PALESTINA: EL AÑO DEL GENOCIDIO, EL AÑO
DE LA SOLIDARIDAD
POR JORGE RAMOS
TOLOSA
Decenas de personas durante una
cacerolada pro Palestina en Plaza
Universitat, en Barcelona.Alberto Paredes/ Europa Press
En la historia contemporánea, es habitual la aparente paradoja de que los períodos de guerra, represión o descolonización acojan al mismo tiempo procesos revolucionarios o de apoyo mutuo masivo. El actual genocidio contra el pueblo palestino, una nueva fase del proyecto histórico de colonialismo de asentamiento sionista-israelí para sustituir al pueblo indígena palestino por colonos liderados por blancos, también está acogiendo el mayor episodio histórico de solidaridad con Palestina. En el caso del Estado español, nunca una causa de solidaridad internacionalista había conseguido movilizar de manera continua a tantos municipios durante tantos meses seguidos como ha conseguido la RESCOP desde enero de 2024. Todo ello está poniendo sobre la mesa las contradicciones de un gobierno y de un sistema que siguen alimentando el colonialismo, el apartheid, la limpieza étnica y el genocidio, provocando una digna rabia y una indignación popular que están convirtiendo a la causa palestina en una escuela militante que numerosas personas, jóvenes y no tan jóvenes, ya no podrán olvidar.
En
medio de la muerte y la destrucción, en medio del horror, también puede surgir
la solidaridad y la semilla de un mundo mejor. En agosto de 1936, el comunista
palestino Nayati Sidqi llegó a Barcelona para luchar contra el fascismo. Escribió: “Soy un voluntario árabe y he
venido para defender a Damasco en Guadalajara, a Jerusalén en
Córdoba, a Bagdad en Toledo, a El Cairo en Cádiz y a Tetuán en
Burgos”. Sólo fue una de las decenas de miles de personas que vinieron como
voluntarias para engrosar las filas de las Brigadas Internacionales. Los
brigadistas no sólo eran hombres blancos; también había mujeres y también había
hombres árabes, chinos, etíopes, japoneses o mexicanos. Paralelamente, en medio
de la muerte y la destrucción desencadenada por el golpe de Estado de julio de
1936, se organizó la Revolución social de 1936. Protagonizada por anarquistas,
participaron millones de personas y logró que se creasen miles de
colectividades agrarias y que numerosos servicios y fábricas quedasen en manos
de la clase obrera, tal y como observaron y relataron figuras internacionales
como Emma Goldman o George Orwell. Y en medio del horror de la guerra provocado
por los franquistas, en definitiva, también tuvo lugar el mayor episodio de
solidaridad internacionalista que había vivido la historia contemporánea y que
marcó a generaciones enteras. En su despedida el 28 de octubre de 1938,
Pasionaria homenajeó a las Brigadas Internacionales dirigiéndoles las
siguientes palabras: “Sois la historia, sois la leyenda y sois el ejemplo
heroico de la solidaridad”. En 2018, la directora egipcia Amal Ramsis dedicó a
Nayati Sidqi el documental “Venís desde lejos”,
título inspirado en un verso de una poesía de Rafael Alberti en la que
enalteció a las Brigadas Internacionales.
Tras
la Segunda Guerra Mundial, la solidaridad internacionalista continuó en los
años de la Guerra Fría, especialmente a través de la IV Internacional,
del Movimiento de Países No Alineados o de la lucha por la
descolonización de Argelia o Vietnam. También a través de la Cuba
revolucionaria, que promovió históricas iniciativas como la creación en 1966 de
la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América
Latina (OSPAAAL, también conocida por el nombre de su revista, Tricontinental)
o la Operación Carlota en Angola a partir de 1975. El mismo pueblo palestino
recibió la ayuda de voluntarios árabes durante la Nakba de 1948. Sin embargo,
fue sobre todo después de la ocupación militar y el inicio de la colonización
de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, en junio de 1967, cuando la
solidaridad internacionalista hacia lo que se denominó la Revolución palestina
se multiplicó. La lucha solidaria con Palestina proliferó desde la cordillera
de los Andes con el pueblo chileno hasta el noreste asiático con el Ejército
Rojo Japonés, pasando por estudiantes árabes y europeos o jóvenes de la
Sudáfrica del apartheid. Posteriormente, tras el inicio de la primera intifada
en 1987 y las imágenes de niños palestinos lanzando piedras contra tanques
israelíes –y de soldados rompiéndoles los huesos a palestinos,
incluyendo menores–, la solidaridad internacionalista hacia Palestina siguió
aumentando con la creación de innumerables comités e iniciativas de apoyo por
todo el mundo.
