NACHO CANO, DE
MADRID AL CIELO
POR DAVID TORRES
Fotograma de
una comparecencia de Nacho Cano ante los medios a las puertas de los juzgados
de Plaza de Castilla.X
Estos días vuelve a circular por las redes un mapa de España con los españoles más relevantes ordenados por provincias donde, contra todo pronóstico, no aparece Nacho Cano. Debe de ser porque Madrid está superpoblado de genios. Lo dice Isabel Díaz Ayuso, única mujer representada en el mapa bajo el epígrafe de “Isabel la Católica”: “Es uno de nuestros compositores más importantes”. En efecto, en esa pequeña obra maestra de la geografía humanística, la música española limita al este con Bisbal, al sur con Pedro Guerra, al norte con Serrat, en Jaén con Sabina y en Cuenca con Perales, aunque faltan nombres fundamentales como José Manuel Soto, Leonardo Dantés o Bertín Osborne. No se sabe muy bien qué pinta Manuel de Falla en Cádiz, tal vez porque su cara aparecía estampada en los billetes de veinte duros.
El
caso es que Falla tuvo que exiliarse en Argentina por los mismos motivos que
Nacho Cano se ha refugiado en la capital: huyendo de un dictador horrendo, sólo
que ahora estamos mucho peor que antes. Para hacerse una idea de lo bien que
andaba España en 1939 no hay más que echar un vistazo al mapa antes mencionado,
donde las cuatro provincias gallegas están copadas por otros tantos creadores
de postín: Núñez Feijóo, Mariano Rajoy, Manuel Fraga y Francisco Franco
Bahamonde. Es decir: un piloto de lanchas, un comentarista deportivo, un
filósofo posmoderno y un cineasta. Todos ellos filántropos más o menos
coetáneos y mucho más importantes que Rosalía de Castro, Camilo José Cela,
Álvaro Cunqueiro, Ramón del Valle-Inclán, María Pita o Gonzalo Torrente
Ballester, que son los nombres que le saltan a uno en la cabeza por andar
pensando en las musarañas.
Llega
a nacer Ayuso en Galicia y en el mapa de marras tienen que inventarse una
quinta provincia gallega para sumarla al cuarteto de estrellas históricas
galaicas, quizá Castroforte del Baralla. En medio de la tiranía comunista con
la que Pedro Sánchez subyuga a los artistas críticos con el régimen, a Nacho
Cano le ha tocado sufrir el oprobio de una persecución política insoportable.
Menos mal que el Madrid de Ayuso es el equivalente a la aldea de Astérix en la
Hispania ocupada y arrasada por el sanchismo: gracias a la libertad que se
respira en los dominios de la presidenta pudo Nacho Cano desenvolverse a la
salida de los juzgados frente a una jungla de micrófonos que recogían sus
palabras con el mismo fervor con el que Cárdenas entrevistaba a frikis de la
talla de Carlos Jesús o a Paco Porras.
La
declaración de Nacho Cano en los juzgados de Plaza de Castilla fue un paripé,
según sus propias palabras, un paripé de dos horas y pico que resultó, como
suele ser habitual en sus partituras, una obra maestra de ignorancia.
Desconocía las condiciones de trabajo de los becarios, las jornadas laborales
de hasta 17 horas, las contrataciones ilegales y, en definitiva, estaba mal
asesorado. Lo más jugoso de su actuación llegó después, frente a las cámaras,
donde Nacho Cano improvisó una letra en segunda persona dirigida al dictador
Pedro Sánchez: “Tú vas a por mí/ pero yo no voy a caer/ porque no merezco
caer”. Una letra, como se ve, extraordinaria, digna de ponerle música e
ingresar en el repertorio inmortal de Mecano.
Ya
dije no hace mucho que la razón por la que Nacho Cano aporreaba los teclados
con los brazos extendidos era porque estaba prefigurando su crucifixión
política con décadas de adelanto. Ahora, con las embarulladas denuncias de cómo
Pedro Sánchez elige cuidadosamente a los magistrados que pretenden acabar con
su mecenas y con él de paso, Nacho Cano incorpora a su catálogo la figura de
Carlos Jesús, aquel vidente mesiánico que aseguraba provenir del planeta Raticulín
y haberse encontrado con Jesucristo en una churrería. Pero Carlos Jesús, al
menos, tenía la excusa de haber muerto y resucitado dos veces después de una
descarga eléctrica, mientras que Nacho Cano va a pelo, puro talento natural. De
Madrid, para más señas.
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