EL POPULISMO
MONÁRQUICO
POR MARTA
NEBOT
El rey Felipe VI en su tradicional
mensaje de Navidad, grabado en el Salón de Columnas del Palacio Real.EFE/ Ballesteros/POOL
Ayer
era el día de los inocentes. Así que hoy debe ser el día de la post-inocencia.
Pensando en eso, me viene a la cabeza el rey Felipe VI y su monarquía,
que este año se ha cubierto de gloria, según algunos; otros solo le hemos visto
practicando populismo monárquico en el barro.
El término está más que justificado. La Casa Real fue la que propuso ir al epicentro de la DANA cuando allí todavía estaban buscando muertos, sin agua, ni luz, ni cloacas. De hecho, la comitiva de autoridades paró durante horas el flujo de las maquinarias y de los servidores públicos que estaban allí trabajando a destajo.
¿De
verdad creyó Zarzuela que su presencia ayudaría más que los trabajos de
emergencia que allí se estaban haciendo? ¿Fue
soberbia, egolatría o riesgo calculado? ¿Qué tenía de útil llevar al presidente
del Gobierno y de la Generalitat a la boca del lobo del dolor y la rabia
instrumentalizados? Puede ser que no lo vieran venir por un error de cálculo,
pero ¿por qué cuando la situación se descontroló y la turba empezó a agredir no
se subieron en sus coches y se marcharon? ¿Será que creen en los martirios y en
la santificación de los mártires absurdos? ¿Será catolicismo trasnochado? ¿Por
qué cuando la cosa se puso aún peor y el presidente del Gobierno fue agredido
con un palo, no se fueron todos a una por solidaridad, por defensa de las
instituciones, por seguridad, por sentido común, por recuperar la paz en una
zona tan azotada o como protesta por la violencia ejercida contra una autoridad
del Estado? ¿Por qué tanta insensatez es premiada con puntos de popularidad
malsana? ¿Qué tiene de heroico dejar que te griten y te lancen barro?
¿Para qué sirve, además de para ganar puntos en unos rankings muy
rancios? ¿Será la Casa Real tan inocente como pretende o la inocente es la
parte de la sociedad que le aplaude este populismo tan obvio?
No
contento con lo ya cosechado, Felipe VI, esta semana, en el discurso de Navidad
–el más escuchado de todo el año-, decidió seguir exprimiendo el barro. La
escenografía elegida lo dejó claro: plantó una silla en mitad de un pasillo del
Palacio Real y, entre alfombras, cortinajes y columnas, bajo techos a cinco
metros y un boato frío, se hizo acompañar solo por un árbol de Navidad, un
Belén y un marco de plata con una foto de la postdana. Aquello no pretendía
parecer ni un salón de casa, ni un despacho, ni una sala de prensa; era una
nada. Era él con sus mecanismos y su foto enmarcada.
Además,
esta vez, en el que dicen que fue su discurso más político desde el del 3 de
octubre de 2017, volvió a olvidarse de asuntos inolvidables para
cualquiera que pulse un poco la sociedad española. Por ejemplo, ni una palabra
sobre violencia de género, el terrorismo que más mata en España desde hace 20
años. El otro terrorismo no se caía de ningún discurso regio. ¿Será que hay
terrorismos más reales que otros? ¿Será que hay muertes que a la Casa Real le
importan menos?
Ya
el 3 de octubre dejó pasar el momento histórico que le hubiera permitido
reivindicarse como el rey de todos. No tuvo entonces, en ese instante crucial
tras el 1 de octubre, ni una sola palabra para los que vimos abusos en las
cargas policiales contra gente que iba a depositar un voto.
Y
es que el Rey -por lo que sea- se olvida de algunos temas y no se olvida de
otros (esta Navidad dio papel protagonista a la gestión de la inmigración en
España, el tema estrella de Vox). ¿Serán sus olvidos por no tocarles las
narices a sus más firmes defensores? ¿Será que los favorece porque es
consciente de la fragilidad de su corona, sobre la que oficialmente no se
pulsa la opinión pública desde 2015, cuando suspendió? ¿Será que ni él ni
ningún asesor toman en cuenta la parte de la sociedad a la que sus discursos no
representan? ¿Será porque no acaban de ser conscientes de que su papel solo
tiene algún sentido si intenta representarnos a todos? ¿Será inocencia? ¿Será
que creen que los inocentes somos nosotros? ¿Será que es capaz de rectificar o
serán éstos los últimos manotazos de ahogado de una institución que parecía
imprescindible en 1492?
To
be continued en 2025. Allí os espero.
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