Ya
en el siglo XXI, a comienzos de la segunda intifada, se organizó el International
Solidarity Movement (ISM), un movimiento social de solidaridad
internacionalista con un gran protagonismo palestino que utilizaba la acción
directa no violenta para oponerse al colonialismo, el apartheid y la ocupación
militar israelíes. El 16 de marzo de 2003, un buldócer Caterpillar israelí
aplastó mortalmente el cuerpo de la activista estadounidense del ISM Rachel
Corrie mientras permanecía inmóvil defendiendo una casa palestina que iba a ser
demolida en Rafah. Rachel Corrie se convirtió en un símbolo de solidaridad
internacionalista y la lucha de su familia por la verdad y por la justicia
un ejemplo para toda la humanidad, al igual que el de la familia de José Couso,
asesinado por el ejército estadounidense en Bagdad tan sólo 23 días después que
Rachel Corrie. Entre abril de 2003 y septiembre de 2004, el ejército israelí
acabó con la vida de dos activistas del ISM más, el británico Tom Hurndall y la
turco-estadounidense Ayşenur Ezgi Eygi.
En
2005, la mayor coalición de la sociedad civil palestina presentó la campaña
global de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel. La
colaboración internacional –y sobre todo noratlántica– en las esferas
académica, cultural, económica, institucional, militar y política eran la clave
que permitía al régimen colonial israelí seguir cometiendo crímenes de guerra y
crímenes de lesa humanidad. Por eso, era y es de máxima prioridad poner fin a
estas complicidades. En esta nueva etapa de BDS, el pueblo palestino siguió
tejiendo el hilo rojo del boicot, una forma de lucha fundamental en la época
contemporánea. Esta herramienta política no violenta fue utilizada por
diferentes comunidades, personas y pueblos para acabar con el colonialismo, con
el racismo y con diferentes regímenes dictatoriales. Entre las primeras
campañas de boicot contemporáneas se encuentra la que organizó el National
Negro Convention Movement en la década de 1830 contra los productos
derivados de la esclavitud en Estados Unidos. Posteriormente, puede destacarse
el boicot en Irlanda en la década de 1880 –contexto del cual proviene la
palabra boycott– contra la política colonial de tierras que imponía
Londres. Ya en la segunda década del siglo XX se pusieron en práctica campañas
de boicot en diferentes continentes; que iban desde el boicot contra los
productos británicos organizado por el Congreso Nacional Indio, contra el poder
colonial italiano en los tranvías de Túnez, contra el censo electoral por parte
de las sufragistas británicas o contra el colonialismo de asentamiento sionista
desde la propia Palestina. Desde 1933, organizaciones judías lanzaron una
campaña de boicot al nazismo por su llegada al poder, una protesta que fue
rechaza por el movimiento sionista, cuya federación alemana pactó ese mismo año
con la Alemania nazi en el Acuerdo Haavará. Tras la Segunda Guerra Mundial
llegó el boicot a los autobuses de Montgomery después de la acción de Rosa
Parks en 1955 o el realizado contra las últimas dictaduras de Argentina y
Chile. Y por supuesto, la iniciativa de boicot, desinversiones y sanciones
contra la Sudáfrica del apartheid, que se alargó durante tres décadas, también
fue uno de los capítulos históricos más importantes de esta estrategia de
lucha, en especial porque contribuyó exitosamente a la caída del régimen
racista sudafricano y porque fue la principal inspiración para el pueblo
palestino en su nueva campaña de 2005. Tras su lanzamiento, la campaña BDS fue
adoptada por incontables organizaciones de todo el mundo, incluyendo la Red
Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP), y se crearon numerosos
grupos territoriales que ponían en marcha la solidaridad internacionalista a
través de sus siglas.
Tras
el bloqueo israelí de la Franja de Gaza en 2007 y sus bombardeos masivos contra
la población gazatí de diciembre de 2008 y enero de 2009, se prepararon nuevas
iniciativas de solidaridad internacionalista para denunciar el asedio y romper
el bloqueo. Primero fue la Gaza Freedom March, en 2009. Pero fue
sobre todo la primera Flotilla de la Libertad de 2010, asaltada por un
comando de élite israelí en aguas internacionales en un acto de piratería, la
que tuvo un mayor impacto internacional. El ataque israelí sobre el barco Mavi
Mármara de la Flotilla de la Libertad supuso que 10 personas fuesen asesinadas,
que medio centenar fuesen heridas de bala y que objetos personales de valor de
centenares de personas fuesen requisados para siempre por las tropas israelíes.
