PRÓXIMA ESTACIÓN,
WATERLOO
POR ANA
PARDO DE VERA
El presidente
del Gobierno, Pedro Sánchez, en La Moncloa,
A. Pérez Meca /
Europa Press
El
presidente del Gobierno, en un fin de semana en el que todos lo daban por
herido (muy grave) en recuperación de un mal golpe -el rechazo al decreto ómnibus la semana pasada-,
ha vuelto a sorprender con una negociación a toda máquina, también en sábado
y domingo, para volver a aprobar otro decreto ya a medida de Junts. Las
tres cuestiones principales del decreto pasado -aquí, decreto 1-
permanecen en el decreto al que el Consejo de Ministros dio luz verde este
martes -acá, decreto 2-. Es decir, la revalorización de las pensiones,
las contribuciones estatales para daminificados/as por la dana -tres
meses hace de la tragedia y Carlos Mazón sigue presidiendo la Comunitat
Valenciana, aunque el PP, su casa, haya votado en contra de esas ayudas en el
Congreso- y la prórroga de ayudas al transporte público.
La propuesta a la que se oponía Junts, la moratoria de los desahucios para personas vulnerables, cuenta ahora con un "sistema público de avales y garantías para propietarios e inquilinos", que Pedro Sánchez ya había anunciado hace unas semanas y con cuyo añadido al decreto 2 los independentistas catalanas de Carles Puigdemont han aceptado la medida. Asimismo, el Gobierno aceptará la tramitación parlamentaria de la cuestión de confianza que quiere Junts, aunque no su aprobación. La cuestión de confianza es una prerrogativa que depende exclusivamente del presidente y a la que Sánchez no considera oportuno someterse únicamente por el independentismo catalán: la desconfianza PSOE-Junts sigue, aunque ha sido sorteada otra vez con una negociación exhaustiva hasta el último momento del decreto 2, antes de la reunión semanal de ministros y ministras este martes.
Ahora
faltan los Presupuestos de 2025, la joya de la corona de la gobernabilidad tras
la investidura. Junts no promete nada ("medida a
medida", insisten), pero si con los decretos 1 y 2 se ha
sudado sangre, es muy posible que para alcanzar un acuerdo de mínimos en las
cuentas, haya que añadir algunas vísceras a la exudación líquida. Nadie lo
descarta en el Ejecutivo, de hecho, las negociaciones para las cuentas
anuales llevan meses produciéndose con altísima intensidad.
¿Cómo
es posible que el Partido Popular no contemplara la abstención en el decreto
1 para evitarse ahora el bochorno de tener que comerse las propuestas que
han presentado en las Cortes y que son las mismas a las que votaron
"no"? La negociación in extremis del Ejecutivo, llevada con la máxima
discreción, ha pillado a Alberto Núñez Feijóo con el pie cambiado y la
mirada corta. En un desayuno en Madrid al que acudió a presentar al presidente
de Melilla, Juan José Imbroda, horas antes del Consejo de Ministros
del decreto 2, el líder de la oposición tachó de inmoral a
Sánchez por no aprobar la revaloración de las pensiones ("Es
antipolítica, además de ser inmoral que el Gobierno utilice su debilidad
parlamentaria, responsabilizando de esa debilidad a la oposición")
Horas después, esta subida quedaba confirmada por parte del propio Sánchez en
rueda de prensa en La Moncloa.
No
es de extrañar que el portavoz del PP, Borja Sémper, o el alcalde de
Madrid, José Luis Martínez-Almeida, hayan acusado a Sánchez de someterse
al inquilino de Waterloo (Bélgica), residencia del líder de Junts. Sémper mantuvo
en una rueda de prensa en la sede nacional del PP que el Gobierno permaneció
"encerrado en una sala de La Moncloa a la espera de que Puigdemont
autorice desde Waterloo que arranque el Consejo de Ministros". El regidor
capitalino fue más allá, recordando el mantra del "prófugo de la
Justicia" que nos gobierna en España, porque lo cierto es que se trata
de un calificativo que se oía menos en el PP desde que Feijóo ofreció a Junts
una moción de censura contra el presidente del Gobierno, contando, además, con
la bendición del líder de Vox, Santiago Abascal.
Es
curioso -o no- que ni Sémper ni Almeida sigan sin ser conscientes de que ese
argumento, por lo que explicaba antes sobre una moción de censura PP-Vox-Junts,
suena a insulto clamoroso a ciudadanos y ciudadanas. ¿De dónde creen el
portavoz del PP y el alcalde de Madrid que vendría el 'sí' a una moción de
censura contra Sánchez? ¿De Caracas? Sería mejor que en la (ultra)derecha
vaya renovando el argumentario: imaginen, si no, cuando Sánchez negocie directamente
con Puigdemont, por ejemplo, para tratar de sacar adelante los Presupuestos del
Estado. ¿Porque con quién creen en la calle Génova que negociaría Feijóo una
moción de censura? ¿Con Corina Machado?
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