domingo, 1 de diciembre de 2024

NO VAN A HACER NADA

 

NO VAN A HACER NADA

PABLO ECHENIQUE 

Rocío Ruz / Europa Press / ContactoPhoto

Ahora el PSOE y la progresía mediática reconocen el lawfare que dijeron que no existía —e incluso aprovecharon— cuando los reaccionarios lo usaron contra independentistas, feministas y podemitas

"Es una estrategia de cacería humana. Hay una industria del odio generando fango, ruido y bilis sin parar con el objetivo de generar caos. Tergiversan declaraciones, generan bulos, manipulan imágenes. Son las mentiras de siempre, pero propagadas rápidamente con altavoces en programas de televisión en prime time, en programas de radio, en digitales, en tertulias, en canales de Youtube, en redes sociales o en columnas de prensa de toda la vida. Incluso… en sede judicial. Sí, también en sede judicial", dice Santos Cerdán en el Congreso Federal del PSOE.

El secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, invitado de honor al cónclave, denuncia que los tribunales estén abriendo "investigaciones prospectivas" para "derrocar" al Gobierno.

El director de eldiario.es dedica largos (y muy acertados) artículos de investigación para desenmascarar la operativa de la derecha judicial. El País acusa al Tribunal Supremo de "desproporción" en la causa contra el fiscal general del Estado. El jefe de la sección de política de Público, Sato Díaz, recuerda que no hay pruebas de las acusaciones contra el PSOE y equipara a los de Sánchez con los revolucionarios cubanos resistiendo en Sierra Maestra (se entiende que Pedro Sánchez sería Fidel Castro, continuando con la analogía). "A estas alturas no cabe duda que está en marcha una guerra entre buena parte del mundo judicial, de índole conservadora, y el Gobierno de Sánchez", escribe Lola García, directora adjunta del monárquico y centrista periódico insignia del grupo Godó.

Ahora que existe —en contra de lo que ocurría hace unos años— semejante unanimidad en el lado progresista del parteaguas respecto de la existencia del lawfare, resulta pertinente hacer una serie de consideraciones.

Cuando los morados dijeron entonces lo que estaban haciendo periodistas y jueces corruptos, las mismas voces que hoy hablan de cacería mediática y judicial contra el PSOE dijeron que aquello era atacar la libertad de prensa y la justicia

La primera tiene que ver con la hipocresía. Cuando la derecha política, mediática y judicial hizo lo mismo que ahora está haciendo contra el PSOE contra el independentismo, contra el feminismo y contra Podemos —y lo hizo en innumerables ocasiones a lo largo de la última década, y lo hizo de una forma mucho más sostenida en el tiempo, más repetida y más violenta (incluyendo el acoso durante un año en la vivienda particular de una familia), y lo hizo con bastante menos base indiciaria—, ni el PSOE lo denunció ni tampoco lo denunciaron los sindicatos mayoritarios. Por ser justos, sí hubo algunas voces en la progresía mediática que señalaron lo que estaba pasando, pero fueron pocas y no exhibieron ni de lejos la unanimidad y la contundencia que hoy podemos ver.

Cuando los morados dijeron entonces lo que estaban haciendo periodistas y jueces corruptos, las mismas voces que hoy hablan de cacería mediática y judicial contra el PSOE dijeron que aquello era atacar la libertad de prensa y la justicia. Cuando metieron en la cárcel a los independentistas por sus ideas, dijeron que España es una "democracia ejemplar". Cuando un grupo de jueces reaccionarios se propuso derrotar al feminismo mediante la demolición de la Ley Solo Sí es Sí, dijeron que los magistrados simplemente estaban aplicando el derecho y que la culpa era de Irene Montero porque la ley estaba mal hecha (aunque la parte penal estuviese firmada por el ministro del PSOE, Juan Carlos Campo, que fue premiado con una plaza en el Tribunal Constitucional).

Lo que antes no existía, ahora es una gravísima amenaza contra la democracia. Las acusaciones provenientes de los sectores reaccionarios que ahora son bulos y cacerías, entonces se consideraban posibles o incluso ciertas. De hecho, los mismos que ahora las denuncian, entonces las aprovecharon. Ahí está la hemeroteca con Pedro Sánchez repitiendo la fabricación de las cloacas del PP de que Podemos se habría financiado de Venezuela. Ahí está el presidente en campaña diciendo que sus amigos de 40 y 50 años se sintieron incómodos con el discurso del ministerio de Igualdad (justo después de pactar con el PP una contrarreforma reaccionaria de la ley). Ahí está la operación política de intento de sustitución de Podemos por Sumar aprovechando lo que la reacción había sembrado.