Laura Arau, David Segarra y Manuel Tapial, tres periodistas del Estado español,
sobrevivieron al asalto y fueron recibidos como héroes a este lado del
Mediterráneo. Posteriormente, en 2011, se organizó la II Flotilla, a la que no
le permitieron zarpar. La III Flotilla de 2015, un año después de los
bombardeos masivos sobre Gaza del verano de 2014 en que fueron asesinadas más de
2.200 personas (incluyendo a más de medio millar de niñas y niños), fue
interceptada nuevamente por tropas israelíes en aguas internacionales, como
también lo fue en 2016 la Women’s Boat to Gaza, en la que
participaron la militante hispano-palestina Jaldía Abubakra, la fotógrafa vasca
Sandra Barrilaro o la actriz valenciana Rosana Pastor.
El
nuevo genocidio iniciado en octubre de 2023 inauguró también el mayor episodio
de solidaridad internacionalista de la historia con el pueblo palestino. De
manera casi inmediata, miles de protestas fueron convocadas en todo el mundo.
El Armed Conflict Location and Event Data Project contabilizó 7.283
concentraciones y manifestaciones a favor del pueblo palestino sólo entre el 7
de octubre y el 24 de noviembre de 2023, aunque su número fue todavía mayor por
las dificultades de sumar datos de municipios y países pequeños. Del 7 de octubre
de 2023 al 7 de junio de 2024, el Crowd Counting Consortium registró sólo en
Estados Unidos unas 12.400 protestas propalestinas. De entre ellas deben
destacarse las movilizaciones judías antisionistas, protagonizadas por Jewish
Voice for Peace, entre las que figuran la ocupación del Capitolio de
Washington, además de las de la Estatua de la Libertad, la Grand Central
Terminal y la calle de Wall Street de Nueva York. Este año de genocidio y de
solidaridad ha demostrado que algo está cambiando en el corazón del imperio. En
septiembre de 2024, un estudio del
ministerio de Asuntos de la Diáspora israelí, estableció que el 66% de las y
los jóvenes judíos estadounidenses de entre 14 y 18 años simpatizaban con el
pueblo palestino. El pasado 22 de noviembre, el diario derechista israelí The
Jerusalem Post publicó que el 37% de las y los
adolescentes judíos de Estados Unidos expresan simpatía por Hamás. Esta misma
información revela que, específicamente entre las y los judíos estadounidenses
de 14 años de edad, el porcentaje de simpatía hacia Hamás sube hasta el 60%. Y
tampoco cabe olvidar que, al otro lado del Atlántico anglosajón, en Londres,
las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino desde octubre de 2023 han
llegado a sobrepasar el millón de asistentes.
En
el Estado español estamos viviendo el mayor episodio de solidaridad
internacionalista desde la Guerra Civil. Nunca antes tantos municipios durante
tantos meses seguidos habían protestado en las calles exigiendo el fin del
genocidio y el fin al comercio de armas y a las relaciones con Israel. Este
nuevo episodio histórico de solidaridad internacionalista, precedido y abonado
por casi 20 años de lucha popular y de movilización de la RESCOP, la
coordinadora estatal de solidaridad con el pueblo palestino, se inició en
octubre de 2023 con decenas de concentraciones y manifestaciones. Para conseguir
una mayor efectividad y aunar la estrategia, entre noviembre y diciembre de
2023, la RESCOP decidió convocar para 2024 un fin de semana de movilización
mensual coordinado. Así, el medio centenar de organizaciones que conforman la
RESCOP, junto a otras que se han unido este año que ahora acaba, consiguieron
que casi 100 localidades del Estado español saliesen a la calle en apoyo al
pueblo palestino y por el embargo de armas el fin de semana del 20 de enero de 2024.
