jueves, 16 de enero de 2025

EL DÍA DE LA MARMOTA DE LAS POLÍTICAS DE VIVIENDA

EL DÍA DE LA MARMOTA DE LAS 

POLÍTICAS DE VIVIENDA

POR ALEJANDRA JACINTO

 

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez, tras la clausura el foro en el que presentó sus propuestas para mejorar el acceso a la vivienda.Europa Press/Eduardo Parra

El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acaba de anunciar por todo lo alto las doce medidas que el Partido Socialista Obrero Español considera indispensables para garantizar (de una vez por todas y a la duodécima va la vencida, nótese la ironía), el acceso a la vivienda en nuestro país.

El líder de la oposición, Alberto Nuñez Feijóo, se encerró con sus varones durante todo el fin de semana pasado para anunciar por todo lo alto diez medidas que, el Partido Popular, considera indispensables para garantizar, (como hacen allí donde gobiernan, nótese la ironía) el acceso a la vivienda en nuestro país.

Parece el inicio de una historia graciosa o una competición a ver quién tiene las medidas más eficaces y ambiciosas pero, en el fondo, para aquellos que seguimos con atención la evolución de la política de vivienda es, de nuevo, el día de marmota. Erre que erre.

Como punto de partida, una consideración previa a tener en cuenta es que cada vez que a los dos grandes partidos les da por competir en el anuncio de medidas estaría bien que no confundiesen hacer política de vivienda con hacer política inmobiliaria. No lo verán mis ojos.

Se ve que cuarenta y cinco años de democracia en los que se han venido aplicando recetas fracasadas de liberalización de suelo, construcción de vivienda protegida (del mercado) que posteriormente ha sido privatizada (casi 6 millones), una apuesta por el urbanismo sin control y una vorágine especulativa que se ceba con la población trabajadora, no han sido suficientes para entender que esto de la vivienda no se arregla bajando impuestos sino persiguiendo y sancionando la especulación.

El problema no es de impuestos, el problema es de precios y de cómo y con qué contundencia se actúa y se le corta el grifo a la avaricia y la acumulación.

De hecho, una parte de las medidas anunciadas tanto por el PP como por el PSOE, tienen en común un enfoque ideológico errático en su practicidad que consiste en asumir que la única intervención del mercado eficaz es aquella que subvenciona el rentismo mediante rebajas fiscales. Porque sí, el mercado siempre ha estado intervenido, la cuestión es a favor de quién.

Una lógica liberal que ha venido aplicando el mantra de que “al propietario hay que incentivarle fiscalmente” y así se solucionarán los problemas.

Pues miren no, llevamos años beneficiando fiscalmente a aquellos que especulan con vivienda a través de rebajas de impuestos y, o bien no han resultado ser tan jugosos los incentivos o bien la lógica especulativa es tan voraz que no admite sutilezas -me inclino por lo segundo- porque lo cierto es que la situación de la vivienda va de mal en peor. Es más, cuantas más rebajas fiscales y más incentivos a la especulación se producen, más suben los precios.

Proponer que aquellos rentistas que limiten su codicia al índice de precios deben conllevar una exención fiscal del 100% del IRPF es no entender como funciona el rentismo. La lógica a aplicar es justo la contraria: al que decida saltarse la Ley de Vivienda, hacer contratos de alquiler basura y cobrar rentas por encima del Índice de precios (que, por cierto, no es ninguna panacea), hay que castigarle o, si les gusta más, “desincentivarle” fiscalmente. Freírles a impuestos, vaya.

A los rentistas no hay que pedirles solidaridad ni seguir dándoles prebendas, hay que hacer que tributen más y perseguir sus desmanes. De hecho, eso es lo que funciona. Ayer mismo se publicaba una noticia que demostraba que perseguir la especulación y regular precios es sumamente eficaz porque fondos buitre como Blackstone o Cerberus están abandonando Cataluña porque “el negocio” ya no es tan rentable, y se están viendo obligados a vender sus viviendas a los particulares. Una enorme noticia y una gran ocasión para que ahora sea la Administración la que adquiera esas viviendas, a precio de saldo como hacen los buitres y las incorporen al parque de vivienda público.

Regular precios funciona, y lo que hay que hacer es obligar a los gobiernos autonómicos que son militantes del negocio inmobiliario a que dejen de serlo y apliquen la legislación. Hay fórmulas para ello, condicionando ayudas o modificando la propia Ley de Vivienda, sólo hace falta voluntad y determinación.

De las recetas propuestas por el Partido Popular poco hay que comentar más allá de que han fracasado estrepitosamente y la prueba la tiene cualquiera que viva en Madrid y pretenda alquilar una vivienda a un precio razonable. Sálvese quien tenga.

También es importante aclarar y acabar con esa consigna que sólo beneficia a promotores y constructores de que el problema es exclusivamente de oferta y todo se resolverá mágicamente construyendo más. No es cierto. Si eso fuese así, no estaríamos donde estamos. De hecho, en la época de Aznar en este país se construyeron más viviendas que en Francia y Alemania juntas y no bajaron los precios, se infló la burbuja hasta estallar.

A partir de aquí hay algunas medidas de las anunciadas que pueden ser interesantes, a falta de leer el detalle que, como saben, es donde reside el diablo.

¿Una empresa pública de vivienda que se ponga en marcha ya e incorpore la vivienda de la SAREB? (Todavía no sabemos de cuántas exactamente estamos hablando). Suena bien, siempre y cuando no volvamos a pagar dos veces por las mismas viviendas.

¿Limitar la compra especulativa de viviendas? Si lo que se hace es prohibir la compra de viviendas que no sean para destinarlas a vivienda habitual o alquiler permanente, como sucede en Dinamarca, puede funcionar, siempre que no se deje fuera a empresas y rentistas sean o no extracomunitarios.

¿Hacer que los pisos turísticos paguen IVA o las SOCIMIS tributen? ¡Qué menos! Aunque no deberían pagar el 21% como si de un negocio productivo se tratarse, si no el doble o el triple precisamente para desincentivar la transformación de hogares en pisos para turistas.

Podríamos seguir comentando medidas y anunciándose otras cuantas, hasta el infinito, pero no es tiempo de más anuncios inconcretos con mucha letra pequeña. Es momento de dar garantías, seguridad y estabilidad al inquilino al que le acaba de llegar un burofax comunicándole que no le renuevan el contrato y se tiene que ir a la calle, a la pareja que ahora mismo está buscando piso y no encuentra uno en condiciones por debajo de 1200€, o a la familia que vive hacinada en una habitación, por poner solo algunos ejemplos. Todo lo que no sea empezar a encontrar anuncios de pisos -en condiciones- por menos de la mitad del salario mínimo interprofesional  y contratos de alquiler estables y seguros es algo así como el día de la marmota.

 

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