sábado, 21 de diciembre de 2024

PALESTINA: EL AÑO DEL GENOCIDIO, EL AÑO DE LA SOLIDARIDAD

 

PALESTINA: EL AÑO DEL GENOCIDIO, EL AÑO 

DE LA SOLIDARIDAD

POR JORGE RAMOS TOLOSA

 

Decenas de personas durante una cacerolada pro Palestina en Plaza

Universitat, en Barcelona.Alberto Paredes/ Europa Press

En la historia contemporánea, es habitual la aparente paradoja de que los períodos de guerra, represión o descolonización acojan al mismo tiempo procesos revolucionarios o de apoyo mutuo masivo. El actual genocidio contra el pueblo palestino, una nueva fase del proyecto histórico de colonialismo de asentamiento sionista-israelí para sustituir al pueblo indígena palestino por colonos liderados por blancos, también está acogiendo el mayor episodio histórico de solidaridad con Palestina. En el caso del Estado español, nunca una causa de solidaridad internacionalista había conseguido movilizar de manera continua a tantos municipios durante tantos meses seguidos como ha conseguido la RESCOP desde enero de 2024. Todo ello está poniendo sobre la mesa las contradicciones de un gobierno y de un sistema que siguen alimentando el colonialismo, el apartheid, la limpieza étnica y el genocidio, provocando una digna rabia y una indignación popular que están convirtiendo a la causa palestina en una escuela militante que numerosas personas, jóvenes y no tan jóvenes, ya no podrán olvidar.

En medio de la muerte y la destrucción, en medio del horror, también puede surgir la solidaridad y la semilla de un mundo mejor. En agosto de 1936, el comunista palestino Nayati Sidqi llegó a Barcelona para luchar contra el fascismo. Escribió: “Soy un voluntario árabe y he venido para defender a Damasco en Guadalajara, a Jerusalén en Córdoba, a Bagdad en Toledo, a El Cairo en Cádiz y a Tetuán en Burgos”. Sólo fue una de las decenas de miles de personas que vinieron como voluntarias para engrosar las filas de las Brigadas Internacionales. Los brigadistas no sólo eran hombres blancos; también había mujeres y también había hombres árabes, chinos, etíopes, japoneses o mexicanos. Paralelamente, en medio de la muerte y la destrucción desencadenada por el golpe de Estado de julio de 1936, se organizó la Revolución social de 1936. Protagonizada por anarquistas, participaron millones de personas y logró que se creasen miles de colectividades agrarias y que numerosos servicios y fábricas quedasen en manos de la clase obrera, tal y como observaron y relataron figuras internacionales como Emma Goldman o George Orwell. Y en medio del horror de la guerra provocado por los franquistas, en definitiva, también tuvo lugar el mayor episodio de solidaridad internacionalista que había vivido la historia contemporánea y que marcó a generaciones enteras. En su despedida el 28 de octubre de 1938, Pasionaria homenajeó a las Brigadas Internacionales dirigiéndoles las siguientes palabras: “Sois la historia, sois la leyenda y sois el ejemplo heroico de la solidaridad”. En 2018, la directora egipcia Amal Ramsis dedicó a Nayati Sidqi el documental Venís desde lejos, título inspirado en un verso de una poesía de Rafael Alberti en la que enalteció a las Brigadas Internacionales.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la solidaridad internacionalista continuó en los años de la Guerra Fría, especialmente a través de la IV Internacional, del Movimiento de Países No Alineados o de la lucha por la descolonización de Argelia o Vietnam. También a través de la Cuba revolucionaria, que promovió históricas iniciativas como la creación en 1966 de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL, también conocida por el nombre de su revista, Tricontinental) o la Operación Carlota en Angola a partir de 1975. El mismo pueblo palestino recibió la ayuda de voluntarios árabes durante la Nakba de 1948. Sin embargo, fue sobre todo después de la ocupación militar y el inicio de la colonización de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, en junio de 1967, cuando la solidaridad internacionalista hacia lo que se denominó la Revolución palestina se multiplicó. La lucha solidaria con Palestina proliferó desde la cordillera de los Andes con el pueblo chileno hasta el noreste asiático con el Ejército Rojo Japonés, pasando por estudiantes árabes y europeos o jóvenes de la Sudáfrica del apartheid. Posteriormente, tras el inicio de la primera intifada en 1987 y las imágenes de niños palestinos lanzando piedras contra tanques israelíes –y de soldados rompiéndoles los huesos a palestinos, incluyendo menores–, la solidaridad internacionalista hacia Palestina siguió aumentando con la creación de innumerables comités e iniciativas de apoyo por todo el mundo.

