lunes, 13 de enero de 2025

LAS CALLES DEL INFINITO

LAS CALLES DEL INFINITO

DUNIA SÁNCHEZ

Callejuelas perdidas en el infinito del pasado. Pasos de carretas llevando el olvido. Es invierno. Un cielo cenizo, con nubes que exprimen llovizna se aproxima. La gelidez resta a la palabra y somos callada orilla de los sentidos, de las emociones, de esa charla que se eclipsa en lo absurdo. Veo su imagen. Una imagen de yeguas descarriladas , desbocadas en el sufrimiento de la carga. Alguien grita. Alguien es sostiene una palabra que se la lleva la lluvia, que se la lleva el viento. Y el viento también viene. Mis ojos se precipitan a consumir ese aliento de la naturaleza y suspira. En la carreta van los hijos de la peste, del abandono, los delirantes. Un amasijo de carne, sangre , huesos y quejidos tétricos que nos llevan a la oscuridad d este mundo. Un mundo donde lo enfermizo es heredera de lo marginado, del abandono. Sigo esa carreta, mis ojos destellan la rabia , la conciencia absorta en lo cobardes que somos. Sí, somos cobardes, danza un chillido en medio de la calle, danza el estruendo de una tormenta que se avecina y nos cobijamos donde los ojos, donde los oídos, donde la boca son cerraduras a lo amargo, a lo doliente, al horror de la existencia. Encadenados son dejados en un calabozo bajo el suelo de una construcción de antaño. Solo un refilón de luz alcanza sus ojos. Sus ojos muertos, sus ojos heridos, sus ojos impotentes, sus ojos febriles, sus ojos tristes. Escucho la queja, es un sonido desgarrador, aborrecible, estremecedor…tanto que mis piernas se tambalean, tiemblan. Los siglos pasan, me veo ahora y otro medio de transporten donde llevan los hijos de la enfermedad, del abandono, los locos. Todos juntos, revoltijos de sangre y barro en el precipicio de sus últimos días. Esparcidos en la condena desalmada de una sociedad declinada, caída en las esferas de tenebroso, de los prejuicios, de los desordenes. El caos ampara sus manos manchadas. Un caos que es todavía caos hasta que la paz, la benevolencia , lo bueno, lo bonito vuelva a sus ojos inclinados en el rechazo.  Y otra vez me voy, me voy donde los ecos insonoros de los moribundos, del quejido no resueno, no se escuche. Callejuelas heridas, callejuelas donde la lluvia truena a la par que un viento fuerte. Me agarro a mis sueños y despierta edifico un arco de colores donde un jardín de alondras  vendrán a visitarme y correré…sí correré donde todo sea orden y sosiego , donde la paz eternice nuestras manos, nuestras miradas.

 

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