El malmenorismo de la progresía es la mejor alfombra roja para que la extrema derecha pueda llegar a gobernar

Y esto nos lleva a la segunda consideración: si ahora la derecha política, mediática y judicial está tan envalentonada y se permite incluso traspasar líneas rojas que nunca antes había cruzado desde la recuperación de la democracia, si los reaccionarios se sienten con la impunidad suficiente como para percutir contra el entorno familiar de un presidente del gobierno, si el "pacto de caballeros" entre los dos partidos dinásticos del sistema del turno bipartidista que protegía la vida privada y los negocios de sus líderes ha estallado por los aires, si hemos llegado hasta aquí y la cosa está como está, es precisamente porque, a lo largo de toda esta década, el PSOE y la gran mayoría de la progresía mediática han legitimado la operativa golpista de la derecha y la extrema derecha cuando iba dirigida contra independentistas, feministas y podemitas.

El progresismo del mal menor dice a la gente que hay que votar al PSOE aunque no vaya a hacer prácticamente nada de izquierdas porque sería peor un gobierno de la extrema derecha, pero son precisamente ellos los que han impulsado a los reaccionarios a base de validar y legitimar su estrategia violenta.

El malmenorismo de la progresía es la mejor alfombra roja para que la extrema derecha pueda llegar a gobernar —e incluso para que sus ideas y sus políticas se apliquen, aunque no gobierne— y eso ha quedado demostrado en esta década. Pero esa no es la última consideración que quiero hacer. Aunque estos diez años hayan constituido la trágica historia del PSOE y sus medios afines comprando el anticatalanismo más rancio, un poco de transfobia, las ofensivas de los jueces machistas y otras muchas operaciones con origen en la derecha, aunque quizás sea ya demasiado tarde después de haber dado tanto combustible a los reaccionarios, vamos a pensar en lo que tenemos por delante y vamos a centrarnos —para acabar— en el futuro.

Uno podría pensar que, ahora que el PSOE y la progresía mediática finalmente se han decidido a señalar el lawfare, quizás las cosas cambien y se ponga de una vez pie en pared. Al fin y al cabo, si están trasladando a la opinión pública la existencia de una masiva operación de carácter golpista contra la democracia, lo lógico sería pensar que —además, teniendo en sus manos el gobierno de España— algo van a hacer para frenarla. Sin embargo y lamentablemente, cualquier planteamiento serio y realista tiene que descartar esta posibilidad.

Cuando toca frenar al feminismo, pactan con el PP. Cuando toca repartirse la justicia, se la entregan a la derecha judicial. Cuando toca formar gobierno en Europa, hacen parte de una coalición con la extrema derecha

Pensemos que el PSOE no solamente pactó con el PP en la legislatura anterior eliminar el mayor avance feminista de los últimos años del código penal, sino que, incluso, ya en esta nueva legislatura, ya con Podemos fuera de la ecuación, decidió entregar el CGPJ —y, con él, los puestos más importantes de los altos tribunales— a la derecha y la extrema derecha judicial. Es más, hace tan solo unos pocos días, el PSOE (que dice ser la mejor opción electoral para evitar que la extrema derecha) llegue al gobierno votó a favor en Estrasburgo de meter a un fascista italiano y un ultraderechista húngaro en el gobierno de la Unión Europea a cambio de los votos de la extrema derecha para hacer vicepresidenta de la Comisión a Teresa Ribera.

Cuando toca frenar al feminismo, pactan con el PP. Cuando toca repartirse la justicia, se la entregan a la derecha judicial. Cuando toca formar gobierno en Europa, hacen parte de una coalición con la extrema derecha. Todo ello, por supuesto, aplaudido y apoyado por la inmensa mayoría de la progresía mediática. El PSOE no ha hecho absolutamente nada para desactivar el golpismo de los sectores reaccionarios de la judicatura y tampoco ha tomado ninguna medida para frenar los bulos y la manipulación mediática. Aunque se rompan la camisa y se rasguen las vestiduras en sus discursos públicos, eso no va más allá de una estrategia dialéctica de victimización con la mirada puesta en el rédito electoral. El PSOE no ha hecho nada de lo que tendría que hacer alguien que está diciendo las cosas que ellos dicen y nada va a hacer en el futuro. La única manera de que se tome algún tipo de acción efectiva contra el golpismo reaccionario del siglo XXI —que no solamente opera en España sino en la mayor parte de los países de todo el mundo— pasa por levantar, cuidar y fortalecer una verdadera izquierda que se atreva a hacerle frente. Y por votarla.

 

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