Ya en el siglo XXI, a comienzos de la segunda intifada, se organizó el International Solidarity Movement (ISM), un movimiento social de solidaridad internacionalista con un gran protagonismo palestino que utilizaba la acción directa no violenta para oponerse al colonialismo, el apartheid y la ocupación militar israelíes. El 16 de marzo de 2003, un buldócer Caterpillar israelí aplastó mortalmente el cuerpo de la activista estadounidense del ISM Rachel Corrie mientras permanecía inmóvil defendiendo una casa palestina que iba a ser demolida en Rafah. Rachel Corrie se convirtió en un símbolo de solidaridad internacionalista y la lucha de su familia por la verdad y por la justicia un ejemplo para toda la humanidad, al igual que el de la familia de José Couso, asesinado por el ejército estadounidense en Bagdad tan sólo 23 días después que Rachel Corrie. Entre abril de 2003 y septiembre de 2004, el ejército israelí acabó con la vida de dos activistas del ISM más, el británico Tom Hurndall y la turco-estadounidense Ayşenur Ezgi Eygi.

En 2005, la mayor coalición de la sociedad civil palestina presentó la campaña global de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel. La colaboración internacional –y sobre todo noratlántica– en las esferas académica, cultural, económica, institucional, militar y política eran la clave que permitía al régimen colonial israelí seguir cometiendo crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Por eso, era y es de máxima prioridad poner fin a estas complicidades. En esta nueva etapa de BDS, el pueblo palestino siguió tejiendo el hilo rojo del boicot, una forma de lucha fundamental en la época contemporánea. Esta herramienta política no violenta fue utilizada por diferentes comunidades, personas y pueblos para acabar con el colonialismo, con el racismo y con diferentes regímenes dictatoriales. Entre las primeras campañas de boicot contemporáneas se encuentra la que organizó el National Negro Convention Movement en la década de 1830 contra los productos derivados de la esclavitud en Estados Unidos. Posteriormente, puede destacarse el boicot en Irlanda en la década de 1880 –contexto del cual proviene la palabra boycott– contra la política colonial de tierras que imponía Londres. Ya en la segunda década del siglo XX se pusieron en práctica campañas de boicot en diferentes continentes; que iban desde el boicot contra los productos británicos organizado por el Congreso Nacional Indio, contra el poder colonial italiano en los tranvías de Túnez, contra el censo electoral por parte de las sufragistas británicas o contra el colonialismo de asentamiento sionista desde la propia Palestina. Desde 1933, organizaciones judías lanzaron una campaña de boicot al nazismo por su llegada al poder, una protesta que fue rechaza por el movimiento sionista, cuya federación alemana pactó ese mismo año con la Alemania nazi en el Acuerdo Haavará. Tras la Segunda Guerra Mundial llegó el boicot a los autobuses de Montgomery después de la acción de Rosa Parks en 1955 o el realizado contra las últimas dictaduras de Argentina y Chile. Y por supuesto, la iniciativa de boicot, desinversiones y sanciones contra la Sudáfrica del apartheid, que se alargó durante tres décadas, también fue uno de los capítulos históricos más importantes de esta estrategia de lucha, en especial porque contribuyó exitosamente a la caída del régimen racista sudafricano y porque fue la principal inspiración para el pueblo palestino en su nueva campaña de 2005. Tras su lanzamiento, la campaña BDS fue adoptada por incontables organizaciones de todo el mundo, incluyendo la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP), y se crearon numerosos grupos territoriales que ponían en marcha la solidaridad internacionalista a través de sus siglas.

