jueves, 30 de enero de 2025

LA VISITA(NARRATIVA)2

LA VISITA(NARRATIVA)2

DUNIA SÁNCHEZ

La madrugada se junta con el amanecer. Todavía en la playa no pasea nadie, la visita de sus  habituales parece desaparecer en este clima inestable, ramificado en un invierno que enciende nubes plomizas sobre sus ojos, sobre sus pisadas, sobre sus espaldas y parece retenerlos hacer una grávida pausa en sus costumbres. Saco del armario un bañador, un viejo bañador liso. Bajo con una toalla y un polar como abrigo. Camino un pequeño rato por la avenida hasta llegar a la altura de la playa chica, lugar donde la marea parece estar en más calma. La casa roja me mira, una casa roja de muchos años, estancada en el tiempo , remodelada a disfrute de sus dueños. Piso la arena, húmeda, fría, antipática. Gaviotas y pardelas alborotan esta mañana donde aun temprano la nada convive con ellas, solo la marea. Dejo mis cosas y me aproximo a la orilla, aunque el tiempo apunte malestar la marea esta bajando. Tengo frío, un aliento a algas y caracolas me recorreré como parte de esta isla. Es tanto la gelidez del aire que mi cuerpo se halla a la misma temperatura que el agua. Despacito, haciendo amago de algún ejercicio introduzco mi cuerpo en la amplitud de la marea. Y nado…nadar en lo interminable del océano. En mi ruta observo banco de peces, sargos, fulas, salemetas , etc….Mi sentido tomo aliento , por un instante la fatiga me viene, me falto poco para llegar a la barra, ese amasijo de piedras donde la historia de formación de la isla cuenta. Llego y me siento, respiro pausadamente para recobrar las ganas de seguir. Mientras miro ese horizonte, la isla vecina se ve con claridad, eso dice que vendrán más y más lluvias. Y llueve, estoy mojada, no importa. Después de la barra el mar profundo, el mar rabioso, el mar inestable. Corrientes que traen mundos misteriosos, oscuros a la superficie. Un cetáceo pasa por mis ojos. Varios cetáceos pasan  por mis ojos. Detenidamente suspiro y contemplo este hito en mi vida. Una gran masa de animales admirables tanteando las proximidades de la barra. Es como si se comunicarán conmigo. Les hablo, como si fueran dioses de este inagotable e infinito océano. Les hablo, como si fueran existencia que con su canto gutural enviase mensaje de nuestro destino. La alegría y una cierta paz empapa mis miembros, helados, tiesos, descansados. Aprovecho para conversar con ellos, ahora, donde el silencio de las gentes puebla este zona. Aprovecho para enviar un saludo cordial. Y ellos me contestan , me hablan de lo amargo que es a veces el océano, un océano de la nada donde lo violento puede desalmar vidas, donde la huida, está presente. Y ellos me contestan, en su movimiento rítmico, acompasado con la tonalidad de la vida, de una existencia realzada en el fluir de los vientos. Considero este instante casi perfecto. Sí, rozo la perfección cuando las ballenas erigen a mi y me escuchan. Y me dicen, de la oscuridad. Y me dicen, de las muertes. Y me dicen de la paz. Y me dicen , de la desesperación. Y me dicen , de lo bello que este mar. Me vuelvo a la orilla, nado hasta la playa con una energía repuesta, con el orgullo de esa visión, de ese dialogo con las hijas de este mundo. Ya hay personas rutinarias a la vez que un sutil sol quiere venir. Cojo mis cosas y me voy a casa. Miro el buzón, una carta. Subo y la dejo en la mesilla. Tengo frío tal que quebranta mis huesos, el sol se aviva más. No tengo ganas de ducharme y me dejo el salitre, dicen que es bueno para preservar la piel. Me visto, no sin antes planchar la ropa, este será el calor que me zanjará este tembleque mío.  Y se sienta, ella, se sienta. Sus pensamientos recorren ese crepúsculo donde ha avistado los cetáceos, donde ha charlado sobre las devastadoras inclemencias del humano, donde ha visto la realidad de los días, la inevitable perfección de sus movimientos. Que somos parte del agua. Si seres del agua, de algún cometa que ha dejado del hielo de sus escombros vida en este planeta. Y sentada mira la carta, sus ojos gravitan en la letra del remitente. Se pone las gafas, el tic-tac de la jornada avanza y el tiempo que no es tiempo la lleva a abrirla. No sin antes tomar un respiro y ser parte  de ese encontrarse con si misma. Lee sus pensamientos y los sueños se acuerdan de sus prisas, de sus miedos, de sus ganas de vivir. Se acuerda de su juventud. Tan lejos que es imposible renovarla además que no lo deseo. Acaricia ese sol que viene, el temblor se ha marchado, ha perdido el rastro de toda su vida pasada... Y ello le sienta bien, se asoma a la ventana y sus pulmones se inflan del hoy, de ese vuelo en la tranquilidad de sus sentidos, de sus emociones.

 

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