CUANDO LOS PÁJAROS CANTAN
DUNIA SÁNCHEZ
Es temprano,
digo yo. Si temprano cuando los astros cercanos son puntos de luz del naciente
de la madrugada. Me levanto, así, como todas las noches cuando el reloj
imparable indica el descanso. Enciendo un cigarro, noto en mis paredes yermas,
en mi cuarto desierto solo el olor del tabaco que en espiral se sumerge como
camada de estrellas su presencia. Me viro , lenta, somnolienta, sin miedo y ahí
está su figura, viste camisa blanca y falda celeste. Es ella, no sé
perspectiva, que hipnosis, que sensación me motiva a decir que sí, que es ella.
Me vuelvo acostar, tranquila, con la quietud de olas mansas cuando la luna
levanta. Tic-tac…tic-tac, las horas se convierte en un refugio de sueños
fundidos en la nada. De nuevo me levanto. De nuevo me siento. De nuevo enciendo
un cigarro. De nuevo estás paredes que denotan la ausencia. Me viro lenta,
segura, adormilada y su presencia se hace más vital, más comunicativa, es ella.
Sí ella. Ella que años…muchos años atrás había partido donde la materia no más
que energía expandiéndose en el universo. Ahora se concentraba aquí, en esta
habitación que solo huele a decepción, a una soledad continua en el tiempo.
Sonrío y vuelvo donde las sábanas de una noche de otoño deshilan hojarasca al
son de la ventisca, de un clima exasperante, desquiciado. En el letargo, soy
aliento de un nuevo mundo, de una nueva emoción, de una nueva visión desde mi
verticalidad. Y me vuelvo a levantar, amanece, un sol brioso con su declinación
otoñal me baña, visita mis ojos y los cierros. Su quietud ante la noche ida me
calma, me inyecta en una atmósfera donde los pájaros cantan, a destiempo. Voy
al balcón, me asomo, una bocanada de brisa refrescante acoge todo mi rostro y
la recuerdo. Está aquí, donde vivió. Su silencio ha quedado, la sonoridad de su
tacto caricia mis manos y mis manos acarician la belleza de su mirada. Y es
temprano, digo yo. Debo continuar donde las aceras sucias ahuyentan lo malo.
Debo continuar donde los pájaros cantan. Debo continuar en lo vital de la
vida…..¡Ah¡ su sonrisa, me mece en el sentido de esos diminutos instantes que
nos que somos ecos del ayer. Un ayer que nos condiciona los pasos del hoy.
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