Tras el bloqueo israelí de la Franja de Gaza en 2007 y sus bombardeos masivos contra la población gazatí de diciembre de 2008 y enero de 2009, se prepararon nuevas iniciativas de solidaridad internacionalista para denunciar el asedio y romper el bloqueo. Primero fue la Gaza Freedom March, en 2009. Pero fue sobre todo la primera Flotilla de la Libertad de 2010, asaltada por un comando de élite israelí en aguas internacionales en un acto de piratería, la que tuvo un mayor impacto internacional. El ataque israelí sobre el barco Mavi Mármara de la Flotilla de la Libertad supuso que 10 personas fuesen asesinadas, que medio centenar fuesen heridas de bala y que objetos personales de valor de centenares de personas fuesen requisados para siempre por las tropas israelíes. Laura Arau, David Segarra y Manuel Tapial, tres periodistas del Estado español, sobrevivieron al asalto y fueron recibidos como héroes a este lado del Mediterráneo. Posteriormente, en 2011, se organizó la II Flotilla, a la que no le permitieron zarpar. La III Flotilla de 2015, un año después de los bombardeos masivos sobre Gaza del verano de 2014 en que fueron asesinadas más de 2.200 personas (incluyendo a más de medio millar de niñas y niños), fue interceptada nuevamente por tropas israelíes en aguas internacionales, como también lo fue en 2016 la Women’s Boat to Gaza, en la que participaron la militante hispano-palestina Jaldía Abubakra, la fotógrafa vasca Sandra Barrilaro o la actriz valenciana Rosana Pastor.

El nuevo genocidio iniciado en octubre de 2023 inauguró también el mayor episodio de solidaridad internacionalista de la historia con el pueblo palestino. De manera casi inmediata, miles de protestas fueron convocadas en todo el mundo. El Armed Conflict Location and Event Data Project contabilizó 7.283 concentraciones y manifestaciones a favor del pueblo palestino sólo entre el 7 de octubre y el 24 de noviembre de 2023, aunque su número fue todavía mayor por las dificultades de sumar datos de municipios y países pequeños. Del 7 de octubre de 2023 al 7 de junio de 2024, el Crowd Counting Consortium registró sólo en Estados Unidos unas 12.400 protestas propalestinas. De entre ellas deben destacarse las movilizaciones judías antisionistas, protagonizadas por Jewish Voice for Peace, entre las que figuran la ocupación del Capitolio de Washington, además de las de la Estatua de la Libertad, la Grand Central Terminal y la calle de Wall Street de Nueva York. Este año de genocidio y de solidaridad ha demostrado que algo está cambiando en el corazón del imperio. En septiembre de 2024, un estudio del ministerio de Asuntos de la Diáspora israelí, estableció que el 66% de las y los jóvenes judíos estadounidenses de entre 14 y 18 años simpatizaban con el pueblo palestino. El pasado 22 de noviembre, el diario derechista israelí The Jerusalem Post publicó que el 37% de las y los adolescentes judíos de Estados Unidos expresan simpatía por Hamás. Esta misma información revela que, específicamente entre las y los judíos estadounidenses de 14 años de edad, el porcentaje de simpatía hacia Hamás sube hasta el 60%. Y tampoco cabe olvidar que, al otro lado del Atlántico anglosajón, en Londres, las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino desde octubre de 2023 han llegado a sobrepasar el millón de asistentes.

En el Estado español estamos viviendo el mayor episodio de solidaridad internacionalista desde la Guerra Civil. Nunca antes tantos municipios durante tantos meses seguidos habían protestado en las calles exigiendo el fin del genocidio y el fin al comercio de armas y a las relaciones con Israel. Este nuevo episodio histórico de solidaridad internacionalista, precedido y abonado por casi 20 años de lucha popular y de movilización de la RESCOP, la coordinadora estatal de solidaridad con el pueblo palestino, se inició en octubre de 2023 con decenas de concentraciones y manifestaciones. Para conseguir una mayor efectividad y aunar la estrategia, entre noviembre y diciembre de 2023, la RESCOP decidió convocar para 2024 un fin de semana de movilización mensual coordinado. Así, el medio centenar de organizaciones que conforman la RESCOP, junto a otras que se han unido este año que ahora acaba, consiguieron que casi 100 localidades del Estado español saliesen a la calle en apoyo al pueblo palestino y por el embargo de armas el fin de semana del 20 de enero de 2024. Contabilizándose varios centenares de miles de manifestantes en total, el domingo 21 de enero el presidente Pedro Sánchez tuvo que referirse a estas protestas. Las convocatorias propalestinas también ocuparon la foto principal de la portada de El País de aquel día, así como de numerosos medios estatales e internacionales. Posteriormente, en la siguiente jornada de movilización estatal en torno al 24 de febrero, se batió un récord de 104 municipios del Estado español manifestándose por Palestina, desde grandes capitales hasta localidades de varios miles de habitantes como Aínsa (Huesca), Berriz (Bizkaia), Cervera de Pisuerga (Palencia), La Frontera (en isla canaria de El Hierro) o la Vall d’Alba (Castelló). Las movilizaciones mensuales continuaron (siendo especialmente numerosas en mayo y en octubre) hasta las últimas del pasado fin de semana del 14 de diciembre, centradas esta última vez en el lema “Ningún Puerto Para El Genocidio”, dentro de la campaña Fin al comercio de armas con Israel (#StopArmasConIsrael).

