TEORÍAS SOBRE LAS
NAVIDADES
POR LUCILA RODRÍGUEZ-ALARCÓN
120 migrantes procedentes de Mali se
integran en el pequeño municipio
de Monterroso, Galicia.Carlos Castro/ Europa Press
Las Navidades son en primer lugar las fiestas de celebración del refugio, o así lo veo yo. La línea argumental de lo que se celebra es el nacimiento de un niño que tendrá que huir de su país de origen porque su vida corre peligro. Jesús y sus progenitores salieron de Belén debido al acoso del rey Herodes, que quería matarlos. Fueron a Egipto. Ahí estuvieron muchos años hasta que Jesús volvió cargado de sabiduría y revolucionó la historia aportando una nueva religión que pretendía unir a los pueblos a través del amor. ¿Qué posibilidades tenía un niño, cuyo padrastro era un carpintero de Belén, o de Nazaret, de adquirir ese conocimiento? Tampoco la madre podía ser de ayuda puesto que las mujeres en aquella época no sabían leer y no podían ir a la escuela. Existen muchas tesis que sitúan a Jesús viajando por lugares donde entró en contacto con personas que le facilitaron el acceso, no solo a conocimientos humanistas, sino también al aprendizaje de idiomas, como el griego, que se supone que le permitió hablar con Pilatos.
Las
migraciones siempre han estado a la base de la esencia misma de nuestra
humanidad, pero además, son el catalizador del progreso. La transferencia
directa del conocimiento, de persona a persona, de vivencia a vivencia, de
cultura a cultura, genera el entendimiento más potente y más holístico que
poseemos. A eso se suma la diversidad y la ruptura de las denominadas
“purezas”. La diversidad es una capacidad biológica indispensable para nuestra
supervivencia. Es a través de los mestizajes que se van mejorando las
competencias físicas a lo largo de la existencia de las especies de nuestro
planeta. La falta de mezcla está penalizada en la naturaleza y da lugar a
individuos defectuosos o que carecen de las herramientas necesarias para
sobrevivir, por ejemplo, a pandemias o cambios climáticos. Y esto es válido
para todas las especies que van desde el melón, como bien sabe el ingeniero agrónomo José Esquinas,
hasta el ser humano.
Los
movimientos de personas durante la historia han generado cambios tan grandes
que quizás por eso ahora se esté intentando evitarlos. Es elevada la probabilidad
de que las migraciones pudieran ser el principio del fin de un status quo muy
deficiente, y extremadamente frágil. Un sistema tan elitista, tan
individualista, tan deshumanizado como el nuestro, debería estar a punto de
saltar en mil pedazos de forma natural. Y lo ideal sería que estuviéramos
trabajando en cambiar todas aquellas cosas que no están bien, generando
espacios de creación comunitaria, mejorando nuestras capacidades de generación
de conocimiento, progresando a través de modelos basados en el amor político
(como los que se supone que propone ese que se dice que nació en Belén). Sin
embargo, estamos perdiendo el tiempo mirándonos nuestro blanco ombligo e
intentando poner puertas al campo, gastando millones de euros en hacer daños a
otros seres humanos y facilitando que el odio sea la base de las catarsis
colectivas.
Las
navidades deberían ser la celebración del triunfo del refugiado. Deberían ser
un momento de celebración, de la revolución del amor, del nacimiento de una
nueva propuesta de relación entre las personas, que en muchos casos sigue
triunfando cada día en parroquias y familias que acogen y cuidan a millones de
personas que como el mesías han tenido que dejar sus casas para poder vivir.
Porque, es importante señalar y celebrar que en este país donde lo público nos
falla por todos lados, las comunidades crecen con fuerza, - que no es una
solución pero si el inicio de lo que luego puede ser una reconquista de lo
público. Y si bien ha habido mucho que reprochar a la iglesia, hay infinito que
agradecer a miles de parroquias. Como siempre, lo pequeño es extremadamente más
gratificante y consecuente que lo grande.
Como
con todo, podemos decidir qué son las Navidades para nosotras. Mi admirado
Francesc Mateu, hace un belén todos los años contando el nacimiento de Jesús de
una forma diferente. Hace 14 años Jesús nació en un cayuco, el año pasado en
Gaza (no os perdáis el precioso vídeo) y
este año en Albania en el CIE de Meloni. Yo todos los años me dedico a viajar,
como millones de personas que somos migrantes regionales y vivimos lejos de
donde nacimos o de donde viven nuestras familias. Igualmente las Navidades son
para mí un momento para descansar a tope a la par que me deslizo feliz con mis
familiares y amigos por una serie de rituales que me encantan. Derrocho amor,
recibo amor y cargo pilas de esperanza. Solo puedo desearos eso mismo, que
vuestra Navidad sea mucho amor, mucho descanso, mucho refugio y mucha esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario