FELIPE VI Y EL DISCURSO ULTRADERECHISTA SOBRE
LAS PERSONAS MIGRANTES
DIARIO
RED
El 3 de octubre de 2017, Felipe VI rompió la norma de no emitir un discurso
fuera de Navidad. Este año, ha roto la norma de no ser nunca explícito y
concreto. En ambos casos, ha dejado traslucir la misma ideología
Son las
21:00 del martes 24 de diciembre de 2024, las 20:00 en Canarias. Comienza el
mensaje de Navidad que Felipe VI —y antes su corrupto padre— lanzan todos los
años por todas las pantallas de televisión al mismo tiempo. Suena el himno de
España con tonos militares, mientras la cámara va recorriendo las estancias
imperiales y las lujosas decoraciones del Palacio Real. Si muchas veces se nos
ha dicho que el rey quiso transmitir austeridad mediante la elección de la
localización de su discurso de Navidad, en 2024 es evidente que ha querido
transmitir todo lo contrario: riqueza y poder.
Cuando la cámara enfoca por fin al monarca, sentado en una silla sin brazos en el medio de una lujosa y amplia sala, a nadie sorprende que empiece por Valencia. Al fin y al cabo, la operación mediática mediante la cual se intentó proporcionar a Felipe VI una suerte de momento fundacional "resistiendo" la indignación ciudadana en Paiporta no es ajena a ninguna persona con una mínima alfabetización política.
Al no tener un rey ningún tipo
de legitimación democrática, es necesario construir algún tipo de
"motivo" o "utilidad" que justifique su abultado salario,
el mantenimiento de sus palacios y su impunidad judicial
El
razonamiento es sencillo. Al no tener un rey ningún tipo de legitimación
democrática, es necesario construir en algún momento de su reinado
—preferiblemente, al principio— algún tipo de "motivo" o
"utilidad" que justifique su abultado salario, el mantenimiento de
sus palacios y su impunidad judicial a través del artículo 56.3 de la
Constitución española. En el caso de Juan Carlos I, ese momento fundacional fue
construido en torno a su papel durante el intento de golpe de estado del 23F.
Aunque todavía persisten muchas sombras sobre la naturaleza exacta de su
participación en aquellos hechos, lo cierto es que las fuerzas políticas y
mediáticas del régimen tuvieron un gran éxito a la hora de utilizar lo ocurrido
aquel día como la justificación última del reinado de Juan Carlos I: "el
rey salvó la democracia". Al no contar con nada similar Felipe VI y al
verse cada vez más cuestionada, por tanto, su utilidad, se hizo un primer
intento de generar un momento fundacional con el discurso del 3 de octubre de
2017. Sin embargo, su alineamiento con las posiciones de la derecha y la
extrema derecha fue tan explícito aquella noche que el intento fracasó. Por
ello, los diferentes operadores sistémicos no dudaron ni un minuto en abrazar
la nueva oportunidad que les brindó lo ocurrido en Paiporta. Así, frente a una
clase política que no hace su trabajo, que no es querida por su pueblo y que,
incluso, decide abandonar el lugar de los hechos cuando las cosas se empiezan a
poner tensas, el rey y la reina demostraron todo lo contrario —nos cantan los
juglares del régimen—: templanza, valentía, capacidad de escucha y ser, por
todo ello, los merecedores del amor de su pueblo. Por eso Felipe VI ha dedicado
este año la mitad de su discurso a Valencia y por eso la única foto que se pudo
ver encima de la mesilla en el enfoque de la cámara es una foto de los
voluntarios intentando sacar el barro de las calles: para apuntalar este nuevo
intento de generar un momento fundacional.
Todo el
mundo sabía que era exactamente eso lo que iba a hacer y, por eso, que lo haya
hecho no es relevante. Lo que hay que reseñar es lo demás.
Inmediatamente
después de acabar el apartado sobre Valencia, Felipe VI abordó uno de los otros
tres temas de especial relevancia que ha elegido destacar este año: la
inmigración. En el segundo de los temas —el acceso a la vivienda—, el monarca
llevó a cabo el habitual discurso vacío con el que simplemente intenta mostrar
sensibilidad pero no dice nada concreto y no se refiere a ninguna de las causas
del problema. Tímidamente mencionó al respecto un problema de
"oferta", alineándose así aparentemente con las tesis neoliberales
que sistemáticamente olvidan la existencia de 3 millones de viviendas vacías en
manos de los especuladores y que, en ningún momento, critican las prácticas de
los grandes rentistas. Pero lo cierto es que la referencia fue bastante oblicua
y, más allá de apelar genéricamente al "diálogo", Felipe VI no dijo
nada sobre vivienda que tenga algún tipo de consistencia o concreción. Tampoco
dijo nada concreto en el tercero de los apartados —los conflictos
internacionales—, donde ni siquiera pronunció la palabra 'Ucrania', y no
digamos ya 'Gaza' o 'genocidio'. Sin embargo, en el ámbito de la inmigración,
en el tema que eligió como el más importante después de la situación en Valencia,
ahí —y en contra de su práctica habitual consistente en no decir nada— el rey
fue sorprendente y preocupantemente explícito.
Felipe VI: "las
migraciones, pueden derivar —sin la gestión adecuada— en tensiones que
erosionen la cohesión social"
Por supuesto,
hizo referencia al origen de todas las sociedades como fruto de los procesos
migratorios y también reivindicó la vigencia de los derechos humanos;
básicamente, porque hacer lo contrario habría resultado por completo
inaceptable. Pero, al mismo tiempo, dio un paso muy significativo y para nada
habitual en los discursos reales de Navidad al enunciar de forma explícita
varios de los principales elementos argumentales que utiliza la extrema derecha
para generar rechazo y odio contra la población migrante. En primer lugar,
pronunció la siguiente frase: "las migraciones, pueden derivar —sin la
gestión adecuada— en tensiones que erosionen la cohesión social". A
continuación, apeló al "esfuerzo de integración, que corresponde a
todos" y al "respeto, también de todos, de las leyes y normas básicas
de convivencia y civismo" como dos de los pilares que deben guiarnos a la
hora de afrontar la inmigración. También añadió el tercer pilar del
"reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece", pero ya
había dicho que las personas migrantes generan tensiones, que no se esfuerzan
lo suficiente para integrarse y que violan las normas básicas de convivencia y
civismo. Por si quedaba alguna duda de la orientación ideológica del monarca en
esta materia, finalizó pidiendo "firmeza para luchar contra las redes y
las mafias que trafican con personas"; exactamente el punto principal de
énfasis de cualquier discurso de Santiago Abascal en este ámbito.
Como ya
hizo el 3 de octubre de 2017, Felipe VI ha vuelto a romper una de las reglas
consuetudinarias de sus discursos institucionales. Entonces, rompió la regla de
no hacerlos fuera del día de Navidad. Este año, ha roto la regla de no decir
nada concreto. En ambas ocasiones, lo ha hecho para emitir un mensaje
completamente alineado con las posiciones más reaccionarias. Cada vez más la
monarquía española se sitúa —por méritos propios— como un referente ideológico
de la derecha y la extrema derecha, algo que cancela por completo la función
institucional diseñada para ella y que anuncia —más pronto que tarde— su final.
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