Entre cada convocatoria estatal, se han sucedido innumerables actos de apoyo en todo el Estado español, incluyendo vigilias, actividades culturales y de formación, acciones físicas y campañas online de boicot a Carrefour, HP o McDonald’s o la visibilización por parte de artistas de su rechazo al genocidio y su apoyo al embargo de armas a Israel (como en la ceremonia de los Premios Goya 2024 o en esta carta pública de octubre de la que se hicieron eco medios internacionales como The Guardian). Y es que, además de las concentraciones y manifestaciones mensuales, cuya principal petición ha sido el embargo de armas a Israel, esta campaña #StopArmasConIsrael también consiguió presionar para que el 29 de febrero los dos partidos del gobierno español, además de otros, votasen a favor de “efectuar la suspensión inmediata del comercio de armas con Israel” en el Congreso, a iniciativa de Podemos. Trece días más tarde, la Comisión de Asuntos Exteriores del mismo Congreso votó a favor de poner fin al comercio de armas con Israel. Una encuesta había demostrado que el 78% de la sociedad española está a favor de un embargo de armas a Israel. Asimismo, entre mayo y junio de 2024, la RESCOP y la campaña Fin al comercio de armas con Israel, lograron evitar que dos barcos hiciesen escala en territorio español mientras transportaban armas con destino a Israel.

Sin embargo, el gobierno español no ha paralizado contratos en marcha de venta de material militar a Israel, ha continuado comprando armas al régimen colonial israelí –financiando así el genocidio– y sigue permitiendo que barcos sospechosos de llevar material militar cuyo destino final sea Israel transiten los puertos de Algeciras, València y Barcelona. Como han investigado miembros del Centre Delàs como Alejandro Pozo y ha analizado reiteradamente la periodista Olga Rodríguez, “a pesar de la extrema gravedad de la actuación de Israel en la Franja de Gaza, las relaciones militares entre España e Israel se han mantenido, en lo esencial, como venían siendo antes del 7 de octubre de 2023”. En el año posterior a octubre de 2023, sólo por València y Barcelona han pasado 8.618 toneladas de material militar en su tránsito hacia Israel. Entre mayo y septiembre de 2024, han hecho escala en el puerto de Algeciras 25 barcos y casi 1.200 envíos con más de 13.000 toneladas de armas procedentes de EE.UU. con destino al régimen genocida israelí.

El embargo no es sólo un deber moral y humano, es un imperativo legal. El Tratado Internacional sobre Comercio de Armas, la ley española 53/2007, así como la Posición Común de la Unión Europea de 2008, prohíben la transferencia –compra, venta y tránsito– de material militar a destinatarios que pueden emplearlo para perpetrar crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o genocidio. Asimismo, la Resolución de la Asamblea General de la ONU del pasado 13 de septiembre ordena el fin del comercio, de las inversiones y de las transferencias que puedan contribuir a la ocupación ilegal israelí –cabe recordar que la Franja de Gaza es un territorio ocupado según distintos organismos de la ONU, incluyendo el Consejo de Seguridad en su Resolución 1860– o emplearse como material militar en los territorios palestinos. En junio de 2024, la Comunitat Palestina de Catalunya demandó al gobierno español en la Audiencia Nacional por no haber suspendido la compraventa ni el tráfico de armas con Israel, mientras que un mes después la campaña por el Embargo de Armas a Israel, la RESCOP y un total de 500 colectivos junto a Podemos, Sumar, Bildu y BNG registraron en el Congreso de las y los Diputados una proposición de ley para forzar al Gobierno a declarar un embargo de armas a Israel. Como reiteró Francesca Albanese en un acto también en el Congreso organizado por la RESCOP y Greenpeace el pasado 18 de noviembre, el embargo de armas a Israel es “lo mínimo” que un gobierno debe hacer para no contribuir todavía más al genocidio y al apartheid contra el pueblo palestino. Y como acaba de afirmar en una entrevista Ana Sánchez Mera, integrante de la RESCOP y de la campaña Fin al comercio de armas con Israel: “Tenemos un marco legal para un embargo a Israel, el Gobierno no lo hace porque no quiere”.

