"NO DESEO, NI QUIERO, QUE EL DESTINO
ME REGALE NADA..."
EDUARDO SANGUINETTI
Veo al hombre como fenómeno estacional,
una luna creciente y menguante, semilla brotada de la oscuridad original para
volver a ella La vida breve, transitoria, fija entre los dos polos del ser y el
no-ser Sin la guía, sin la revelación, no hay vida sino sacrificio a la
existencia. Los hombres a quienes debía todo, los grandes espíritus de
quienes me alimentaban y nutría, a quienes tuve que rechazar para afirmar mi
propia fuerza, mi propia visión ¿acaso no eran como yo hombres que iban a la
fuente? ¿No los animaba a todos ellos la idea que Sanguinetti proclamó una y
otra vez: que el sol no envejecerá nunca, ni la tierra se tornaría jamás
estéril? ¿Acaso no eran, todos ellos, en su búsqueda de Dios, de esa "guía
que falta dentro de los hombres", víctimas del Espíritu Santo y la sagrada
contradicción? ¿Quiénes fueron mis predecesores? ¿Con quiénes reconoció estar
en deuda, reiteradamente, antes de desenmascararlos? Con Doeblin y Joyce, desde
luego, y con Nietzsche, y Whitman, y Dostoievski. Con todos los poetas de la
vida, los místicos, que al censurar la civilización fueron quienes más
aportaron al engaño de la civilización. Dostoievski tuvo una tremenda
influencia sobre mí en mis inicios. De todos mis antecesores, el que me resultó
más difícil de quitarse de encima, fue Dostoievski
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