EL VIENTO
DUNIA SÁNCHEZ
Una ventolera palpitante al ritmo que la hierba corre a ras de los pies. Un mundo diminuto que se mueve en el sentido de un cosmos, oscuro, silencioso, anacrónico. Cúmulo donde alberga quien sabe , otras vivencias. El pensamiento utópico de la paz, de la libertad de pueblos condenados al gemido, a la desazón. Si supiéramos que somos polvo de astros en medio de un océano eterno e infinito donde nuestro yo rebasa fronteras invisibles. Si supiéramos que nuestra llegada al exitus pronuncia el adiós de este modo de existencia, expandiéndonos en una conciencia cuyo tremor peregrino en nuestros actos. Si supiéramos que estamos y no estamos, que todo es un proceso cíclico de se repiten las peores y descabelladas ideas de la razón humano en delito a nuestros semejantes.
Pero, me asomo, el
viento…el viento. Un viento polar que nos dice de las estaciones desviadas, que
nos dice que estamos aquí, ahora, en un tiempo que ya se ha ido y queda en
nuestra memoria. Si supiéramos que las fuerzas del universo confluyen en un
caos hasta el equilibrio. Estoy inmersa en una conversación con el sol, nuestra
querida estrella, sol. Ella me alienta a ser reiterado fragmento minúsculo de
este mundo libre. Suena un piano, dice algo sobre los sentimientos, sobre la
poética luz de los sentidos, de la razón. Atenta, escucho las voces calladas de
los pájaros, de las gentes que en hileras de miseria se balancea enraizada a
esta tierra. Esta tierra de todos y de nadie. Esta tierra donde hemos nacido a
la sombra de arboledas y mareas y subimos a sus cumbres como exorcismos del
mal…ese mal innato en las lenguas serpenteantes en nuestro entorno. La
ventolera continua, me entrego al placer de ser rostro gélido en la uniformidad
de sus palabras, silenciosas. Entre tanto dejo correr los manantiales de esta
vida. Una vida que se sienta en una respiración profunda y pacífica. El piano
suena , versos envueltos en alguna tristeza escondida, misteriosa, inconclusa
en el paso de las estaciones. Mis ojos caen , se cierran y un suspirar amamanta
de mi verticalidad, mis pasos del día de hoy. Abro el grifo del baño, me miro
al espejo y mi rostro es sustancia de los años. Y no es que halla envejecido. Y
no es que tenga desazón. Y no es que me falten fuerza. Neutra, indomable
persigo mis sueños ¡Ah¡ esos sueños. Ay, sueños del alma mía. Ahí estáis…el
viento, el viento hace surcos en este ambiente y saludo como hubiera
vuelto a existir. Estática escucho…al viento, al viento. En estamos en diciembre,
la nulidad del ayer es angosto pasillo donde el hoy se hace vuelos de deseos.
Por ello, el olvido cruza la frontera y el viento….el viento, trae el hechizo
de lo ido, de lo que viene en la eviterna recóndita esperanza.
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