domingo, 26 de enero de 2025

LO DE JUNTS. LO DE MONCLOA

LO DE JUNTS. LO DE MONCLOA

Junts puede mandar al gobierno al garete. Su público lo vería como una manifestación de poder, a falta de otra. Pero no puede rebajar pensiones, subir transportes o facilitar un gobierno PP-Vox sin extinguirse

GUILLEM MARTÍNEZ

Pedro Sánchez y Miriam Nogueras, durante una reunión mantenida

el 13 de octubre de 2023. / Junts

1- Esta semana Junts ha conseguido materializar su fantasía húmeda: ser el partido más determinante de la legislatura.  

2- Para ello le ha bastado reducir los ingresos y subir el precio de los servicios a, zas, varios millones de ciudadanos. Se trata de una manera de fabricar política que maltrata, y mucho, a los propios votantes de Junts –en su mayor parte pensionistas o en trance de serlo–. Parece una actitud sorprendente, pero solo hasta que uno recuerda que, con ella, Junts emite algo muy común en la época: lo que el historiador de la economía Carlo Cipolla denominaba, de manera académica y con notas a pie de página, estupidez. Y que definía en estos términos: la capacidad de hacerse daño a uno mismo, intentándolo hacer a una tercera persona. 

3- En el trance de emitir estupidez cipolliana, Junts, en todo caso, ilustra, sin saberlo, dos fenómenos distintos, que este articulete intentará esclarecer. 

4- A saber: fenómeno a) o el más literal: que Junts no se encuentra el culo con ambas manos –se trata de un fenómeno habitual, mundial, que explica la época; una época en la que paulatinamente, desde los años ochenta, las personas más sensibles y preparadas han ido abandonando ese terreno baldío, inmune a los cambios que no exija el mercado a gritos, denominado política–. Y, fenómeno b) o la debilidad parlamentaria de Moncloa –un grupo formado, como todo en política, por el residuo seco de todo lo que no marchó corriendo, paulatinamente, desde los ochenta–, que recibe apoyo parlamentario de otros partidos –también poblados por personas que forman el residuo seco de todo lo que no marchó, etc. 

5- Pero empecemos por el principio/ el fenómeno a) ¿qué ha hecho Junts mientras accedía a su redescubrimiento semanal de Cipolla? Simplemente llamar la atención. 

6- Como ustedes saben, se puede llamar la atención con, pongamos, un rajote en la falda, o con, pongamos, un lanzallamas. Junts ha hecho lo segundo. Lo que indica que en su gramática no existe el rajote/la sofisticación, sino el lanzallamas/la desmesura. Es decir, la ausencia de cálculo alguno. Junts, un partido que no existía hace diez años, es la suma de CiU con todo lo contrario: la total y absoluta, fría y llamativa y constante ausencia de cálculo. Les paso los grandes hits en los errores de cálculo de Junts. Como verán, el extinto pájaro bobo, tristemente desaparecido, cometió menos errores de cálculo.

7- Error de cálculo 1: iniciar –una especie de– proceso de autodeterminación para, en realidad, acometer una lucha electoral contra otro partido catalanista. Error 2: poner fechas/realidad a un proceso que, simplemente, era mera propaganda/ficción. Error 3: emitir una DUI fake para, simplemente, prolongar la partida de chicken game con el otro partido catalanista con el que competían, cuando se comieron con patatas todas las fechas señaladas. Error 4: emitir una DUI fake porque, simplemente, el Gobierno Rajoy se negó, como cualquier gobierno planetario en ese trance, a fijar por escrito que no habría represión jurídica, esa suerte de pacto que nunca se hace por escrito. Error 5: abandonar el Govern Aragonès, pasar de crear cuadros y aparato, reducir los profesionales al líder y a cuatro gatos, creando con ello un partido leninista de derechas, sumamente vertical y, por ello, inasequible a Cipolla y a los errores de cálculo. Error 6: montar un entramado parainstitucional y paraeconómico en el exterior/Waterloo, sustentado en donaciones ciudadanas, llamarle a todo ello República Catalana y, pumba, mangar, con cierta profesionalidad, la pasta donada, según informan desde ahí adentro. Error 7: confirmar, como líder supremo, al responsable de todos esos errores de cálculo, que redujeron aún más el escaso autogobierno de una autonomía, y que han llevado a, fundamentalmente, una crisis llamativa en el uso social del catalán, así como al nacimiento en Catalunya de un nacionalismo esencialista y extremoderechista, similar al español.

