LOS INVIOLABLES
JAVIER AROCA
La situación provocada por la conducta
de Juan Carlos y la condición actual de la monarquía española más se parecen a
las antiguas constituciones históricas en las que la persona del rey no solo
era inviolable sino sagrada, y eso no es propio de la voluntad abierta del
constituyente
Ya nos conformaríamos con que el rey se
comprometiese al cumplimiento estricto de la Constitución en lo que se refiere
a su inviolabilidad, interpretada en la persona de su padre de manera más que
extensiva por los juristas de la Corte o el cumplimiento de la ley
orgánica de 2015 sobre inmunidades y privilegios de jefes y exjefes de Estado,
firmada por él mismo, que recoge los compromisos internacionales del Reino
de España en esta materia.
Malos tiempos. Además coincide la petición con la escalada política de la Casa Real emprendida por su actual dirección y un momento polar en la política española en la que difícilmente se pondrían de acuerdo PSOE y PP para una eventual reforma de la Constitución. En todo caso, en Zarzuela se entendería como un signo de debilidad impropio de una monarquía con una dinastía de escasa o nula tradición democrática como la borbónica.
Sin embargo, como afirmó de manera acertada en su tiempo
José Antonio Martín Pallín, ni siquiera habría necesidad de reformar la
Constitución, bastaría con que se cumpliera la actual y que se aprobara de
una vez una ley sobre la Corona que no deje interpretaciones cortesanas a los
juristas más domésticos.
La situación provocada por la conducta de Juan Carlos y la
condición actual de la monarquía española más se parecen a las antiguas
constituciones históricas en las que la persona del rey no solo era inviolable
sino sagrada y eso no es propio de la voluntad abierta, no digo de la oculta, del
constituyente que ya recibió, sin embargo, el paquete real, un regalo, vía ley
de la reforma política de 1977.
Son deseos navideños, como que se descubran a la opinión pública
esos sondeos en manos de Adolfo Suárez sobre las preferencias republicanas de la
ciudadanía. En todo caso, ¿quién nos garantiza, sin que el legislador español
haya dicho palabra alguna desde los acontecimientos que han presidido el
reinado de Juan Carlos, que el actual rey no esté recayendo en los mismos
vicios de su padre?
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