FRAN GARLAZ, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE TURISMO ACTIVO Y DUEÑO DE UNA PLATANERA ECOLÓGICA: “LA PALMA PUEDE PERDER LA OPORTUNIDAD QUE LE HA DADO EL VOLCÁN DE PONERLA EN EL MAPA”
Entrevistado en el foro de opinión La Palma Opina, el oceanógrafo y empresario, con su plantación en Puerto Naos, apuesta por un concurso internacional de ideas que ayude a decidir una hoja de ruta de turismo y agricultura sostenibles, sin necesidad de destruir todo el nuevo territorio creado por la erupción.
Se muestra crítico con el multimillonario gasto en las desaladoras portátiles porque no han salvado las plantaciones y cree que en una isla donde sobra el agua, esta podría ser gratis si se gestionara bien, e incluso podría generarse electricidad con el líquido elemento.
El oceanógrafo Fran Garlaz, dueño de una finca platanera ecológica en Puerto Naos y presidente de la Asociación de Turismo Activo de La Palma, considera que la isla puede estar perdiendo la oportunidad de afrontar la recuperación tras la erupción volcánica mediante un desarrollo equilibrado entre turismo y agricultura sostenibles, en el que no se destruya lo que la naturaleza ha construido sino que utilicen con buen criterio los nuevo recursos que proporciona esta erupción volcánica, y se apueste por una arquitectura insertada en la tradición, de la que nos podamos sentir orgullosos.
Entrevistado en el foro de opinión La
Palma Opina, Garlaz enfatiza que “somos la isla del volcán, ya todo el mundo
nos ha puesto en el mapa” por lo que cree que se debería convocar un concurso de ideas a nivel
internacional que ayude a buscar una hoja de ruta, en lugar de tomar decisiones
precipitadas sobre el nuevo territorio, pues, a su juicio, ya en la forma de
construir alguna carretera se está haciendo de manera destructiva.
La entrevista completa se puede ver en
Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=y4UZu-Hpwxg&t=3187s y en
Facebook:
https://www.facebook.com/100078107153768/videos/3124785917771007
“En este volcán”, apunta, “se reúnen la
totalidad de los posibles acontecimientos geológicos del vulcanismo, que se
tienen que catalogar y preservar para el estudio y para su visita; es
imprescindible”.
En todo caso, cree que es preciso que la
población de la isla debata, se asesore y decida qué modelo de desarrollo quiere,
porque “todas las acciones de reconstrucción que se hagan, tendrían que estar
supeditadas a un proyecto de isla”.
“¿Vamos a vivir para siempre en lo
negro, en lo oscuro? Tratemos de buscar
la mayor de las posibilidades; tenemos un duelo, asumámoslo, pasémoslo, pero
convirtamos esto en una oportunidad de algo mejor”, proclama con vehemencia.
Desde su punto de vista, “La Palma es
una isla potente, con una posibilidad de desarrollo turístico gigante, que ya
quisieran todos los destinos de Europa; somos
un diamante en bruto”. Sin embargo, insiste en
que la isla necesita “un turismo lógico”, sostenible, de pequeños
hoteles entre zonas agrícolas, y que dote a La Palma de las infraestructuras
que necesitan sus habitantes “para vivir con dignidad”.
Abundando en esta idea, pone de relieve
que “la gente que viene a La Palma suele tener un cierto nivel económico y
cultural, no quieren comer en un restaurante de 200 comensales, quieren
pequeñas casas, hoteles con encanto intercalados con plantaciones”.
LA GESTIÓN DEL AGUA
Como empresario platanero, se muestra
crítico con la enorme inversión realizada en desaladoras portátiles, pues,
según señala, no han permitido tampoco salvar las plataneras, debido a la
ceniza volcánica y porque “el agua es mala”.
No entiende “cómo “la humanidad tiene una
capacidad impresionante para llegar a la Luna pero no es capaz de poner una
tubería de agua de 6 kilómetros”, ironiza.
Sostiene que las industrias desaladoras
en la isla “no son necesarias” aunque hay quienes desde hace tiempo querían
instalarlas, pues, como ha esgrimido el propio Consejo Insular de Aguas, la isla recoge todos los años más agua de la
que necesita”.
Para este oceanógrafo y empresario de agricultura
ecológica, frente a la situación actual del creciente encarecimiento del
líquido elemento, en La Palma “el agua podría ser gratuita” e incluso se podría
con ella generar electricidad y
disminuir la dependencia del petróleo, mientras que las desaladoras la
encarecen.
“¿Cómo puede ser que una isla en la que
sobra agua, la queramos producir desalada como si fuéramos Lanzarote, Fuerteventura o el sur de Tenerife?”, se pregunta.
Garlaz detecta que siete meses después
de la erupción “la gente está cansada y desanimada, y deberíamos remar todos en
la misma dirección”, aunque se muestra convencido de que “el espíritu palmero,
el tesón y las ganas de salir hacia delante abrirán ese manto negro de
esperanza y alegría y orgullo, que forma parte de nosotros”.
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