8- Junts es un partido que solo puede llamar la atención actualmente en dos puntos geográficos. El punto a) serían los informativos de TV3. Es llamativo este hecho tras el advenimiento del PSC en la pomada/la Gene. Lo que indica que los medios de comunicación públicos son en Cat lo que el Judicial en el Estado: algo a su bola, sin freno y dotado de obediencia ciega y absoluta al mito nacional. Esta instrumentalización, con lanzallamas, de TV3, habla también de la crisis del uso del catalán: un medio que debería ser útil para garantizar el uso del catalán, para crear estándar y neologismos, cotidianidad, se utiliza, en otro error de cálculo, para emitir política Cipolla. El punto b) sería el Congreso, el punto que le es más ajeno a Junts y que más desconoce. Importante: tras una década en la que los cuadros, mayormente, se piraron a su casa, no ha existido transmisión cultural de cómo actuar en el Congreso, de cuál es su normalidad y su subnormalidad, sus atajos y sus barrancos. Por lo que en el Congreso Junts hace aquello para lo que fue creado. Obedecer, en modo Cipolla, a un líder bregado en una gran sucesión de errores de cálculo.

9- ¿Por qué llama la atención Junts? Básicamente, porque no ve resultados ni cumplimiento en lo que acordó con PSOE Moncloa para investir a Sánchez y para investir a Francina Armengol. ¿No se ha cumplido lo negociado? Para ello habría que recordar lo que se negoció.

10- Para el pack Sánchez se negoció que el PSOE reconociera a) las aspiraciones indepes de una parte de Cat, b) la existencia de un conflicto histórico y c) el hecho de que Cat es una nación. Todo eso quedó reconocido en el texto del pacto PSOE-Junts, en el preciso momento de su firma. Es decir, era muy poco, nada, a cambio de una legislatura. Otro error de cálculo de Junts. También se reconoció d) la existencia de lawfare –posteriormente, de manera explícita por parte de Sánchez; en su carnes–. Se aceptó elaborar e) una Ley de Amnistía –la gran realización del pacto para lo de Sánchez; aun sabiendo, ambas partes, que nunca culminaría el intento; por los jueces–. Se aceptó f) la participación de Cat en instituciones europeas e internacionales –un clásico de la política esp; que no se ha cumplido, en lo que es otro clásico de la política esp–. También se pactó g) la creación de una mesa de diálogo en Suiza, moderada por un relator –lo que nos lleva al punto 9; no se lo pierdan–. Para el pack Armengol se pactó h) el uso de lenguas oficiales en el Congreso. Funcional y en activo. También se pactó i) la oficialidad del catalán en Europa, algo muy improbable: pocos Estados europeos quieren reconocimiento de minorías, esa inestabilidad del Estado aquí y en Lima. Queda la baza posible, si bien de difícil probabilidad, del uso del catalán en el Parlamento Europeo. Veremos. También se pacto j) una comisión de investigación para los atentados de 2017, otra k) para la cosa –sic– “cloacas del Estado”, y otra l) para la cosa Pegasus, que se crearon, que siguen y que están todo lo vivas, o muertas, que está una comisión parlamentaria. Pero no se vayan, que aún hay más, amigos. 

