sábado, 18 de enero de 2025

LA GRAN BODA FASCISTA

LA GRAN BODA FASCISTA

ROSA MARÍA ARTAL

 Este lunes, en Washington, se escenifica la gran boda fascista. Trump se ha cuidado de invitar al evento a la corte que quiere le acompañe en su cruzada: lo más radical de la ultraderecha. En la autocracia que se inaugura, Trump pone el ordeno y mando y Musk, el espectáculo que da rienda suelta a sus sueños más enfebrecidos

Están invitados, además de la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán, el francés Eric Zemmour, más ultra aún que Le Pen; Milei, presidente de Argentina; Nayib Bukele de El Salvador; Daniel Noboa, de Ecuador; Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil. O el español Santiago Abascal. Los viejos simpatizantes del fascismo entre los periódicos españoles aprovechan la ocasión también para seguir definiéndose en lo que querían fuera una crítica más al presidente del gobierno Pedro Sánchez: “Trump ningunea a Sánchez en su toma de posesión e invita a Abascal”. 

Afortunado Sánchez por no tener que ir o argüir alguna excusa. Michelle Obama declaró públicamente hace unos días que no acudiría al evento -su marido se verá obligado por el cargo-. Está siendo cuestionada por ello, dado que además es mujer y negra, cuando apenas nadie recuerda que Trump no fue a la toma de posesión de Biden rompiendo una tradición histórica en el país. Había propiciado el asalto al Capitolio, como para ir a felicitarle por su elección.

Y sin duda veremos a los grandes empresarios tecnológicos que pierden el oremus por postrarse ante Trump. El Washington Post, adquirido por Jeff Bezos (Amazon) acaba de cambiar su lema: «Democracy Dies in Darkness» (La democracia muere en la oscuridad), por ofrecer “Narrativas fascinantes para todo Estados Unidos”  

El nuevo tiempo que inaugura este festejo aterra a los dirigentes más templados del mundo, a cualquier demócrata. Los golpes de efecto como el alto el fuego en Gaza esconden tras la gran noticia de un posible -ya veremos- fin de la guerra, del genocidio palestino, un acto de fuerza de Trump. También con Netanyahu –Hamás y todo el pueblo palestino ya estuvo suficientemente amenazado hace unos días–.

“Netanyahu ha entendido de repente cuál es exactamente su posición con relación al nuevo presidente estadounidense. Se ha dado cuenta de que Trump habla como quien pronuncia un dictado, y que nunca podrán adelantarlo por la derecha”, escribe el periodista Nadav Eyal como resalta Peter Beaumont en ElDiario.es.

Eso es lo que no se está entendiendo en la dimensión que va a alcanzar. Lo de Trump/Musk es una autocracia peligrosísima en el que el magnate pone el ordeno y mando iracundo aún y el otro, el espectáculo que da rienda suelta a sus sueños más enfebrecidos. Hasta habla de chips incrustados que potencian la inteligencia de los “afortunados” receptores. Y parece tener muy avanzado un proyecto, un resort en algún otro planeta para que los ricos puedan escapar si se produce un colapso de la Tierra. Lo peor es que el plan tiene algunos fallos fatales: El SpaceX, el megacohete de Elon Musk ha explotado sobre el Caribe y provocado el desvío de aviones. A esos niveles se mueve.

No se dan cuenta –parece– quienes, en la euforia del triunfo de los de su órbita, arrecian en el trumpismo de sus hechos y declaraciones. Al máximo: el inefable Mazón, aquí, el propio PP y las nuevas generaciones de ultras mentirosos del partido burlándose de los asesinatos de palestinos en Gaza, con datos falsos sobre subvenciones. Ni lo enlazo, ya lo habrán visto. Dan asco.

Es incuestionable que el PP sueña con ese posible futuro inmediato en el que la trampa sea la norma y todo su sucio entramado los catapulte a la Moncloa. Puigdemont ya vuelve a poner zancadillas al gobierno, lo que está por ver es que los votantes catalanes secunden un gobierno de Feijóo o Ayuso con Abascal y sea esta su peor jugada.

La Unión Europea tiene un grave problema como no reaccione y su tibieza y hasta miedo no augura precisamente nada muy optimista, aunque menudo papel puede suponer la rendición sin más, pensemos que haya ahí algunas cabezas pensantes y con el coraje necesario. En todas partes se van a necesitar ese tipo de dirigentes. En todas partes, desde luego.

Un 30 de enero de 1933, el presidente alemán Paul von Hindenburg nombró canciller de Alemania a Adolf Hitler, líder del Partido Nazi. No parece que tuviera la concurrencia de tantos dirigentes políticos extranjeros. El imperio trumpista que despega, autócrata sin duda, se adereza con excentricidades varias y aparentes inventos espectaculares, con el entreguismo de unas gentes para quienes lo primero es el dinero y el yo, y lo segundo el yo y el dinero. Pobres diablos sucumbirán en justicia poética que viene de la pura lógica. Se prevén zancadillas en el heterogéneo grupo de poder, no demasiadas, porque el lema es el mismo. O casi. Y porque el poder lima discrepancias y dispara prioridades.

De cualquier modo, a la gran boda con el fascismo el día 20 en Washington van muchos dirigentes instruidos y reclutados por Bannon que no puede ni ver a Elon Musk, No sé si de ahí puede derivarse alguna vía de esperanza. La mejor y más lógica sería la de los pueblos, “Nosotros, los pueblos”, como rubrica la Carta Fundacional de las Naciones y Unidos y decía a menudo Federico Mayor Zaragoza. De cualquier modo, su acto de inauguración -que así se llama- llega como a lomos de unos idus de enero enfurecidos como él, porque el frío extremo va a obligar a celebrar el acto en el interior del Capitolio que siempre será más deslucido. No tendrá la foto de toda la explanada aplaudiéndole aunque ha pesado llevarles a una estadio con capacidad para 20.000 personas y acudir después. No será raro que algunos de sus muchos seguidores negacionistas del cambio climático y de cualquier racionalidad, vean en ello con temor algún designio fatal.

 

 

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