FILTRACIONES BUENAS,
MALAS Y 1.502 CHATS
POR ANA
PARDO DE VERA
García Ortiz,
en una foto de archivo.Eduardo Parra /
Europa Press
Los
agentes de la UCO han contabilizado 1.502 chats de whatsapp vaciados del
teléfono del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, el
mismo día (16 de octubre) en que el Tribunal Supremo abrió una causa contra él
por defender al Ministerio Público de las falsas acusaciones vertidas,
filtradas y publicadas por varios periodistas desde la Presidencia de la
Comunidad de Madrid. La Fiscalía General emitió una nota de prensa desmintiendo
el bulo del equipo de Isabel Díaz Ayuso sobre el delito de fraude
confesado por su pareja, Alberto González Amador, alias Alberto
Quirón. Según el Tribunal Supremo, esa comunicación a los medios no desvela
ningún dato que no fuera aportado anteriormente por el propio defraudador
confeso y su entorno, incluido el Gabinete de la presidenta que pagamos tú y
yo.
El informe de la UCO, que el juez instructor Miguel Ángel Hurtado ha incorporado a la causa contra García Ortiz y fue distribuido a las partes, contiene datos personales que afectan a la seguridad del fiscal general y su familia, así como a la de un escolta y varias personas más, así que García Ortiz se ha visto obligado a denunciar esta filtración tanto a la Dirección de Supervisión y Control de Protección de Datos del Consejo General del Poder Judicial como a la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, que está revisando la seguridad de los afectados.
Si
el instructor Hurtado actuase en coherencia con lo que dice que hace
-investigar sin indicio o evidencia alguna a un fiscal general por una
filtración de datos que llevaban horas circulando por media España-, ahora
mismo estaría abriendo una causa a quien desde el Supremo entregó el informe de
la UCO a las partes sin omitir los datos personales de sus protagonistas,
incluido el fiscal general; pero esperen sentadas.
Las
dos conclusiones del informe de la UCO ratifican la ausencia de indicios para
procesar a García Ortiz: en su teléfono móvil
no hay mensajes ni llamadas a periodistas, al Gobierno o a Satanás que
sustenten la causa, como ya sospechábamos algunas siguiendo la instrucción de
Hurtado. Sí hay una llamada de un periodista de la Cadena Ser -que nunca
respondió el fiscal general- antes de que éste conociera la verdad sobre los
mails del abogado de Alberto Quirón, que le trasladó el equipo de la
Fiscalía para desmentir el bulo de la Presidencia madrileña. Esta llamada
fallida, conociendo el testimonio del periodista citado como testigo ahora
confirmado por la UCO, correspondería a su intento de contrastar
una información -la que desmentía el bulo de los de Ayuso- de la que el
profesional disponía mucho antes que García Ortiz. Lo normal, pues, en este
maltratado oficio, aunque el juez Hurtado no quiera tener en cuenta esta
declaración... ni la de los testigos que desmontan su causa prefabricada.
El
Partido Popular, como era previsible, ha cargado contra el borrado de los
chats de WhatsApp por parte de García Ortiz; lo normal, claro, si ésta fuera
una causa normal que no consistiera en juzgar filtraciones buenas o
filtraciones malas. Para el principal partido de la oposición, que no haya
pruebas es la prueba que justifica el linchamiento, cuando lo normal sería
agarrarse a la evidencia de que no hay indicios suficientes para llevar a
juicio al fiscal general por desvelar secreto alguno de Alberto Quirón y
solo porque haya osado desmentir un bulo de la intocable Ayuso y su gente (Pablo
Casado, siempre en nuestra memoria).
Otra
cosa, naturalmente, es ese borrado por partida doble, según la UCO y a pesar de
las normas internas que recomiendan proteger los terminales de estos altísimos
cargos borrando chats y/o cambiando de móvil, por su seguridad y la de quienes
interactúan con ellos/as. El vaciado del móvil anula la posibilidad de
encontrar indicios que justifiquen el juicio, pero vuelcan toda la sospecha
política sobre García Ortiz; sospecha que en el caso de sus detractores
-externos e internos, que habelos, hailos- se convierte en certeza
("Quien nada teme nada borra", dice el
PP, sin acordarse ya del borrado a martillazos de los
discos duros de su contabilidad paralela...)
Por
mi parte, no tengo ninguna duda de que el fiscal general valoró todas las
cuestiones a la hora de borrar sus chats, también la grave sospecha que se
extiende sobre él por esta decisión. Cómo se defenderá de esta sombra es
una incógnita en caso de llegar a juicio la causa; y todo apunta a que la
pataleta del juez Hurtado acabará con García Ortiz en el banquillo. Lo que sí
creo es que el fiscal general, aun siendo inocente, borraría esos mensajes
de la misma forma que si tuviera algo que ocultar: 1.502 chats contabilizados
por la UCO en el móvil de un fiscal general contienen inabarcable información
que atenta contra la seguridad y contra la intimidad, posiblemente, de
demasiada gente, sobre todo, si, como los datos personales de García Ortiz, su
escolta y varias personas más acaban siendo filtrados desde el Supremo con
total impunidad. Y todo por culpa de un defraudador confeso que se contonea
de viaje por el mundo haciendo negocios. O lo que sea.
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