11- La mesa de Suiza es, simplemente, otra mesa, que convive con otras dos. Una mesa ERC-Govern y una mesa Gobierno-Govern. Creadas y olvidadas porque su sentido no era tanto usarlas como apuntarse el triunfo –ante el electorado de Junts o de ERC, según– de haberlas creado, de haber demostrado fuerza aparente ante el Estado. Por eso estas mesas son tan profusas. Por eso sirven para tan poco. Por eso siempre se crearán más y más mientras se olvidan las anteriores. Por eso mismo, la mesa de Suiza dio lugar a otra mesa más informal pero, a ratos, más determinante, en 3, 2, 1. La mesa Puigdemont-Cerdán. Reunida en momentos de calentón de Junts, cuando se tenía que tirar para adelante una votación en el Congreso, la mesa, en 2024, negoció que antes de 2025 se formalizarían dos cosas que no existían en los pactos para lo de Sánchez y lo de Armengol. Dos cosas cuya función, como siempre, era la de ser exhibidas como éxito ante los votantes. Dos cosas altamente improbables, pero que podían llevarse a cabo, con suma rapidez y facilidad, en su acceso y forma –tan estimada por los políticos cat y esp– fake. Una cosa sería m) el traspaso integral de las competencias en inmigración, y la otra n) el traspaso integral de la cosa poli, de manera que los Mossos gestionaran también las fronteras.

12- ¿Qué es lo que quiere Junts? ¿Quiere lo pactado en la mesa Puigdemont-Cerdán? Quiere, sencillamente, algo. Algo grande y de colores. Algo para ofrecer a sus electores, de manera que entiendan y admiren, por enésima vez, el poder de Junts, esa concesión –por lo común, inservible, fake– de su negociador. Algo, cualquier cosa. Algo espectacular e inútil, que será rápidamente olvidado, por lo que necesitará otro algo. Eso, algo, es lo que quería Puigdemont cuando exigió que el gobierno se sometiera a una moción de confianza. Esa exigencia, muy parecida en su operatividad a exigir que el gobierno asista al Congreso con la ropa interior por fuera, ilustra dos cosas. La cosa 1) es el agotamiento –más allá de Junts, incluso– del catalanismo, que no sabe qué pedir, que no sabe qué imaginar, que no tiene nada que decir, por lo que va diciendo maximalismos variados y contradictorios: indepe, moción de confianza, Mossos en los aeropuertos, expulsión de inmigrantes si no hablan catalán –algo, por cierto, que suprime y contradice el catalanismo anterior, su éxito, incluso; en modo Cipolla–. A Junts, la clave de una mayoría parlamentaria gubernamental, podría bastarle con un rasgo ridículo, como una foto de Puigdemont con Sánchez, si no fuera porque ya necesita algo más gordo y palpable para poner a los pies de sus votantes. Algo de lo que carece en todas partes salvo en TV3 y en el Congreso: una manifestación de poder. Ese no saber ilustra la inexistencia de una agenda del catalanismo para el siglo XXI. La ausencia de esa agenda explica el lanzallamas, usado esta semana para quemar pensiones y rebajas sustanciales en el transporte, haciendo en ese trance el Cipolla. Ilustra la profusión de errores de cálculo, al carecer de cálculo alguno, esto es, de objetivos. La cosa 1) es, en fin, el agotamiento del catalanismo. Es un agotamiento grave. Es EL problema en Cat, que nadie osa exponer, como nadie osó exponer en su día lo que sucedía de 2012 a 2017.

13- La cosa 2) no es, a su vez, moco de pavo: es el agotamiento, similar, del Estado del 78. Como el catalanismo del 78, ya lo ha dado todo. No solo no tiene nada que ofrecer, sino que solo imagina restricciones a lo ofrecido hace chorrocientos lustros. 

14- El PSOE es parte de ello, en su modalidad nada qué ofrecer. Aún no verbaliza que el R’78, ese inmovilismo, superó su límite de inmovilismo con la crisis del 2008, con el 15M y con la cosa procés, con el discurso del rey del 3-O, y con las injerencias y restricciones a la política emitidas por el Judicial que, al contrario que el catalanismo, el PSOE y las dos nuevas/viejísimas izquierdas, tiene una agenda. Probable, además. Recordemos, hermanos, que en el programa de la Heritage Foundation –el pre-programa político, la poética de Trump– se especula con el fin de las elecciones, lo que confirma un mundo que alude, ya con suma naturalidad, a la regresión, esa consecuencia del inmovilismo prolongado, esa dinámica nacida en los años ochenta.

