QUE LA CORRUPCIÓN QUE RODEA A SÁNCHEZ NO
NOS QUITE LA ESPERANZA
Cosas tan relevantes como que el hermano del presidente trabaja en el
conservatorio de Badajoz nos impiden conocer chismorreos como las facturas
falsas por valor de 1,7 millones del novio de Díaz Ayuso
El presentador
Pablo Motos se ríe con Isabel Díaz Ayuso en El Hormiguero. / Atresmedia
Quizá, impactado tras conocer la noticia de que el fiscal general del Estado podría haber hecho pública una información para desmentir un bulo o que la mujer de Pedro Sánchez está siendo investigada por haber usado un software gratuito en la universidad, haya pasado usted por alto que en los últimos tiempos en España han sucedido otras cosas. Asuntos, sin lugar a dudas, de menor calado que los anteriormente mencionados. Asuntos secundarios que, sin embargo, en el país de secundarios de la talla de Pepe Isbert, Florinda Chico o Luis Ciges, quizá merezca la pena conocer, aunque sea por cultura general o por entretenernos un rato mientras la justicia se apresura en esclarecer los asuntos realmente importantes.
Si
ha seguido usted de cerca la entrada de la Guardia Civil al despacho del fiscal
general para intervenir sus comunicaciones o el desfile de testigos en el
macrojuicio abierto contra Begoña Gómez, es lógico que no haya tenido hueco
para enterarse de temas de menor trascendencia, como que la pareja de la presidenta
madrileña Díaz Ayuso logró un botín de dos millones de euros
cobrando comisiones en lo peor de la pandemia. No sabrá, porque no afecta a su
día a día tanto como saber que el fiscal envía correos electrónicos, que ese
dinero que hizo millonario al novio de Ayuso salió de un directivo de la misma
empresa de sanidad privada, Quirón, a la que su novia y presidenta regaba desde
el Gobierno autonómico con decenas de millones de euros al tiempo que se los quitaba a la sanidad pública.
Mientras conocemos nuevos testimonios de lo que ya podemos llamar la Trama
Sánchez, que abarca desde registros de dominios de internet por valor de 25
euros hasta un hermano que trabaja en el exclusivo conservatorio de música de
Badajoz, quizá le interese saber, a modo de anécdota, que Alberto Quirón –así
lo tiene guardado en su agenda el jefe de gabinete de la Comunidad de Madrid–
emitió facturas falsas por valor de 1,7 millones de euros. No es relevante,
pero lo hizo para evitar pagar impuestos por las ganancias obtenidas con su
pelotazo sanitario. Y ya que estamos con asuntos menores permítanme un
chismorreo: con el dinero defraudado, además de coches de lujo, compró mediante
un testaferro un discreto pisito de un millón de euros en el que vive
actualmente la presidenta de la Comunidad de Madrid. Es lógico que no lo sepa
porque en España, salvo excepciones como aquel escándalo protagonizado por
Iglesias y Montero en el que pidieron una hipoteca para pagar de su bolsillo
una mansión de lujo de 400.000 euros, dónde y cómo viven nuestros políticos es
un asunto privado que debemos respetar.
A
la espera de que la Justicia esclarezca cómo consiguió el hermano de Pedro
Sánchez un trabajo en el conservatorio de música de Badajoz o cómo pudo ser que
el fiscal fuese el primero en filtrar una información previamente
filtrada por el entorno de Ayuso, es razonable no prestar
atención a asuntos cotidianos ajenos a los tribunales. Por ejemplo, que la
Xunta de Galicia concedió contratos a dedo por valor de más de siete millones
de euros a la empresa de la que es directiva la hermana de Feijóo mientras éste
estaba al frente del Gobierno gallego. O que el líder de Vox, Santiago Abascal,
ha traspasado ya un total de nueve millones de euros de subvenciones públicas a
una cuenta a nombre de una fundación de la que es el único titular. Uno no
puede estar a todo, igual que la justicia no puede abarcarlo todo. En un país
podrido por los numerosos casos de corrupción que rodean a Pedro Sánchez,
hacemos bien en dosificar nuestra preocupación. También en no generalizar la
sospecha. No todos los políticos son iguales y, como dijo el juez que ordenó
registrar el despacho del fiscal, no es necesario investigar el móvil del jefe
de gabinete de Ayuso ya que no hay motivos para sospechar que el tipo que
difundió un bulo para defender a un presunto defraudador fiscal mintiese en su
declaración jurada. Si perdemos la esperanza en el ser humano, ¿qué nos queda?
No hay comentarios:
Publicar un comentario