BULOS BARATOS
ANÍBAL MALVAR
No soy yo muy experto en puñetas judiciales ni en asuntos de faldas de audiencia para adentro, pero me ha llamado la atención que nuestra Fiscalía General del Estado haya publicado ayer un tuit y un escrito exigiendo a ABC rectificar una noticia falsa. Titulaba ayer el torcuatiano diario que "El nuevo fiscal general se reúne con el banquero [Higini Cierco] que impulsó la investigación a Mariano Rajoy en Andorra".
Contesta el alto
ministerio: "El Exmo. Sr. D. Álvaro García Ortiz jamás ha mantenido
reunión alguna con la persona a quien se cita en la noticia ni con nadie del
entorno del supuesto banquero; ni en el lugar y fecha señalados ni en ningún
otro". Y exige una rectificación.
El negocio del bulo
empieza a ser tan rentable como todas estas tropelías empresariales. ABC se ha
inventado una patraña, ni más ni menos que sobre el fiscal general del Estado,
a pocas horas de ser ratificado. La rentabilidad de esta noticia falsa no se
puede mensurar fácilmente. No creo que ABC vaya a vender diez mil ejemplares
más ni siquiera por publicar una gran exclusiva verdadera. La rentabilidad de
esta noticia falsa es que, seguramente, hay muchos anunciantes dispuestos a
financiar la mendacidad y el bulo. Les interesa política y económicamente. Y a
los medios también. Es mucho más rentable un buen anunciante en plan Repsol o
El Corte Inglés que una miríada de compradores de periódicos de kiosko o
suscripción.
Los periódicos
murieron cuando cayeron en la tentación de cambiar lectores pobres y costosos
por publicidad rentable. La publicidad rentable es la navaja de Ockham de
nuestra libertad de expresión: o una u otra. La publicidad rentable es aquella
que te impide escribir por intereses publicitarios pero te da muy bien de
comer; el lector pobre es el que te inspira a escribir, pero te puede dar de
comer malamente. Yo, en todo caso, conozco muchos periodistas que siempre
preferirán la comida del pobre: es menos abundante pero más sabrosa.
El problema es que,
si ABC o La Sexta difaman a la democracia (como hemos comprobado estos días),
no sucede nada. ABC acaba de mentir, al parecer, sobre nuestro fiscal general
del Estado. Un periodista puede
equivocarse, pero no armar una fantasía sin pruebas con el simple fin de
desacreditar, el día de su llegada, a uno de los más altos representantes de la
justicia (ahora se dice la judicatura, porque la justicia ya no existe).
Brama el editorial
de ayer del ABC: "Dimitir por dignidad no está prohibido en España, y
menos aún si se predica una regeneración y se practica lo contrario a cambio de
votos para el mejor postor. Y todo ello, en el mismo día en que ABC revela que
el nuevo fiscal general ya ha mantenido una reunión privada con el denunciante
del caso de la Banca Privada de Andorra contra el PP, que mantiene investigado
a Rajoy por la respuesta del Estado al procés. García no va a perder el tiempo.
El espectáculo es de todo menos edificante". Hoy insisten en que alguien
vio al súper fiscal y a Cierco reunidos en un hotel. Esa es la fuente.
Rajoy, el héroe,
dio según ABC "la respuesta del
Estado al procés", permitiendo con ineptitud total que unos aficionados
llenaran Catalunya de urnas, y luego visitando Banca Andorrana con motivos, al
parecer, un poco mafiosos.
A mí, que se diga
esto en un periódico, me parece un caso fehaciente de difamación. Siempre
rechazaré una judicialización de la labor periodística por parte del poder
político. Sería demasiado peligroso. Por eso creo que periodistas y lectores
debemos exigir ya un debate sobre cómo sancionar estas malas prácticas. ¿Cómo
hacerlo sin atentar contra la libertad de expresión? Ni idea. Vámonos al rincón
de pensar.
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