ERIC CANTONA CONTRA
EL TERRAPLANISMO
POR DAVID
TORRES
Eric Cantona propinándole una patada a un aficionado que lo insultó.X
La
semana pasada se cumplieron treinta años de la espectacular patada voladora con
la que Eric Cantona respondió a los insultos racistas de un espectador
que, además, estaba haciendo el saludo nazi. Por las redes sociales circulan
estos días montajes donde la demostración de kung fu de Cantona se estampa
en la jeta de Elon Musk en el momento de alzar el brazo derecho llamando a
un taxi. El gesto levantó cierta polémica, en primer lugar, porque no había
taxis cerca y, en segundo lugar, porque parecía que Elon Musk también estaba
haciendo el saludo nazi. El gesto venía a decir, más o menos, que el hombre más
rico del mundo y flamante asesor presidencial se estaba cagando simbólicamente
en las tumbas de los cientos de miles de soldados estadounidenses muertos en
Sicilia, en Anzio, en Normandía y en las Ardenas durante la Segunda Guerra
Mundial.
Numerosos expertos en protocolo histórico y anatomía gesticular analizaron el saludo de Musk, calculando cuánto había alzado realmente el brazo, el ángulo de torsión en el que estaba inclinado, el arrebato de entusiasmo que embargaba a su propietario, sus alarmantes vínculos ideológicos con la extrema derecha, así como su posible déficit mental. Se comentó que Musk simplemente había hecho el saludo romano, concretamente el saludo romano de Mussolini al llegar al poder en 1922, ya que los emperadores, tribunos, centuriones y patricios romanos no tenían la costumbre de airear el sobaco de un modo tan cerril.
Afortunadamente,
la Liga Antidifamación, una organización judía creada con el fin de luchar
contra el antisemitismo, revisó atentamente el video de Elon Musk saludando al
tendido y declaró que ahí no veía nazismo por ningún lado, que el nazismo hoy día
está en la kufiya palestina y en las manifestaciones en contra del genocidio de
niños en Gaza. Para corroborar su afirmación, Musk participó el sábado por
videoconferencia en un mitin del AfD alemán, un partido que, aparte de
utilizar ocasionalmente eslóganes nazis y símbolos nazis, y de defender una
ideología abiertamente nazi, no se considera neonazi ni por asomo. En una de
sus mejores novelas, El hombre en el castillo, Philip K. Dick
imaginó una ucronía donde el Eje ha ganado la Segunda Guerra Mundial,
dividiendo los Estados Unidos en dos zonas de influencia: la occidental bajo la
égida del imperio nipón, la oriental a cargo de los sucesores del Führer. Cada
día que pasa, los grandes libros de Dick se van convirtiendo sin querer en inquietantes
profecías de Nostradamus.
Aquella
patada voladora le costó a Cantona nueve meses sin pisar un estadio de fútbol y
una condena de dos meses de prisión, que fue conmutada por 120 horas de
servicios comunitarios. Cuando le preguntaron si se arrepentía de lo que había
hecho, Cantona confesó: “Sí, me arrepiento de no haberle dado más fuerte”.
Muchos años después, en 2009, protagonizó una comedia deliciosa de Ken Loach,
Looking for Eric, donde emergía del póster que tenía colgado en su
dormitorio un pobre cartero de Manchester para ayudarle a encarrilar su vida.
No me hagan mucho caso, porque no tengo ni idea de fútbol, pero sospecho que
hoy día no hay muchos futbolistas capaces de inspirar a un cineasta una
película y al resto del mundo lo que hay que hacer ante un idiota repelente
que repite el saludo fascista.
De
hecho, en fascinante contrapunto con el recuerdo de aquel incidente mitológico
de Selhurst Park, estos días media España comenta las descacharrantes declaraciones de Javi Poves,
presidente y entrenador del Colonia Moscardó, en las que dijo, entre otras
memeces, que el hombre nunca ha pisado la Luna, que la Tierra es plana sin
ningún género de dudas, que el Vaticano es el dueño del planeta y que las
dos guerras mundiales en realidad nunca sucedieron. También es verdad que en un
programa llamado El Partidazo de COPE no iban a entrevistar a Neil
deGrasse Tyson, por eso Poves hizo la pregunta del millón: “¿Quién te dice
a ti que yo no soy más listo que Kepler?” Te lo dice cualquiera con un dedo de
frente, incluso un niño de diez años que haya estudiado un poco, cualquiera
excepto un periodista deportivo. Por lo general, y salvo honrosas excepciones,
a un futbolista es mejor juzgarlo por su trabajo con los pies dentro y fuera
del campo. Pero ya les digo que yo no tengo mucha idea de fútbol.
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