EN EL LÍMITE
Antón Losada
No parece tan lejano el día en que
amplios y hasta mayoritarios sectores entre sus bases lleguen a la conclusión
de que sería mejor romper el gobierno de Sánchez, que seguir pactando acuerdos
para luego acabar quejándose de que nunca se cumplen
La mayor ventaja estratégica del gobierno de coalición reside en que conforma la única suma posible para gobernar. Para ninguno de sus socios, da igual el signo ideológico o la localización geográfica, resulta viable apoyar la investidura de un hipotético ejecutivo presidido por Alberto Núñez Feijóo, con Vox como socio preferente. La toxicidad de la extrema derecha vuelve imposible para ninguno de los aliados de Pedro Sánchez acercarse siquiera a algo parecido a un acuerdo de investidura. Únicamente el Partido Popular resiste hoy el contacto corrosivo de los acuerdos con los de Santiago Abascal; o eso quieren creer en el PP agobiados por la necesidad.
La inesperadamente ajustada victoria de Oriol Junqueras para recuperar el
liderazgo en ERC encaja en el plan original de la legislatura y habrá
tranquilizado en Moncloa. Pero también revela el alto grado de división interna
de una organización donde, una minoría más grande de lo previsto, no parece
especialmente satisfecha con los resultados de los acuerdos con los socialistas
catalanes y españoles.
La conclusión que se deriva de las
dinámicas internas de los partidos independentistas catalanes no pinta bien
para el gobierno de coalición. No parece tan lejano el día en que amplios y
hasta mayoritarios sectores entre sus bases lleguen a la conclusión de que
sería mejor romper el gobierno de Sánchez, que seguir pactando acuerdos para
luego acabar quejándose de que nunca se cumplen. Sólo el cielo sabe cuánto
resistirían los liderazgos de Junts y ERC.
Respecto a las posibilidades de una mayoría alternativa
conformada en torno al PP, los augurios tampoco parecen especialmente
halagüeños para el ejecutivo de coalición. Todas las demoscopias apuntan en la
misma dirección: el PSOE y el PP mantienen las distancias, pero la ultraderecha
crece con fuerza empujada por la riada de antipolítica que ha dejado el lodo de
Valencia, mientras eso que llamamos “el espacio a la izquierda del PSOE” parece
derrumbarse lenta pero estrepitosamente. La principal consecuencia reside en
que al PP y a Vox ya les darían las cuentas para la mayoría absoluta sin
necesitar a nadie más. Otra resultante no menor podría ser que alguien entre
quienes se disputan el espacio electoral a la izquierda del PSOE llegue a la
conclusión de que, mejor ir a elecciones antes para asegurar la supervivencia,
que arriesgarse después a una campaña a cara de perro contra la extrema derecha
y con los socialistas apelando a toda máquina al voto útil.
Antes del verano ninguno de los socios de Sánchez tenía
incentivos racionales para forzar un adelanto electoral. Hoy ya no está tan
claro que eso vaya a continuar siendo así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario