domingo, 2 de febrero de 2025

FASCISTAS SIN EUFEMISMOS

FASCISTAS SIN EUFEMISMOS

ANÍBAL MALVAR 

 

Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar — X

Parece ser que este mensaje de que el fascismo es el lado bueno de la historia está calando en la sociedad y, particularmente, en la juventud. Isabel Díaz Ayuso tiene alma de influencer

Hace ya más de 30 años, José María Aznar sustentó su campaña para alcanzar la Moncloa proclamando al Partido Popular como “la derecha sin complejos”. No era un lema azaroso, improvisado ni sin carga de profundidad. En aquellos tiempos (se mediaban los 90 y La Movida ya solo era una mancha de rímel lagrimeado), casi nadie de derechas reconocía ser de derechas. De hecho, identificabas a la gente de derechas porque lo primero que te decían era que no eran de derechas, pero.

Aquel pero era importantísimo, porque se quedaba para siempre en el aire con su abrupto e indigesto punto final.

Los fascistas, nazis y franquistas de toda la vida tampoco se significaban demasiado antes de la cuarta copa, según mi extensa observancia tabernera en aquellos 90 demediados. Pero los reconocías enseguida cuando se identificaban como juancarlistas. “Yo no soy ni de izquierdas ni de derechas, yo soy juancarlista”. Y sonaba el Cara al Sol. Cuando se emborrachaban, cantaban el Cara al Sol diciendo que no significaba nada, que solo era una canción poética. A mí me enternecían. Ciertamente eran graciosos. El fascismo español había sido muy feroz contra Juan Carlos hasta que el rey montó un golpe de Estado contra sí mismo. Pero muchos fascistas, quizá por falta de afición a la lectura y al entendimiento, tardaron más de una década en comprender que el Borbón era su aliado, el heredero, el portador del anillo único de Francisco Franco Saurón, el renacido caudillo que iba a proteger sus intereses y su fe.

Eran tiempos de eufemismos. Los socialistas del PSOE, como habían renunciado al marxismo, podían permitirse el lujo de gritar soy socialista en el bareto y en el Íbex 35. Como todo el mundo sabía que mentían, no les comportaba ningún riesgo.

Los más estudiados incluso añadían que pertenecían al socialismo reformista, dos palabras que solo se pueden entender juntas en el campo semántico de la albañilería. Me explico. El reformismo es un muy noble izquierdismo inútil que aspira a gobernar sin molestar a los que no permiten cambiar nada. Su reforma consiste en tomar el Palacio de Invierno solo para repintarlo y arreglarle las goteras al zar. Albañilería.

Todos tenían miedo a decir quienes eran, porque todos eran lo mismo. Los que tenían miedo y los que metían miedo aprendieron a convivir. Algunos de los que antes tenían miedo fueron ascendidos al grupo de los que metían miedo, y eso culminó la modélica transición.

No es que hayamos normalizado a la ultraderecha, es que la ultraderecha nos ha anormalizado a nosotros

Parece ser que se han acabado los tiempos del eufemismo. La derecha sin complejos de Aznar es nenúfar dialéctico comparado con el ruido nazi de esta nueva derecha que no para de cizañear y seca los ríos del diálogo. Isabel Díaz Ayuso puede decir algo que, en aquellos tiempos, no se atrevería a pronunciar ni el franquista Manuel Fraga, fundador del PP: “Cuando te llaman fascista sabes que lo estás haciendo bien, que estás en el lado bueno de la historia”, largó la presidenta madrileña. Repasa uno la historia del fascismo y no acaba de verle el lado bueno.

No es que hayamos normalizado a la ultraderecha, es que la ultraderecha nos ha anormalizado a nosotros. Estamos tan acostumbrados a los desvaríos de la ilustre dama del ático que nadie se escandalizó ni la llevaron presa por apología del fascismo, como poco. Pobre Arnaldo Otegi si dice que “cuando te llaman etarra sabes que lo estás haciendo bien, que estás en el lado bueno de la historia”. Con mucho terror a parecer demagógico, malicio que las consecuencias no serían las mismas, y hoy Otegi estaría encarcelado o atravesando la muga disfrazado de cabrero.

Parece ser que este mensaje de que el fascismo es el lado bueno de la historia está calando en la sociedad y, particularmente, en la juventud. Isabel Díaz Ayuso tiene alma de influencer. El otro martes, dos neofascistas agredieron en un aula al portavoz del Sindicato de Estudiantes de Castilla y León. Supongo que inspirados por el lado bueno de la historia de Isabel Díaz Ayuso. Dicen que tenían antecedentes por exhibir simbología nazi en el instituto y por portar armas blancas. Ahora también las Nuevas Juventudes pasan a la acción. Se acabaron los eufemismos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario