EL GOBIERNO DE LOS
IDIOTAS
Donald Trump — AdMedia/Starface / Imago / ContactoPhoto
La retórica antiintelectual que caracteriza a Trump no es inocente; está diseñada para fortalecer la conexión con sus bases más reaccionarias mientras perpetúa dinámicas de exclusión y opresión
La segunda presidencia de Donald Trump
apenas acaba de comenzar, y el panorama es alarmante. Si algo
ha quedado claro en estos primeros días, es que el mandatario norteamericano
sigue siendo el mismo: un líder que combina discursos cargados de
ideas inconexas con una evidente ignorancia en política internacional que, aunque
pueda resultar cómica en la superficie, esconde graves consecuencias. La
retórica antiintelectual que caracteriza a Trump no es inocente; está diseñada
para fortalecer la conexión con sus bases más reaccionarias mientras
perpetúa dinámicas de exclusión y opresión.
A pesar de aparecer como un movimiento antisistema, el trumpismo no es más que una ilusión. Al igual que otras manifestaciones de extrema derecha, su propósito genuino no es cuestionar las estructuras de poder, sino fortalecerlas. Trump representa un tipo de política que parece brindar soluciones inmediatas y llamativas, como aranceles superficiales y discurso proteccionista, pero en verdad salvaguarda los intereses de las élites económicas, garantizando que los ultrarricos, las grandes empresas tecnológicas y las industrias extractivas continúan acumulando riquezas.
La "guerra contra
lo woke" y la oposición a las políticas de igualdad serán su
auténtico campo de acción
No se producirán modificaciones
significativas en el sistema económico que sostiene las desigualdades, aunque
sí se implementarán acciones llamativas destinadas a fomentar el resentimiento
de sus electores hacia grupos desfavorecidos. La "guerra contra
lo woke" y la oposición a las políticas de igualdad
serán su auténtico campo de acción, ya que es en ese ámbito donde el trumpismo
encuentra su fundamento de legitimidad, y además no implica un costo relevante
para los intereses que realmente protege.
La agenda de perpetuación en el
poder
El primer mandato de Trump enseñó
lecciones evidentes sobre su estrategia política: debilitar las instituciones
democráticas para garantizar que el cambio de poder se vuelva inviable. Su
dominio sobre el Tribunal Supremo, afianzado en su mandato
anterior, ilustra cómo la extrema derecha emplea los recursos del sistema para
desmantelarlo internamente.
En este momento, con mayor experiencia y
respaldo institucional, es probable que se implementen nuevas medidas
autoritarias. Limitaciones al derecho al voto (básicamente a los afroamericanos),
propagandas de desinformación masiva y relatos que dividen a la sociedad serán
las herramientas de esta lucha por mantenerse en el poder. Este empeño, además,
será respaldado haciendo referencia al "enemigo externo”, posiblemente
China y la inmigración, y al "enemigo interno", que abarca a
disidentes, personas racializados y grupos LGTBIQ+.
La reacción ante los avances
sociales
Un motor fundamental del trumpismo es la
respuesta agresiva ante los progresos en igualdad, antirracismo y derechos
individuales. Por numerosos de sus electores, la diversidad y el pluralismo son
vistos como una amenaza un peligro al mito del dominio anglosajón blanco que
Trump se compromete a recuperar. Por ello, existe un fervor al atacar todo lo
que se considera woke: iniciativas que luchan por la justicia racial,
la equidad de género o los derechos de las personas LGTBIQ+.
En este marco, la estrategia de Trump
aspira a devolver a los blancos anglosajones el privilegio y control que, según
creen, han perdido. Esta narrativa perpetúa desigualdades estructurales y
normaliza la violencia simbólica y física hacia las
comunidades racializadas, que serán las más impactadas por las políticas del
trumpismo.
Es cuestión de tiempo antes de que los
votantes de Trump, actualmente eufóricos, enfrenten la realidad: las promesas
sociales y económicas no se materializarán. Al igual que en ocasiones
anteriores, se utilizará el concepto de la "herencia recibida" para
explicar los fracasos, al tiempo que se apuntará a adversarios internos y
externos como culpables de los problemas que enfrenta el país.
La maquinaria del trumpismo está
configurada para dirigir la frustración de sus seguidores hacia aquellos que
abogan por un mundo más equitativo
No obstante, esta desilusión no se
manifestará en reflexión o remordimiento. La maquinaria del trumpismo está
configurada para dirigir la frustración de sus seguidores hacia aquellos que
abogan por un mundo más equitativo. Este ciclo de rencor y contención
constituye la base de la táctica política de la ultraderecha.
Con la segunda presidencia de Donald
Trump ha llegado el gobierno de los idiotas. Pero, aunque
efectivamente el presidente, en muchas ocasiones, parezca un completo imbécil,
en esta ocasión los idiotas son votantes que han permitido volver al poder a un
personaje que ya intentó un Golpe de Estado para revertir un resultado
electoral. Ellos van a ser los paganos de la edad de oro del
fascismo que se avecina. Al otro lado estaremos los demás.
La retórica del trumpismo y la extrema
derecha es ruidosa, pero nuestra reacción debe ser clara y contundente: no
dejaremos que el odio y la exclusión marquen el futuro.
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