LO DEL JUDICIAL
Este órgano se está comportando como el ejército de Pancho Villa. Es una
tropa salvaje, presa de sus mitos, sin orden y a su bola. Es de agradecer, en
ese sentido, que los jueces españoles no sean controladores aéreos
El fiscal
general del Estado, Álvaro García Ortiz, durante la toma de posesión del
nuevo Fiscal de Sala Jefe de la sección Penal del TS, el pasado 28 de octubre.
/ Cuenta de Twitter de la Fiscalía General
1-
Una característica de las creaciones de
la nueva extrema derecha es su desorden. Lo que elabora, sus productos, son
desordenados y carecen de una gran solidez y meditación, en tanto que solo
atienden a una función: la creación de confusión. La confusión, a su vez, es
algo en verdad fascinante y efectivo entre los humanos, que siempre vierten
ante ella tiempo y atención, al punto que la confusión es, por ello mismo, el
principal ingrediente de la ficción, tal vez, incluso, del arte.
2- Pero, curiosamente, la confusión no es una de las regiones del arte. Para crear confusión no es necesario ningún conocimiento previo, de manera que un niño que apenas sabe hablar, sabe aportar confusión de manera más que notoria –“ya taba roto cuando el nene llegó”, etc–. La confusión, incluso la más mayúscula, no requiere de una gran capacidad intelectual. Es más, Goebbels no era un genio, sino que era, sencillamente, un mentiroso.
3-
El Poder Judicial está emitiendo
confusión por encima de sus posibilidades. Lo que habla de una época en la que
se está emitiendo confusión por encima de los precedentes históricos –en
los autoritarismos del pasado era, en última instancia, más necesaria la fuerza
que la mentira; hoy parece que no es el caso, al menos por ahora–. Es la época.
Sabemos cómo acabará. Como en anteriores intensificaciones de la mentira,
acabará en tragedia, catarsis y una refundación de lo público y de lo
particular, en los términos opuestos a la mentira, tal y como sucedió en los
años cuarenta del siglo XX. La mala noticia es que no sabemos cuándo ni cuánto
durará en esta emisión. En todo caso, este artículo pretende ordenar el
desorden del Judicial respecto a sus ataques al Ejecutivo, para finalmente –no
se pierdan el punto 16– establecer conclusiones y léxico sobre lo que está
sucediendo. El periodismo, en fin, aporta léxico, poco más. No confunde, así,
un robo con un hurto. Y ese es su patrimonio: intentar poner nombre certero a
las cosas. Por lo demás, no es difícil ordenar el desorden del Judicial, en
tanto el Judicial, que se percibe a sí mismo como un ejército culto y
disciplinado, se está comportando como el ejército de Pancho Villa, ese
no-ejército no-disciplinado no-culto. Es una tropa salvaje, presa de sus mitos,
sin orden y a su bola. Lo que permite observar sus mitos y sus carencias. Y,
más importante aún, su bola. Es de agradecer, en ese sentido, que los jueces
españoles no sean controladores aéreos.
El
caso Begoña Gómez y David Sánchez tienen parecidos razonables. Parten de la
judicialización de fakes publicados en medios creativos
4-
Esta mañana a primera hora, las causas
del Judicial contra el Ejecutivo eran cinco y pico. A saber: a) El caso Begoña
Gómez –esposa de Pedro Sánchez–, b) el caso David Sánchez –hermano de Pedro
Sánchez–, c) el caso Koldo –en realidad, el caso Ábalos; es el único caso
sólido, y apunta a desenlace chungo–, d) el caso fiscal general, del que se
deriva la anécdota determinante y fascinante del e) caso Lobato. Y, finalmente,
f) el caso/cosa Amnistía, me temo que la madre del cordero. La explicación
somera de estos cinco casos y pico dibujará lo que está pasando, me temo.
