprador para el PNV del Edificio para el Gobierno Vasco en París, que nunca fue Palacete.
Ya más mayor, fui
varias veces a sus escondrijos y los de su sucesor en Iparralde a retirar
“cosas”, propaganda ilegal y artefactos, y trasladarlas a Egoalde donde hacer
Patria Vasca, democrática y antifascista.
Eso fue así y así
se lo cuento.
El PNV, siempre fue
el soporte de “lo vasco” y cedió sus instalaciones para que J.A. Agirre Lekube
hiciera de Lendakari en el exilio junto a los componentes de su Gobierno,
apoyado por EEUU y las democracias de la 2ª Guerra Mundial.
Las cosas se fueron
complicando y el EPK fue expulsado, en Astibarrabia, del Gobierno Vasco y aquel
renacimiento “nacional” comenzó a resquebrajarse por el marxismo y el
Guevarismo, que fraccionaron la “debida unidad nacional” con sectores y
tendencias sin posibilidad de contraste por la obligada clandestinidad.
La presión de la
policía ya en Constitución78 hizo que en las primeras Elecciones Municipales un
infiltrado policial en la Asamblea de un barrio Bilbaino, fuera elegido aspirante
a Concejal. Tal era su radicalidad y pico de oro, o absurdo el procedimiento
que a mí me llevó al Parlamento. El comunista abertzale Txomin Ziluaga resolvió
el conflicto con su maravilloso carisma.
Nunca nadie se
fiaba de nadie y así se llegó a la fusión de EE(PM) y PSE, sin argumentos ni
orígenes, y la asunción de la sigla PNV se hizo por intrusos de aquellos grupos
familiares originarios, recién llegados que osaron expulsar del Partido a sus militantes, bajo
acusación de “Sabinianos” y es histórico el acto de expulsión del patriota
vasco Koldo de Ginea, por Arzalluz, y el carnet de afiliado de Arzalluz estaba
firmado por el mismo Koldo.
Años de confusión,
hasta que vencieron los neonacionalistas que revocaban a Sabin Arana y volvían
al neocarlismo (de agrado o por fuerza), considerando España con un “ente” que
incluía a las Vascongadas franquistas y olvidaba a Nafarroa e Iparralde como
parte incluyente de lo que quiso ser Euzkadi para Sabin y todo aquel Pueblo
Vasco, antes carlista y a su luz emprendedores de un proyecto político nacional;
Euzkadi.
“Gora Euzkadi Askatuta” me hinché a pintar en tapias vascas, y luego los recién llegados me llamaron “nostálgico”y más tarde, a fin de Transición; cosas peores.
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