viernes, 7 de febrero de 2025

TRUMP, DEPORTACIÓN Y CLASE OBRERA

TRUMP, DEPORTACIÓN Y CLASE OBRERA

BENJAMÍN GUTIÉRREZ 

Cristian Leyva / Zuma Press / ContactoPhoto

La propuesta de deportación masiva de inmigrantes planteada por Trump se basa en el ideal del capitalista racista: trabajadores temporales que no hagan vida en las calles ni formen familias y que no reclamen derechos laborales ni sociales

Estados Unidos cuenta con 160 millones de asalariados y una tasa de desempleo que no supera el 5%, lo que sugiere que la inmigración no debería ser su mayor problema. Aunque las cifras de inmigrantes varían, se estima que no superan los 50 millones, de los cuales alrededor de 11 millones son indocumentados. La mayoría de los inmigrantes sin papeles provienen de América Latina, principalmente de México y Centroamérica.

Un ejemplo representativo es el estado de Texas, donde estudios calculan que el 17% de la fuerza laboral está compuesta por inmigrantes, lo que equivale a unas 3 millones de personas. Estos inmigrantes desempeñan un papel fundamental en sectores como la agricultura y la construcción, siendo parte esencial de la economía diaria en Estados Unidos.

La propuesta de deportación masiva de inmigrantes planteada por Trump no surge de la nada. En la administración de Biden, 271.000 inmigrantes fueron expulsados el año pasado, y existen múltiples acuerdos de deportación con los países de origen. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no es una novedad, pero la diferencia radica en el nuevo modelo que se quiere implementar. Este modelo busca crear una sociedad sin inmigrantes, lo cual generaría una grave crisis social y tendría efectos económicos negativos en términos de producción y consumo.

Trump aboga por un Estados Unidos sin inmigrantes que vivan, formen comunidades, tengan hijos e hijas con ciudadanía estadounidense que puedan ser futuros electores. Este enfoque es racista y excluyente, y daría paso a un nuevo formato de inmigración. Sin embargo, una economía estadounidense sin esta mano de obra barata sería menos productiva, no son tontos, son racistas. El posible modelo de Trump no se asemeja al de Hitler, quien debilitó su economía al excluir a los trabajadores judíos, sino más bien al modelo sionista actual, que se desarrolla en Israel.

Miles de palestinos cruzan, y aún lo hacen, los puestos de control para trabajar para empleadores israelíes, siempre bajo estrictas medidas de seguridad. La lógica de la seguridad, pero también la intención de prescindir de la mano de obra palestina, ha llevado a Israel a contratar trabajadores asiáticos. Estos inmigrantes son contratados para cumplir con un propósito temporal y serán devueltos cuando ya no sean necesarios, sin la posibilidad de vivir realmente en Israel. Este podría ser el modelo que Trump para Estados Unidos: trabajadores que no desarrollen una vida en el país, que trabajen y luego se vayan, sin formar familias ni redes sociales ni culturales.

Este modelo ya existe puntualmente en España desde hace décadas, como en el caso de las trabajadoras marroquíes que cada año se desplazan para la recolección de fresas en Huelva. Este modelo laboral promueve una precariedad máxima: una trabajadora que viene, va, y si desea regresar, debe callar. Trabajadores que no pueden organizarse ni protestar. Mientras en España los medios claman por el trato de los inmigrantes en EEUU, la realidad en las fronteras con África es igualmente alarmante: las vallas de alambre de espino, los miles de ahogados y la impunidad policial.

El ideal del capitalista racista: trabajadores temporales que no hagan vida en las calles ni formen familias, que no reclamen derechos laborales ni sociales. Se trataría de un sistema de servidumbre del siglo XXI, donde solo quienes gestionan a estos trabajadores, así como los regímenes corruptos de los países de origen, se benefician, creando una clase obrera aún más vulnerable. No es lo mismo un trabajador o trabajadora que vive, se afilia a un sindicato, forma una comunidad, que uno que va y viene según lo exijan los patronos. En este contexto Trump, se alinea con gobiernos afines como el de Bukele. El Salvador se convertirá en un lugar para procesar inmigrantes, ya sea para deportar, gestionarlos o incluso utilizarlos como mano de obra, tal como presume con sus presos.

Cuando hablamos de inmigración, hablamos de trabajadores y trabajadoras en busca de un futuro mejor, impulsados por una necesidad apremiante y especialmente vulnerables. El ataque a los inmigrantes en América debe ser una cuestión, que todos los trabajadores y trabajadoras comprendamos y respondamos. Si no somos capaces de tejer esa solidaridad, seremos los siguientes.

 

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