LA LECHERA
JOSU AIZPURUA
GRIS, todo era gris
en aquellos años, 40 casi, de la Dictadura, y la Lechera también. En ella
viajaban los grises, los encargados de tapar a porrazos la voz del Pueblo, y
los de la BPS, eran los que de paisano detenían y te dejaban en sus manos.
Los despreocupados
jóvenes de hoy día, frivolizando entre progres y fachas, no quieren comprender
lo que esa dicotomía contiene, y su inevitable final de confrontación. Los
Pueblos con futuro se basan en consensos sociales. El Estado78 es
guerracivilista y sin futuro.
Yo sólo tengo que hurgar en mi memoria para verme contra la Lechera, manos en alto y junto a otros jóvenes, o personas de aspecto “vasco”, en plena Plaza de Indautxu donde se pretendía una manifestación de una veintena de obreros clamando por su sueldo y otros veinte estudiantes que añoraban Libertad. Más de dos horas recibiendo golpes y patadas, y algunos ya meados pues no daban permiso para moverse.
A su criterio,
media docena pasarían a detención y el resto tras algún golpe póstumo saldría
hacia su casa.
Y esto en los
estertores del Franquismo, con Franco en cama o en tumba; era constante.
A esto volvemos
entre las bravatas de los actuales partidarios de la derecha y la izquierda. Sus
“victorias” no llevan a esto de nuevo.
A 2025, la armonía
de un Estado, y el Estado78 quiere serlo, consiste en una base sólida de
consenso, que el desarrollo Institucional no la traicione.
Pero el
protagonismo indebido de los de Toga Nostra, su pretensión de juzgar a los
progresistas y asentar en un trono a los partidarios del inmovilismo ultra, ha
cambiado el sentido de la Transición que en sus interpretaciones convierten en un
Franquismo sin Franco. Buenos y Malos.
El aparato judicial
del Estado78 está necesitado de una revisión general para adaptar a sus
miembros a la función que una sana justicia necesita y una aceptación de
su función como una de las tres institucionales, todas ellas sujetas al
principio de la decisión popular expresada en el voto. No hay una supremacía de
sus leyes sobre el voto mayoritario.
Nada tiene de
preminente la institución judicial, ni sus miembros son aceptados por el
Pueblo, por encima de los electos en Parlamento, lugar que en Democracia
representa las tendencias y elige las que más convienen a la mayoría, sea de un
Partido o Coalición. Nada significa en Democracia el rebaño de puñetas con
ambiciones y extraños vínculos.
Del Bus a las
Lecheras se pasa en un tris, si no se colocan en su orden las Instituciones y
la lucha de clases se transforma en la lucha de instituciones. Con ello la
brecha antidemocrática tiene lugar sin límite.
En 1978 el poder judicial no tuvo sentido de Transición y se limitó a esconderse en las togas sin hacer nada para dar pasos hacia un Nuevo Estado para todos. Hoy explota aquella indiferencia traidora y la democracia está coja del poder judicial.
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