15- Con la cosa 1, nos acercamos al fenómeno b) o la debilidad parlamentaria del gobierno. Se trata de un gobierno al que le cuesta imaginar –la imaginación es una región de la inteligencia– posibilidades. Va experimentando con ellas, con demasiada lentitud y contradicción. No proclamará la crisis democrática bajo ningún concepto, pues eso excede su cultura. Pero está reaccionando, de alguna manera, al golpismo judicial –creo que ya lo podemos llamar así–. Ha emitido, en ese sentido, una amplia reforma de la carrera judicial. Se trata de la emisión –efectiva, si bien sumamente tardía– de un ataque a los fundamentos y la reproducción de la APM, la asociación reaccionaria de jueces que está imponiendo su visión del Estado, la justicia, la democracia y la política. 

16- La segunda reacción de Moncloa es un plan de doce nuevas medidas para combatir la crisis de la vivienda. Su verdadera originalidad es no contar con las aportaciones de los sindicatos de inquilinos, que poseen una agenda socialdemócrata, sumamente moderada, existente en Europa, en ocasiones en Estados de tradición sumamente conservadora. El sello de la incapacidad de Moncloa para imaginar soluciones –es decir, también para construir mayorías; para captar al votante de las nuevas izquierdas, seriamente desencantado, al punto de bajar tres puntitos en el último CIS– es la inclusión de medidas neoliberales de catálogo, las que nos han traído hasta aquí, las que confirman la cultura del PSOE, su límite. Como la desgravación de 100% para los propietarios. 

17- De manera más críptica, Moncloa emite otras adaptaciones a la nueva realidad –la inestabilidad parlamentaria; la guerra cultural–. Una es el rumor –sólido, me dicen– de hacer coincidir las elecciones andaluzas con las generales. En 2026, por tanto. Lo que, me dicen los que saben, sería un error, al no haberse comprendido la dinámica andaluza –en general, las dinámicas autonómicas, no muy optimistas para con el PSOE y sus cambiazos de líderes autonómicos desde Madrid/Moncloa–. En esa táctica, en esa solución 2026, sería central –para Moncloa– la aparición de un nuevo canal televisivo en septiembre. El consumo de televisión baja en picado en todo el mundo, pero en Esp ese medio es en el que transcurre la política. Poco más. Ese canal sería otorgado a Prisa, que recibiría pasta para el asunto por parte, me dicen, de Baleária, cuyo gran ideólogo está fuertemente ligado al PSOE. La idea sería: a) un canal, fiel al partido, es decir, a Moncloa, para alejar las elecciones. O, b), glups, un canal para facilitar la travesía del desierto tras ellas, en la ignorancia de que esta vez la travesía del desierto sería larga. O eterna, si Trump jubila las elecciones en cuatro años y da con ello el pistoletazo mundial para un Ordine Nuovo.

18- Junts puede llevar al gobierno al garete. Su público lo vería como una manifestación de poder, aplaudible, a falta de otra. Pero no puede, sin extinguirse, a) rebajar pensiones, b) subir transportes o c) facilitar un gobierno PP-Vox. Ni siquiera puede hacer todo eso con un canal de televisión en propiedad. Moncloa, que puede gobernar sin presupuestos, esa ya rutina, no puede facilitar ninguna manifestación de poder –real, que no sea fake, claro– a Junts, pero carece de la imaginación para crear una manifestación de poder fake para Junts. Y de la valentía para ver que esa ausencia de ideas es la prueba de que el sistema ya lo ha dado todo y es ya inasequible a un cambio, por leve o absurdo que sea. Aunque tenga un canal de televisión en propiedad. 

19- El drama está servido. Será un drama Cipollesco. Porque parece que explotará en la opción más Cipolla del arco parlamentario.

 

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