martes, 21 de enero de 2025

LA MALA VÍCTIMA

LA MALA VÍCTIMA

ANITA BOTWIN 

 

Foto: RTVE

Las víctimas tienen miedo a no denunciar por miedo a no ser creídas por la sociedad, pero tampoco por la justicia patriarcal

Las mujeres siempre estamos en el punto de mira, especialmente si además de ser mujeres somos feministas. No hablemos si esa mujer ha puesto una denuncia por acoso o agresión sexual. Si denuncias porque denuncias, si no lo haces es que algo estarás escondiendo. Sin embargo, los hombres no sufren este cuestionamiento constante, se da por hecho que ellas han exagerado o que están equivocadas o que quieren hundirles la vida. El relato construido es tan retorcido que se deja de juzgar socialmente al presunto agresor para juzgar a la víctima por "mala madre" o por irse de vacaciones con amigas después de haber sufrido una violación y además colgarlo en sus redes sociales como si no tuviera derecho a seguir con su vida.

Se juzga a la víctima, cómo se le ocurrió subirse al taxi con un desconocido o con un hombre que no le gustaba, o cómo se le ocurrió meterse en un portal con varios hombres estando borracha. "¿Por qué no le dijo que le dejara en paz en lugar de decir que se sentía incómoda?" Ya puso una denuncia anteriormente a otro hombre y la retiró, ¿cómo vamos a creerla? Como si ir a poner una denuncia o quitarla fuera nuestro mejor pasatiempo, como si ser juzgadas fuera nuestro hobby principal.

La cultura patriarcal se ha encargado de crear un relato en que las mujeres somos manipuladoras o mentirosas

Se juzga a las víctimas y se pone en el foco constante sobre sus hechos antes, durante y después de las agresiones. Mientras tanto, se nos olvida que las víctimas deberían ser protegidas por el Estado y sentirse así en todo momento.

La cultura patriarcal se ha encargado de crear un relato en que las mujeres somos manipuladoras o mentirosas, queremos sacar dinero y hundir las vidas de los hombres, todo ello para restarle importancia a los hechos del agresor.

También se tiende a juzgar los comportamientos de las víctimas después de suceder la agresión, como si existiera un solo patrón, cuando la realidad es que se comportan de manera dispar, no existe ni debe un canon de la buena víctima. De hecho, según expertas y psicólogas, existe la misma probabilidad de que una víctima se encuentre de apariencia calmada o que parezca furiosa o afectada.

De Harvey Weinstein se decía que algunas de sus víctimas tuvieron relación con él después de los hechos y afirmaron que tener una buena relación con alguien tan poderoso como él era algo casi obligado si querían conservar sus puestos de trabajo. Ello se une al hecho de que muchas víctimas tengan sentimientos de culpabilidad y crean que podrían haber actuado de otra manera para evitar las agresiones o el acoso.

La sospecha sobre quienes denuncian agresiones sexuales es constante, y está atravesada por la cultura de la violación, el patriarcado y la duda constante hacia las mujeres. No ocurre que a alguna víctima de otro delito se le atribuye o se le tache de mentirosa, pero a las víctimas de violencia de género, sí.

Las víctimas tienen miedo a no denunciar por miedo a no ser creídas por la sociedad, pero tampoco por la justicia patriarcal. Si la judicatura no tienen perspectiva de género es improbable que se pueda creer a la víctima y se la cuestiona desde el principio realizando preguntas como pudimos ver en el sumario de La Manada o en los videos que se han filtrado del juicio de Errejón. "Es que no entiendo por qué se sintió violentada" dijo el magistrado Adolfo Carretero tras escuchar el testimonio de Elisa Mouliaá. Efectivamente, no entendió nada porque no está formado ni un ápice en materia de género y jueces patriarcales como él no deberían poner sus manos en nuestros casos, maltratando así a las víctimas una vez más. Sin embargo y tal y como explica Irene Montero en X, "sólo sí es sí significa que es él quien debe asegurarse de que hay consentimiento. Exigir a las mujeres resistencia expresa —asumiendo que solo hay agresión si hay violencia o intimidación— es cultura de la violación y un prejuicio de la justicia patriarcal".

Sin perspectiva de género las víctimas están perdidas y seguirán sin ser creídas por gran parte de la sociedad, por lo que es necesario ponerse las pilas y por supuesto no dudar de su testimonio más allá de coincidir o no en el rol de la buena víctima que tenemos en nuestro imaginario machista. No dejemos solas a las víctimas, no caigamos en la trampa del patriarcado. Hermana, yo sí te creo.

 

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