Contabilizándose varios centenares de miles de manifestantes en total, el
domingo 21 de enero el presidente Pedro Sánchez tuvo que referirse a estas
protestas. Las convocatorias propalestinas también ocuparon la foto principal
de la portada de El
País de aquel día, así como de numerosos medios estatales e
internacionales. Posteriormente, en la siguiente jornada de movilización
estatal en torno al 24 de febrero, se
batió un récord de 104 municipios del Estado español manifestándose por
Palestina, desde grandes capitales hasta localidades de varios miles de
habitantes como Aínsa (Huesca), Berriz (Bizkaia), Cervera de Pisuerga
(Palencia), La Frontera (en isla canaria de El Hierro) o la Vall d’Alba
(Castelló). Las movilizaciones mensuales continuaron (siendo especialmente
numerosas en mayo y en octubre) hasta las últimas del pasado fin de semana del
14 de diciembre, centradas esta última vez en el lema “Ningún Puerto Para El
Genocidio”, dentro de la campaña Fin al comercio de armas con Israel
(#StopArmasConIsrael).
Entre
cada convocatoria estatal, se han sucedido innumerables actos de apoyo en todo
el Estado español, incluyendo vigilias, actividades culturales y de formación,
acciones físicas y campañas online de boicot a Carrefour, HP o McDonald’s o la
visibilización por parte de artistas de su rechazo al genocidio y su apoyo al
embargo de armas a Israel (como en la ceremonia de los Premios Goya 2024 o en esta carta pública
de octubre de la que se hicieron eco medios internacionales como The Guardian). Y
es que, además de las concentraciones y manifestaciones mensuales, cuya
principal petición ha sido el embargo de armas a Israel, esta campaña #StopArmasConIsrael
también consiguió presionar para que el 29 de febrero los dos partidos del
gobierno español, además de otros, votasen a favor de “efectuar la suspensión
inmediata del comercio de armas con Israel” en el Congreso, a iniciativa de
Podemos. Trece días más tarde, la Comisión de Asuntos Exteriores del mismo
Congreso votó a favor de poner fin al comercio de armas con Israel. Una encuesta había
demostrado que el 78% de la sociedad española está a favor de un embargo de
armas a Israel. Asimismo, entre mayo y junio de 2024, la RESCOP y la campaña
Fin al comercio de armas con Israel, lograron evitar que dos
barcos hiciesen escala en territorio español mientras transportaban armas con
destino a Israel.
Sin
embargo, el gobierno español no ha paralizado contratos en marcha de venta de
material militar a Israel, ha continuado comprando armas al régimen colonial
israelí –financiando así el genocidio– y sigue permitiendo que barcos
sospechosos de llevar material militar cuyo destino final sea Israel transiten
los puertos de Algeciras, València y Barcelona. Como han investigado miembros
del Centre Delàs como Alejandro Pozo y ha analizado
reiteradamente la periodista Olga Rodríguez, “a pesar de la extrema gravedad de
la actuación de Israel en la Franja de Gaza, las relaciones militares entre
España e Israel se han mantenido, en lo esencial, como venían siendo antes del
7 de octubre de 2023”. En el año posterior a octubre de 2023, sólo por València
y Barcelona han pasado 8.618 toneladas de material militar en su tránsito hacia
Israel. Entre mayo y septiembre de 2024, han hecho escala en el puerto de
Algeciras 25 barcos y casi 1.200 envíos con más de 13.000 toneladas de armas
procedentes de EE.UU. con destino al régimen genocida israelí.
El
embargo no es sólo un deber moral y humano, es un imperativo legal. El Tratado Internacional sobre Comercio de Armas, la
ley española 53/2007, así como la Posición Común de la Unión Europea de 2008,
prohíben la transferencia –compra, venta y tránsito– de material militar a
destinatarios que pueden emplearlo para perpetrar crímenes de guerra, crímenes
de lesa humanidad o genocidio. Asimismo, la Resolución de la Asamblea General de la
ONU del pasado 13 de septiembre ordena el fin del comercio, de las inversiones
y de las transferencias que puedan contribuir a la ocupación ilegal israelí
–cabe recordar que la Franja de Gaza es un territorio ocupado según distintos
organismos de la ONU, incluyendo el Consejo de Seguridad en su Resolución 1860– o emplearse como material militar en
los territorios palestinos. En junio de 2024, la Comunitat Palestina de
Catalunya demandó al gobierno español en la Audiencia Nacional por no haber
suspendido la compraventa ni el tráfico de armas con Israel, mientras que un
mes después la campaña por el Embargo de Armas a Israel, la RESCOP y un total
de 500 colectivos junto a Podemos, Sumar, Bildu y BNG registraron en el
Congreso de las y los Diputados una proposición de ley para forzar al Gobierno
a declarar un embargo de armas a Israel. Como reiteró Francesca Albanese en un acto también en el
Congreso organizado por la RESCOP y Greenpeace el pasado 18 de noviembre, el
embargo de armas a Israel es “lo mínimo” que un gobierno debe hacer para no
contribuir todavía más al genocidio y al apartheid contra el pueblo palestino.
