EL DÍA DE LA MARMOTA DE LAS
POLÍTICAS DE
VIVIENDA
POR
ALEJANDRA JACINTO
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez, tras la clausura el foro en el que presentó sus propuestas para mejorar el acceso a la vivienda.Europa Press/Eduardo Parra
El
Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acaba de anunciar por todo lo alto las
doce medidas que el Partido Socialista Obrero Español considera
indispensables para garantizar (de una vez por todas y a la duodécima va la
vencida, nótese la ironía), el acceso a la vivienda en nuestro país.
El
líder de la oposición, Alberto Nuñez Feijóo, se encerró con sus varones durante
todo el fin de semana pasado para anunciar por todo lo alto diez medidas que,
el Partido Popular, considera indispensables para garantizar, (como hacen allí
donde gobiernan, nótese la ironía) el acceso a la vivienda en nuestro país.
Parece el inicio de una historia graciosa o una competición a ver quién tiene las medidas más eficaces y ambiciosas pero, en el fondo, para aquellos que seguimos con atención la evolución de la política de vivienda es, de nuevo, el día de marmota. Erre que erre.
Como
punto de partida, una consideración previa a tener en cuenta es que cada vez
que a los dos grandes partidos les da por competir en el anuncio de medidas
estaría bien que no confundiesen hacer política de vivienda con hacer política
inmobiliaria. No lo verán mis ojos.
Se
ve que cuarenta y cinco años de democracia en los que se han venido aplicando
recetas fracasadas de liberalización de suelo, construcción de vivienda
protegida (del mercado) que posteriormente ha sido privatizada (casi 6
millones), una apuesta por el urbanismo sin control y una vorágine especulativa
que se ceba con la población trabajadora, no han sido suficientes para entender
que esto de la vivienda no se arregla bajando impuestos sino persiguiendo y
sancionando la especulación.
El
problema no es de impuestos, el problema es de precios y de cómo y con qué
contundencia se actúa y se le corta el grifo a la avaricia y la acumulación.
De
hecho, una parte de las medidas anunciadas tanto por el PP como por el PSOE,
tienen en común un enfoque ideológico errático en su practicidad que consiste
en asumir que la única intervención del mercado eficaz es aquella que
subvenciona el rentismo mediante rebajas fiscales. Porque sí, el mercado
siempre ha estado intervenido, la cuestión es a favor de quién.
Una
lógica liberal que ha venido aplicando el mantra de que “al propietario hay que
incentivarle fiscalmente” y así se solucionarán los problemas.
Pues
miren no, llevamos años beneficiando fiscalmente a aquellos que especulan con
vivienda a través de rebajas de impuestos y, o bien no han resultado ser tan
jugosos los incentivos o bien la lógica especulativa es tan voraz que no admite
sutilezas -me inclino por lo segundo- porque lo cierto es que la situación de
la vivienda va de mal en peor. Es más, cuantas más rebajas fiscales y más
incentivos a la especulación se producen, más suben los precios.
Proponer
que aquellos rentistas que limiten su codicia al índice de precios deben
conllevar una exención fiscal del 100% del IRPF es no entender como funciona el
rentismo. La lógica a aplicar es justo la contraria: al que decida saltarse la Ley
de Vivienda, hacer contratos de alquiler basura y cobrar rentas por encima
del Índice de precios (que, por cierto, no es ninguna panacea), hay que
castigarle o, si les gusta más, “desincentivarle” fiscalmente. Freírles a
impuestos, vaya.
A
los rentistas no hay que pedirles solidaridad ni seguir dándoles prebendas, hay
que hacer que tributen más y perseguir sus desmanes. De hecho, eso es lo que
funciona. Ayer mismo se publicaba una noticia que demostraba que perseguir la
especulación y regular precios es sumamente eficaz porque fondos buitre como
Blackstone o Cerberus están abandonando Cataluña porque “el negocio” ya no es
tan rentable, y se están viendo obligados a vender sus viviendas a los
particulares. Una enorme noticia y una gran ocasión para que ahora sea la
Administración la que adquiera esas viviendas, a precio de saldo como hacen los
buitres y las incorporen al parque de vivienda público.
Regular
precios funciona, y lo que hay que hacer es obligar a los gobiernos autonómicos
que son militantes del negocio inmobiliario a que dejen de serlo y apliquen la
legislación. Hay fórmulas para ello, condicionando ayudas o modificando la
propia Ley de Vivienda, sólo hace falta voluntad y determinación.
De
las recetas propuestas por el Partido Popular poco hay que comentar más allá de
que han fracasado estrepitosamente y la prueba la tiene cualquiera que viva en
Madrid y pretenda alquilar una vivienda a un precio razonable. Sálvese quien
tenga.
También
es importante aclarar y acabar con esa consigna que sólo beneficia a promotores
y constructores de que el problema es exclusivamente de oferta y todo se
resolverá mágicamente construyendo más. No es cierto. Si eso fuese así, no
estaríamos donde estamos. De hecho, en la época de Aznar en este país se
construyeron más viviendas que en Francia y Alemania juntas y no bajaron los
precios, se infló la burbuja hasta estallar.
A
partir de aquí hay algunas medidas de las anunciadas que pueden ser
interesantes, a falta de leer el detalle que, como saben, es donde reside el
diablo.
¿Una
empresa pública de vivienda que se ponga en marcha ya e incorpore la vivienda
de la SAREB? (Todavía no sabemos de cuántas exactamente estamos hablando).
Suena bien, siempre y cuando no volvamos a pagar dos veces por las mismas
viviendas.
¿Limitar
la compra especulativa de viviendas? Si lo que se hace es prohibir la compra de
viviendas que no sean para destinarlas a vivienda habitual o alquiler
permanente, como sucede en Dinamarca, puede funcionar, siempre que no se deje
fuera a empresas y rentistas sean o no extracomunitarios.
¿Hacer
que los pisos turísticos paguen IVA o las SOCIMIS tributen? ¡Qué menos! Aunque
no deberían pagar el 21% como si de un negocio productivo se tratarse, si no el
doble o el triple precisamente para desincentivar la transformación de hogares
en pisos para turistas.
Podríamos
seguir comentando medidas y anunciándose otras cuantas, hasta el infinito, pero
no es tiempo de más anuncios inconcretos con mucha letra pequeña. Es momento de
dar garantías, seguridad y estabilidad al inquilino al que le acaba de llegar
un burofax comunicándole que no le renuevan el contrato y se tiene que ir a la
calle, a la pareja que ahora mismo está buscando piso y no encuentra uno en
condiciones por debajo de 1200€, o a la familia que vive hacinada en una
habitación, por poner solo algunos ejemplos. Todo lo que no sea empezar a
encontrar anuncios de pisos -en condiciones- por menos de la mitad del salario
mínimo interprofesional y contratos de alquiler estables y seguros es
algo así como el día de la marmota.
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