AYUSO Y SU PLAN
MALVIVE
POR ANIBAL MALVAR
La presidenta
de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a 24 de enero de 2025.Alberto
Ortega / Europa Press
Daba
el viernes este periódico noticia sobre los pisos que el Plan Vive de Isabel Díaz Ayuso
ofrece a los ciudadanos madrileños como gran apuesta para solucionar el
problema de la vivienda. La conclusión que uno saca es que los pobres, o sea,
los posibles beneficiarios, son gente desagradecida. Dato mata a relato: 930
inmuebles se sacaron al mercado y se colocaron, pero 526 familias se han
negado a aceptar las condiciones. Que se vayan p'alante a Cuba,
que diría Miguel Ángel Rodríguez.
La presidenta madrileña está consternada, me dicen fuentes solventes. Ofreció a sus votantes libertad y ponerles un pisito. Más o menos lo mismo que le entrega a su mismísimo novio. ¿Qué mayor muestra de amor al pueblo que tratarlo cual si fuera tu churri, tu gordi, tu estafi, tu todo?
Hay
una escena fabulosa en Million dollar baby, la gran película del
paradójico Clint Eastwood, en la que Maggie Fitzgerald, una
boxeadora que ha logrado dinero y fama después de cumplir los 30, le regala un
chaletazo a su madre. Y la cabrona de la señora no se pone contenta. Más bien
bufa. Le reprocha a su hija que cómo se le ha ocurrido ponerle mansión. A ver
cómo limpio yo todo esto, tonta l'haba, le dice en perfecto inglés.
Haberme dado el dinero, le grita.
Pues
a Isabel Díaz Ayuso le pasa como a Maggie Fitzgerald, y yo siempre lloro viendo
esa escena de la película. Así que cómo no voy a llorar mirando cuando se hace
realidad en carnes de mi presidenta. Pobre Maggie y pobre Ida. Víctimas de su
propia esplendidez. Bajo las balconadas de la Real Casa de Correos, deberían
poner a dos coroneles con dos cubos recogiendo las lágrimas de Ayuso. Pues son
lágrimas que la historia no olvidará.
Quizá
un poco de culpa también la tiene Ayuso, pues ofreció a los madrileños libertad
para tomarse cañitas y a lo peor acudieron a ver sus pisos en estado
ebrio. Porque de otro modo no se entiende. O sea, el Plan Vive te alquila una
vivienda en Tres Cantos por 888 euros al mes, concretamente un bajo de 40
metros, y lo desprecias. Es que no sé adónde vamos a llegar, con tantas
ambiciones. Si apenas es el 78% del sueldo mínimo interprofesional por 40
metrazos. Luego el IBI, la comunidad, el agua, la luz, el transporte de los
niños y el peyote que te los pague Txapote, que eso es lo que votó el
pueblo madrileño y soberano.
40
metros cuadrados de sótano a 28 kilómetros del centro de Madrid por solo el 78%
de tu sueldo es una ganga. Por mucho que los que rechazaron la oferta se quejen
de que los materiales de construcción eran muy en plan playmobil.
A caballo regalado no le mires el diente, que decía mi abuelo.
Resaltan
desde la Comunidad de Madrid que estas magníficas ofertas inmobiliarias
solo fueron posibles con la noble colaboración entre lo público y lo privado.
Si es que lo que funciona una vez, funciona siempre. Los madrileños, con
nuestros impuestos y nuestras cañitas con montaíto de calamares,
regalamos suelo a las constructoras. Los florentinos, encantados con el regalo,
mandan un propio adonde playmobil a comprar ladrillos y ventanas,
subcontratan a varias empresas semiesclavistas para que erijan rápido y barato
el presunto edificio y, finalmente, los mismos florentinos alquilan al
ciudadano 40 metros de sótano por 888 euros. Es un modelo de gestión de lo
público que no deja de asombrarme por su generosa eficiencia.
Isabel
Díaz Ayuso es una incomprendida. A pesar de sus talentos y su edad, es una de
esas madrileñas solteras que no puede permitirse el lujo de vivir en su propia
casa sin compartir. Y ya sabes lo azaroso que es compartir casa. Te puede
tocar de compañero cualquier delincuente.
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