Y como acaba de afirmar en una entrevista Ana
Sánchez Mera, integrante de la RESCOP y de la campaña Fin al comercio de
armas con Israel: “Tenemos un marco legal para un embargo a Israel, el Gobierno
no lo hace porque no quiere”.
Por
otro lado, la primavera de 2024 también acogió uno de las mayores expresiones
de este año de solidaridad con el pueblo palestino: las acampadas
universitarias. En todo el mundo, más de 300 acampadas
se solidarizaron con Palestina, incluyendo 30 en el
Estado español. Entre estas últimas, la que prendió la mecha
el 29 de abril fue la de la Universitat de València,
que tras ser impulsada por BDS País Valencià y Estudiants per Palestina se
convirtió también en la primera acampada del Mediterráneo y una de las cinco
primeras de Europa. Todas exigieron medidas de Boicot, Desinversiones y
Sanciones (BDS) a Israel, incluyendo el fin de colaboraciones y convenios
académicos de las universidades con instituciones israelíes y por supuesto el
embargo de armas al gobierno. El 9 de mayo, la Conferencia de Rectores y
Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE) contempló por primera vez “suspender los acuerdos
de colaboración con universidades y centros de investigación israelíes” y las
acampadas y los movimientos sociales de solidaridad con Palestina consiguieron
que al menos una docena de universidades del Estado español rompiesen
relaciones con Israel a final del curso pasado y en diferentes modalidades.
Recientemente, el Claustro de la Universidad de Zaragoza, el máximo órgano de
representación de la institución, ha aprobado “romper
relaciones con universidades, empresas e instituciones de Israel, de cualquier
tipo”. A todo ello también ha contribuido la nueva Red Universitaria por
Palestina (RUxP), que está presente en 46 de las 50 universidades públicas del
Estado español.
El
hilo rojo de la solidaridad nunca deja de tejerse ni de viajar. También lo
hemos visto en los municipios más afectados por la dana del 29 de octubre; ante
la negligencia criminal del gobierno de la Generalitat Valenciana, solidaridad
popular y organización desde abajo de los movimientos sociales. El 29 de
noviembre, justo un mes después de la catástrofe y Día Internacional de
Solidaridad Con Palestina, BDS País Valencià desplegó una bandera
palestina gigante en el Pont de la Solidaritat. Se trata de la pasarela que se
hizo famosa durante los primeros días y las primeras semanas posteriores a la
dana por permitir a miles de personas anónimas acudir desde la ciudad de
València –no podía accederse por carretera y ni por transporte público– a
ayudar a las personas y localidades del sur más afectados por la dana. Desde
las ruinas de la Franja de Gaza nos habían enviado vídeos de apoyo para
darnos ánimos y enviarnos su solidaridad por las consecuencias el desastre
natural del 29 de octubre. Solidaridad de ida y vuelta de un rincón a otro del
Mediterráneo.
En
el caso de muchas y muchos estudiantes, las acampadas fueron su primera
experiencia militante y ya no pueden dejar de movilizarse por Palestina. Así,
2024 ha sido el año del genocidio, pero también el año de la solidaridad. Un
año que está consiguiendo que, en medio de la muerte y la destrucción, la causa
palestina se convierta en una gran escuela militante. Para numerosas y
numerosos jóvenes, e incluso no tan jóvenes, este año de genocidio ha supuesto
un año de movilización solidaria que no podrán olvidar jamás. Un año en el que
han destinado parte de su tiempo a organizarse en la lucha popular y a
construir colectivamente la causa palestina, que este año ha sido, más que
nunca, la causa de la humanidad. Y es que, en medio del horror, la solidaridad
alberga la semilla de una Palestina libre y de un mundo mejor. Una Palestina
libre de genocidio y apartheid en la que todas las personas, sean judías,
musulmanas, cristianas o de ninguna religión, tengan los mismos derechos entre
el río y el mar. Algo que puede ser posible a medio-largo plazo porque podemos
estar viviendo el principio del fin del régimen
colonial israelí. Una Palestina libre y una solidaridad
internacionalista como contribución a un mundo mejor. Porque es imposible un
mundo mejor sin la descolonización y la liberación de Palestina.
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