5-
El caso a) –Begoña Gómez– y b) –David
Sánchez– tienen parecidos razonables. Parten de la judicialización de fakes publicados
en medios creativos. A la brava. Su sostenimiento como causas, una vez
explorados y evaluados esos fakes, tendría que haber concluido,
razonablemente, con el archivo de toda acción judicial. No ha sucedido. El caso
a) se empieza a parecer al caso Conde de Montecristo, aquel que surge de la
nada, transcurre en la nada y acaba con condena gore y una arriesgada
fuga de la trena. Es especialmente divertido, no obstante, el caso b) en
tanto un informe de la UCO –los Navy Seals de la Guardia Civil– descarta, a
pesar del léxico CSI empleado, cualquier situación delictiva ante las dos
sospechas de delito que mantiene el juez instructor. Sospecha 1) que David
Sánchez consiguió su trabajo de manera delictiva, algo que ni se prueba ni se
descarta. Y sospecha 2) que David Sánchez se enriqueció de manera rapidita y
fraudulenta. En ese sentido, los chicos y chicas de la UCO vienen a demostrar
que la información –emitida en medios patrióticos– de la que se valieron los
demandantes –una ONG extremo-derechista– confundió el número de acciones de un
banco que David Sánchez poseía y declaraba en su IRPF, con su importe en
millones de euros. No es lo mismo, así, tener una acción que tener un millón de
euros. La pregunta es, dos puntos, ¿por qué los casos a) y b), alimentados por
información falsa, siguen vivos? Lo que nos lleva a dos palabras determinantes
en el sistema judicial español, cuando se sale de madre: juez instructor.
La
UCO demostró que la información de la que se valieron los demandantes confundió
el número de acciones de un banco que David Sánchez poseía con su valor
6-
Napoleón, el padre de nuestro sistema
judicial, venía a definir la figura del juez instructor en esta gran frase –el
pollo era bueno en eso de las frases, la unidad mínima de turbación y
efectividad en la lengua francesa–: “No hay hombre más poderoso en Francia que
un juez instructor”. Y esto es así por la ausencia de límites en su curro.
Debería haber, por aquí abajo y en ese sentido al menos dos límites, como en el
resto de Europa continental, excluyendo Hungría y, a ratos, Polonia. Se trata
de dos obstáculos al poder absoluto del instructor. Obstáculo 1) una cúpula
judicial dispuesta a moderar, incluso a empurar, los posibles abusos de un juez
instructor. No solo no tenemos de eso, sino que una reforma de la LECRIM de
2020 –daba para el pelo al juez instructor y anteponía, para la instrucción, la
figura del fiscal– está en el guindo, a la espera de un informe del CGPJ, ese
cadáver democrático. Pero, aparte de la cosa 1) es precisa la existencia de
otro límite aún más importante, en tanto que debería ser previo. Se trata de 2)
una tradición –democrática, civil– que suponga un límite mental absoluto para
el juez, de manera que le impida no extralimitarse, sino el paso previo:
imaginarlo. En los casos a y b –y me temo que en el resto– ha fallado eso, la
cosa 1 y 2 que, snif, no existen.
7-
Por otra parte, me dicen que están
cambiando cosas en el ámbito judicial creado por Napoleón –el continente
europeo, salvo la cosa UK. Y es el progresivo fin del Principio Inquisitorial.
Ese principio explica que el juez instructor debe inquirir la realidad, sin
pactos. O como reza un adagio jurídico español al respecto: “La verdad no pacta
con el error”. Es decir, que el juez no pacta con el delincuente, como sí
sucede en las pelis USA, para recalificar delitos y condenas a cambio de
colaboración, por ejemplo. Cuando estudiaba en la uni, se nos enseñaba que esos
pactos eran puro delito. Y hoy, sin haberse legislado lo contrario, pues no. Es
algo que se hace, por influencia USA –por influencia, incluso, de las pelis
USA– en toda Europa. Y es algo que por aquí abajo realizan jueces instructores
y fiscales, siempre carentes de los límites que les explicaba en el punto 6.
Esa práctica, y esa ausencia de límites, se percibió hace unos días, cuando en
el trance de declarar, el señor Aldama, corruptor en el caso c) –Koldo–, lo
hizo apuntando contra el Ejecutivo, así a lo bruto, lo que le supuso el fin
inmediato de su prisión condicional, en la que entró por otro caso distinto y
distante, una hipotética estafa de IVA por unos 178 millones de euros. Vaya, ya
estamos en el caso c) Koldo, el más breve de describir, en tanto existe.
En
los tribunales, el PP juega en casa, mientras que el PSOE es el equipo
visitante
8-
El caso c) está adquiriendo la forma de
una corruptela en, desde, por, entre, tras, el Estado. Como todas las
corruptelas que han ido apareciendo tras la pandemia, que iban sobre la compra
de material sanitario y su reventa abusiva al Estado. Sí, hubo mucho de eso.
