MAR, MI VILLANO
FAVORITO
ISAAC ROSA
Las amenazas, bulos y maniobras de
Miguel Ángel Rodríguez, que hoy declara como testigo en el Supremo, son
continuación de lo que ya hacía en Castilla y León o en el gobierno Aznar años
atrás. El p'alante que ha querido convertir en su marca personal es el que
siempre ha aplicado en la cloaca mediática
Ranciedades machistas al margen, el paso de MAR por
Moncloa dejó otro tipo de huella no tan chistosa: la de sus amenazas a
periodistas, directivos y propietarios de medios, y sus intrigas para controlar
la información e intervenir en asuntos tan golosos como la guerra televisiva
del fútbol, incluso amenazando a todo un presidente de Antena 3 con meterlo en la cárcel.
Si eso hacía con un rico propietario, qué no haría con un plumilla.
Cuento esto para mostrar cómo las recientes amenazas, bulos y maniobras oscuras de MAR no nos pillan de nuevas a algunos. Su breve paso por el gobierno Aznar, y su anterior etapa en Castilla y León a finales de los ochenta, donde llegó a elaborar listas de periodistas díscolos que incluían información íntima, ya daban pistas de lo que podía hacer Rodríguez al lado de Ayuso: lo mismo que ha hecho toda su vida política, cada vez que ha tenido un cargo y, más importante, un presupuesto millonario para publicidad institucional, con el que comprar lealtades, conseguir eco para sus intoxicaciones, y castigar a periodistas y tertulianos que saquen los pies del tiesto.
Rodríguez se conduce en la jungla de la política
madrileña/española con el mismo estilo que en sus tuits:
como un macarra de discoteca, y que me perdonen los macarras de discoteca.
El p'alante que
ha querido convertir en su marca personal, es el que siempre ha aplicado en la
cloaca mediática: esta información, p’alante, aunque sea un bulo. Este
periodista, p'alante, sácamelo de la tertulia que tiene la lengua
muy larga. Este medio, p'alante, que lo voy a triturar por investigar y publicar
sobre los problemas con Hacienda del novio de Ayuso. Este fiscal general, p'alante,
que vamos a convertir el caso Ayuso en el caso Fiscal.
Supongo que MAR, que este miércoles declara como testigo en el
Supremo, se ve a sí mismo como un genio de la intriga política, un Rasputín
castizo que susurra al oído de Ayuso y maneja los hilos del verdadero Poder. Pero
es un villano de medio pelo, un fantoche cuyo único superpoder es el grifo
de dinero público con el que mantiene engrasados a todos esos Minions que le
siguen el juego.
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