VIAJA BARATO CON RYANAIR A UN GRAN
CENTRO DE TORTURAS
POR SATO
DÍAZ
El CEO de Ryanair, Michael
O'Leary, en una foto de
archivo.DPA vía Europa Press
"Cosas
hermosas". Donald Trump regresó este lunes a la Casa Blanca,
al Despacho Oval, después de cuatro años. Un grupo de periodistas le
acompañaron en la mudanza y mientras firmaba sus primeras decenas de órdenes
ejecutivas, le preguntaron sobre la situación en Palestina, el alto el fuego anunciado por Hamás e
Israel y por la reconstrucción de la Franja de Gaza. El
mandatario ultra no decepcionó con su respuesta.
"Gaza es interesante. Es un lugar estupendo. Está junto al mar. El mejor clima. Todo es bueno. Es como si se pudieran hacer cosas hermosas allí". El presidente estadounidense frivolizaba con un lugar en el que, hasta hace pocos días, se perpetuaban los bombardeos. Los supervivientes de la ofensiva israelí buscan, bajo los escombros, los restos de sus familiares. Durante meses hemos contemplado, casi en directo, un genocidio a la población palestina. Han sido asesinadas casi 50.000 personas a manos del ejército sionista, muchas de ellas menores de edad.
El
clima cálido y mediterráneo de Gaza no difiere mucho del de Dajla, en el Sáhara
Occidental ocupado por Marruecos. Este último es más extremo, el desierto no
amortigua el golpe cálido del día y frío de la noche, y el Atlántico es más
abrupto que el Mediterráneo. Sin embargo, la mayor cercanía al ecuador levanta
las temperaturas, así los turistas que pasean por la antigua Villa Cisneros
española pueden hacerlo en manga corta aunque sea enero. Dajla es una
península, amarrada por una hilera de arena al continente africano. Así, tiene
dos líneas de playa: la occidental se topa con la infinidad del océano; la
oriental, con una amigable bahía. El oleaje es completamente distinto en una
cara u otra de la península, ideal para tomar el baño por la mañana y hacer
surf al atardecer.
Hace
una semana, el sábado 18 de enero a las 14:05 despegaba desde la T1 de Barajas el
primer vuelo regular Madrid-Dajla, un vuelo fletado por la
aerolínea de vuelos lowcost Ryanair. El turismo masivo es el símbolo del
siglo XXI y convierte los paisajes y las ciudades en escaparates. Marruecos
lleva años fomentando el turismo en el Sáhara Occidental, territorio que ocupa
militarmente en contra del Derecho Internacional. Para que los turistas puedan
hacer surf y visitar Dajla plácidamente, el régimen alauí ha tenido que silenciar
a la población saharaui, usando los métodos más terribles que podemos
imaginar. Los territorios ocupados del Sáhara Occidental son una gran cárcel a
cielo abierto para los saharauis.
En el primer vuelo de Ryanair a
Dajla viajó Público, de la mano del periodista José Carmona. Este, junto a dos activistas españoles de la
Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS-Sáhara),
fue expulsado al día siguiente de los territorios ocupados. Una vez más,
Marruecos ejercía por la fuerza el poder dictatorial y fulminaba la libertad de
información de un periodista.
Las
violaciones de los derechos humanos de la población saharaui en las
zonas ocupadas por Marruecos son sistemáticas, así lo atestiguan testimonios de
víctimas, pero también organizaciones internacionales de la talla de Human
Rights Watch o Amnistía Internacional. Asesinatos, violaciones a mujeres,
desapariciones, torturas, encarcelamientos arbitrarios en prisiones tenebrosas...
Los casos de algunos activistas como Aminetu Haidar, Sidi
Mohamed Dadash, Hamed Hamad o Sultana Haya han
sido reconocidos internacionalmente. Sin embargo, muchos relatos quedan
enterrados bajo la arena de la ocupación.
Pocos
periodistas logran entrar al Sáhara Ocupado, menos todavía a Dajla, por eso son
tan importantes los testimonios que Público ha podido recabar y que
publicará próximamente. Detrás de las paredes de las casas alrededor de las
cuales los turistas pasean en busca de una terraza con vistas al mar para
degustar pulpo, se ocultan historias de torturas, muerte y
desapariciones.
El
regreso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos también ha supuesto
otra desaparición, la de la línea que separa en el mapa oficial de la CIA el Sáhara
Occidental de Marruecos. Un acto simbólico que es toda una
declaración de intenciones de la nueva administración estadounidense. El
magnate se despidió de su anterior mandato con una declaración vía Twitter de
que el Sáhara debe de pertenecer a Marruecos. La apertura de un consulado de
Estados Unidos en los territorios ocupados, precisamente en la ciudad de
Dajla, sería el siguiente paso para materializar por la vía de los hechos una
ocupación ilegal en cuanto al derecho. Esta es la reclamación de Mohamed VI,
rey marroquí, a Trump.
Hace
unos meses se conocía la sentencia del Tribunal de Justicia
de la Unión Europea que reconocía que los recursos naturales del
Sáhara Occidental deben de ser explotados por los saharauis y que el expolio
por parte de Marruecos es ilegal, que el legítimo representante del pueblo
saharaui es el Frente Polisario y que el Sáhara Occidental no es Marruecos,
son dos países diferenciados. Los pasos dados por Trump van en contra de
esta sentencia y son una prueba más del periodo oscuro en el que nos
adentramos. Los derechos, la legalidad y la institucionalidad pasan a un segundo
plano, los intereses de los poderosos están por encima de todo ello.
Prima
la voluntad de quienes quieren hacer de Dajla (y por qué no de Gaza) un destino
turístico a explotar por grandes cadenas hoteleras y aerolíneas occidentales,
prima esto a la propia vida de los habitantes de estos territorios a los que se
les dan dos opciones: observar y acatar la ocupación o desaparecer.
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