Varias CC.AA. se metieron de cuatro patas en esa disciplina. La CAM y, su
entorno familiar, de manera vistosa. Es curioso que todos esos casos,
similares, parecidos, que ilustran cierto conocimiento, una tradición, una
actividad cotidiana a la sombra del Estado, un oficio, hayan tendido a su
archivo –la Justicia española es muy enrollada con la financiación de los
partidos, que es el nombre artístico para el pelotazo de particulares–. Por lo
que sorprende el ahínco con el que la Justicia acomete el caso c), del que hoy
solo sabemos que acabará, indefectiblemente y por mérito propio, en juicio. Y
en el que, si aparece un indicio menor que el emepuntorajoy de los
papeles de Bárcenas, no habrá piedad para Sánchez, ni para la estructura de su
partido. Lo que lleva a sospechar que, en los tribunales, el PP juega en casa,
mientras que el PSOE es el equipo visitante. Lo que nos lleva al caso d). Lo
del fiscal general, ese visitante en el cargo de fiscal general.
9-
El caso d) es el que más y mejor
visualiza lo que está pasando. Y apunta a sus futuribles consecuencias. A
saber: el Judicial, subsector TS, se propuso investigar, con estupor y
temblores, en modo acabo-de-descubrir-que-en-esta-casa-se-juega, una figura
común en la Justicia y el periodismo español: la filtración. No es una figura
edificante, pero por aquí abajo filtra hasta el gato. Por ejemplo, se ha
filtrado recientemente, en un medio amigo –de la confusión– wasaps del
mismísimo fiscal general, incautados por un juez –lo que equipara, o supera incluso
el delito investigado al fiscal general–, sin que haya habido investigación al
respecto, lo que apunta a que la Justicia, por aquí abajo, no es universal,
sino que es diferente según los sujetos a los que se aplica. Esta semana, por
cierto, ha habido un segundo registro policial en el despacho del fiscal
general. Lo que explica lo que está sucediendo: la Justicia está quemando
etapas, se está empleando con el fiscal general sin amabilidad alguna, cruzando
fronteras para crear una nueva disciplina, inexistente en España y que
requiere, por ello, una sólida preparación mental. Se trata del empure de
grandes figuras institucionales del Estado. Como un fiscal general, o como –ay,
uy– un presidente del gobierno. Un indicio de que van hacia esa pieza de caza
mayor es el olvido, el desprecio, el aplazamiento de la anterior pieza de caza
mayor, que podría estar ya en MAD, con cadenas, en modo Vercingétorix, y a la
que han descuidado completamente: Puigdemont.
La
Justicia está cruzando fronteras para crear una nueva disciplina. Se trata del
empure de grandes figuras institucionales del Estado
10-
Un informe de la UCO al respecto no
consigue demostrar la culpabilidad del fiscal general en el filtrado de
información judicial relativa al novio de Ayuso –en casa, por razones obvias y
poéticas, le llamamos El Novio de la Muerte–. Aun así, los chicos y chicas de
la UCO defienden, con un par, que el autor de la filtración fue
“preeminentemente” –sic– el fiscal general. Lo que es un juego del
lenguaje que excluye la objetividad –nadie, en fin, está preeminentemente
trompa–, y por lo mismo, la objetividad policial. Todo apunta a que, sin
pruebas, la causa –como la causa a) y b)– seguirá adelante, apoyada en
informaciones periodísticas dudosas y continuadas, pero también en la torpeza y
en el fuego amigo del PSOE, como testifica el caso Lobato. A saber: un
dirigente del PSOE-MAD, en el trance de afeitarse va y se corta una pierna. Es
decir, que lleva a un notario sus wasaps alusivos a la filtración, luego los
filtra y acaba declarando como testigo –esto es, sin posibilidad de mentir, no
como los acusados– ante un juez. Lobato, una explicación a por qué el PSOE no
gana en MAD desde el pleistoceno, parece ser que no ha probado que la
filtración provenía de fiscalía, pero sí que Moncloa disponía de la filtración
antes que los medios. Lo que es crear dificultades donde no las había.
11-
Lo importante del caso d) son dos cosas,
además, claro, de su posible carácter de ensayo general para empurar a Sánchez.