Por otro lado, la primavera de 2024 también acogió uno de las mayores expresiones de este año de solidaridad con el pueblo palestino: las acampadas universitarias. En todo el mundo, más de 300 acampadas se solidarizaron con Palestina, incluyendo 30 en el Estado español. Entre estas últimas, la que prendió la mecha el 29 de abril fue la de la Universitat de València, que tras ser impulsada por BDS País Valencià y Estudiants per Palestina se convirtió también en la primera acampada del Mediterráneo y una de las cinco primeras de Europa. Todas exigieron medidas de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel, incluyendo el fin de colaboraciones y convenios académicos de las universidades con instituciones israelíes y por supuesto el embargo de armas al gobierno. El 9 de mayo, la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE) contempló por primera vez “suspender los acuerdos de colaboración con universidades y centros de investigación israelíes” y las acampadas y los movimientos sociales de solidaridad con Palestina consiguieron que al menos una docena de universidades del Estado español rompiesen relaciones con Israel a final del curso pasado y en diferentes modalidades. Recientemente, el Claustro de la Universidad de Zaragoza, el máximo órgano de representación de la institución, ha aprobado “romper relaciones con universidades, empresas e instituciones de Israel, de cualquier tipo”. A todo ello también ha contribuido la nueva Red Universitaria por Palestina (RUxP), que está presente en 46 de las 50 universidades públicas del Estado español.

El hilo rojo de la solidaridad nunca deja de tejerse ni de viajar. También lo hemos visto en los municipios más afectados por la dana del 29 de octubre; ante la negligencia criminal del gobierno de la Generalitat Valenciana, solidaridad popular y organización desde abajo de los movimientos sociales. El 29 de noviembre, justo un mes después de la catástrofe y Día Internacional de Solidaridad Con Palestina, BDS País Valencià desplegó una bandera palestina gigante en el Pont de la Solidaritat. Se trata de la pasarela que se hizo famosa durante los primeros días y las primeras semanas posteriores a la dana por permitir a miles de personas anónimas acudir desde la ciudad de València –no podía accederse por carretera y ni por transporte público– a ayudar a las personas y localidades del sur más afectados por la dana. Desde las ruinas de la Franja de Gaza nos habían enviado vídeos de apoyo para darnos ánimos y enviarnos su solidaridad por las consecuencias el desastre natural del 29 de octubre. Solidaridad de ida y vuelta de un rincón a otro del Mediterráneo.

En el caso de muchas y muchos estudiantes, las acampadas fueron su primera experiencia militante y ya no pueden dejar de movilizarse por Palestina. Así, 2024 ha sido el año del genocidio, pero también el año de la solidaridad. Un año que está consiguiendo que, en medio de la muerte y la destrucción, la causa palestina se convierta en una gran escuela militante. Para numerosas y numerosos jóvenes, e incluso no tan jóvenes, este año de genocidio ha supuesto un año de movilización solidaria que no podrán olvidar jamás. Un año en el que han destinado parte de su tiempo a organizarse en la lucha popular y a construir colectivamente la causa palestina, que este año ha sido, más que nunca, la causa de la humanidad. Y es que, en medio del horror, la solidaridad alberga la semilla de una Palestina libre y de un mundo mejor. Una Palestina libre de genocidio y apartheid en la que todas las personas, sean judías, musulmanas, cristianas o de ninguna religión, tengan los mismos derechos entre el río y el mar. Algo que puede ser posible a medio-largo plazo porque podemos estar viviendo el principio del fin del régimen colonial israelí. Una Palestina libre y una solidaridad internacionalista como contribución a un mundo mejor. Porque es imposible un mundo mejor sin la descolonización y la liberación de Palestina.

 

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