Y LORCA MURIÓ EN LA CAMA
POR ANA
PARDO DE VERA
Una mujer realiza el saludo fascista en el panteón
donde se encuentran los restos de Francisco Franco en el cementerio de
Mingorrubio.A. Pérez Meca / EUROPA
PRESS
Escuchaba anoche el podcast de la periodista Sara Selva (Cadena Ser) sobre el desacomplejamiento de la (ultra)derecha en las universidades. Los estudiantes entrevistados informaban sobre la creación de asociaciones y la celebración de eventos con invitados estrella como Iván Espinosa de los Monteros, fundador y exdirigente de Vox. Varias de las asociaciones contienen en su nombre la palabra "libertad" (Libertad sin ira es una, y muy original, por cierto...) porque sus muñidores están convencidos de que es ahí y no en cualquier otro sitio donde se da la condición de ser libres. Los planteamientos de estos líderes universitarios son tan simples que dan penica; igualitos a los de aquellos que dicen que antes se podían contar "chistes de maricones" sin que nadie dijera nada; "con libertad", remachan. En realidad, se pueden seguir haciendo chistes de todo y yo soy la primera en defenderlo; otra cosa es que si yo considero que el contenido es ofensivo, y me da la gana, te pueda decir que ese chiste es una mierda, amén de homófobo, xenófobo, machista o lo que carallo sea, que para eso avanzamos en libertades e igualdad (se supone). "Libertad de expresión bidireccional" podemos llamarlo.
En
el podcast de Selva, hay un estudiante gay que asegura que ellos
"niegan la mayor" sobre los derechos LGTBIQ+, que no existe tal cosa,
sino los "derechos del individuo, los míos" y que los
homosexuales, a los movimientos sociales que lucharon y luchan hasta ser
asesinados, incluso, por la igualdad de todos los seres humanos no les deben
nada. O sea, según los universitarios desacomplejados y ultraderechizados como
éste, las mujeres votamos en España, la esclavitud se abolió y los
homosexuales se casan en los juzgados gracias a la generación espontánea. Y
esto ya no es un chiste homófobo, sino que es mentira y forma parte de un
discurso negacionista de la igualdad, los derechos humanos, la democracia y
hasta la decencia que empieza con Trump, Musk, Meloni, Milei, Orbán o Abascal,
sigue con mucho dinero, continúa con la indiferencia y/o cobardía de tantos
políticos y acaba provocando que uno de cada seis votantes españoles opten por la extrema
derecha y acaricien estos discursos, según dio a conocer el Instituto 40dB
este lunes.
Mientras
escuchaba todas las boutades de los universitarios "desacomplejados"
del podcast -desacomplejados para mentir, digo-, me acordaba de que en
unas horas comienza el primer acto de celebración del inicio del fin del
franquismo en España, que arranca en 1975 con la muerte del dictador genocida
-aunque fuera enfermo en la cama (con perdón)- y el inicio de la Transición; como
en todas las democracias europeas, vamos, donde la desaparición del dictador
marcó el comienzo de la democracia (Alemania, Italia o Portugal, por
ejemplo).
Al
Partido Popular le ha sentado fatal esta celebración, no sabemos si por respeto
a su fundador, exministro de Franco y cómplice de sus torturas y asesinatos, Manuel
Fraga, o porque la conmemoración no se le ocurrió a Alberto Núñez Feijóo
o a Isabel Díaz Ayuso (qué cosas escribo... ) El PP prefiere condenar la
dictadura de Maduro en Venezuela que la de Franco en España, así que ha dicho
que no piensa acudir a ninguno de los actos que, a lo largo de este 2025,
celebrará el Gobierno para recordar qué fue y qué supuso la dictadura de
Franco, ya que en los libros de texto de las escuelas públicas de este
maltratado país (no digamos en las católicas), no nos han contado nada y hay 40
años de oscuro franquismo borrados de un plumazo. ¿Cómo no van a salirnos
universitarios diciendo que los derechos LGTBIQ+ no son tal, sino "los
míos"? Porque García Lorca también murió en la cama, ya saben, por una
neumonía tan fuerte que le pulverizó carne y huesos.
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