Cosa 1) con tanto suceso, laberinto, fake y dilación, el novio de
Ayuso/la Muerte, sigue sin declarar ante el juez por su propio caso, un caso de
fraude fiscal por 350.000€, reconocido como tal ante la fiscalía. Es decir, un
caso, cuya culpabilidad ha sido reconocida por el acusado, se ubica en el
limbo, mientras lo apremiante para la Justicia es un castigo ejemplarizante
para el investigador del delito. Glups. Cosa 2: tamaño poderío, tamaña
capacidad para aplazar el delito del culpable, y culpabilizar a su
investigador, sólo es posible con participación del Ejecutivo MAD, de medios de
comunicación dadás, de fuerzas policiales. Y de la justicia. Lo que nos lleva a
la pregunta del millón. O punto 12.
12-
¿Existe un despacho, un alto mando, un
teléfono rojo que coordine el poder político, medios y jueces, para gestionar
lo que está sucediendo –el sometimiento de la política a la Justicia, lo que
es, de por sí, una regresión política–? Respuesta: no, o no necesariamente.
Esos poderes juegan al toque, de memoria. Como, lo dicho, el ejército de Pancho
Villa que incluso hasta el XXXX de tequila cumplía su misión, que era tirar p’alante,
poco más. Eso se ve mejor con el caso e), el más raro y gaseoso, el más político
y visceral, un anillo que los une a todos.
13-
Caso d) la Amnistía.
Asumir
la Amnistía obligaría así al TS desobedecer una orden anterior, recibida para
oponerse a ella
14-
Aún hay aspectos anecdóticos de la
Amnistía en manos del TS, pero el grueso, la cosa del caso, es esperar a la
sentencia del TC –el TC, en ese sentido, va a sufrir unas presiones inauditas,
tal vez nunca vistas; compren palomitas–. El Judicial ha ido tan lejos –ha
desobedecido una ley, así como suena– que, en el caso de que el TC le quite la
razón y asuma la Amnistía como constitucional, es difícil que retorne al redil
y asuma que no es tan libre y poderoso como cree. La Amnistía, en fin, rompe
algo en lo que el TS cree: su carácter Supremo. Y, por ello, su carácter
político, su posibilidad de modular y reinterpretar las leyes y la política. De
ser la tercera y más determinante cámara española. De hecho, la incorporación
del TS –y con él, de toda la Justicia que pudo movilizar, a través de firmas de
fiscales, de jueces, etc, durante la gestión de la Amnistía– al bando
–sumamente peligroso, y más desde esa incorporación– que defendía el carácter
ilegítimo del Gobierno, se produce cuando los indultos. Es decir, cuando el
Ejecutivo ataca la gran obra del TS: su sentencia al procés –una sentencia
desordenada, carente de inteligencia, en modo Pancho Villa, ándale, ándale–. La
Amnistía no es más que eso, pero de forma más intensa. Asumir la Amnistía
obligaría así al TS desobedecer una orden anterior, recibida para oponerse a
ella. No es la orden de Aznar –el TS, la Justicia, defiende a políticos
conservadores con problemas, en lo que puede; impide que declaren por un
tiempo, dilata, filtra, cambia percepciones; pero, por lo mismo, no está bajo
órdenes de los políticos, sino por encima–. La orden, sin despacho, sin
reunión, se emitió el 3-D de 2017. Fue el discurso del rey. Es una orden
suprema, a la que el TS no solo ha sido fiel, sino que lo seguirá siendo.
15-
Aquel discurso fue determinante.
Reformulaba la monarquía parlamentaria. La ubicaba en el siglo XIX, donde nació
y fue feliz. La obediencia –salvaje, cotidiana– a aquel discurso invita a
pensar que estamos en un proceso involutivo. Y, por lo mismo, invita a pensar
que, en esta ocasión, cuando vuelva la derecha a la pomada, no sería una simple
alternancia. La derecha judicial, al menos, tiene hambre de cambios formales,
como demuestra en su deriva. No puede renunciar a su rol poderoso,
sencillamente porque nadie puede renunciar a un rol poderoso.
16-
La palabra que ilustra todo lo que está
pasando, lo que atraviesa los casos a), b), c), d), e), no es lawfare.
Toda esta politización de la Justicia, su asimetría, su carácter imprevisible o
previsible, según los acusados, su carácter involutivo, invita a valorar la
palabra prevaricación.
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