MEMORIA HISTÓRICA Y COLONIALISMO
La
España contemporánea no se entiende sin las colonias africanas, pero no parece
que el legislador esté dispuesto a revisitar la historia colonial del régimen
franquista
IÑAKI TOFIÑO
Manifestación en Oporto
el 25 de abril de 1983, en el noveno aniversario de la Revolución de los
Claveles.
Hay un edificio en Lisboa que suele pasar desapercibido a los turistas que, tras visitar la catedral, enfilan la rua Augusto Rosa, a pie o en tranvía, camino del mirador de Santa Lucía o del castillo de San Jorge. Subiendo, a mano izquierda, se encuentra un aljibe de la época musulmana (en su doble sentido de cisterna y cárcel subterránea), la Cadeia do Aljube, que siempre fue centro penitenciario, recibió presos del foro eclesiástico hasta 1820, mujeres acusadas de delitos comunes hasta finales de la década de 1920 y presos políticos del Estado Novo a partir de 1928 hasta su cierre en 1965. Desde el 25 de abril de 2015 es la sede del Museu do Aljube - Resistência e Liberdade, dedicado a la represión política y la lucha contra la dictadura de António Salazar. Los cuatro pisos del museo recuerdan a los hombres y mujeres que pasaron por allí detenidos por el régimen salazarista, camino de otras cárceles metropolitanas o de colonias penales como la del Tarrafal, en las islas de Cabo Verde, obligados a permanecer de pie sin moverse o a mantenerse despiertos durante días, recluidos en celdas minúsculas.
La memoria de la
lucha contra el Estado Novo se mezcla con la memoria anticolonial y el museo
dedica una de sus plantas a la lucha por las independencias africanas.
Efectivamente, no se puede entender la Revolución del 25 de abril de 1974 sin
el empecinamiento del Estado Novo portugués en mantener su imperio colonial,
hecho que generó la lucha de los pueblos colonizados por su independencia y el
malestar de una parte del pueblo portugués y de sus fuerzas armadas, hartos de
la sangría que suponía dedicar gran parte del presupuesto del país a mantener
las guerras coloniales y enviar a la población masculina joven a defender en
las colonias la portuguesidad de unos territorios que muchos ya no consideraban
como propios. Así, el museo conmemora la resistencia de africanos y portugueses
contra el delirio colonial del Estado Novo.
Estos lugares de memoria
mantienen hoy en día su cometido oficial y no parece que vayan a resignificarse
y museizarse en un futuro próximo
Un lugar de memoria
parecido podría ser la madrileña Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, que
hoy alberga la presidencia de la Comunidad de Madrid. Durante el franquismo fue
la sede de la Dirección General de Seguridad y en sus sótanos subterráneos se
detenía y torturaba a miembros de la oposición al régimen, aunque nunca dejó de
mostrar una cara aparentemente amable cada 31 de diciembre al marcar su reloj
las campanadas de fin de año. En Barcelona, otro edificio, la comisaría de la
Policía Nacional de la Via Laietana, hoy sede de la Jefatura Superior de
Policía de Cataluña, albergó la Brigada Político-Social, la policía política secreta
encargada de perseguir y reprimir a todos los movimientos de la oposición al
franquismo. En sus sótanos, donde campaban a sus anchas los funestos comisarios
Antonio y Vicente Creix, también fueron encarcelados y torturados opositores al
régimen. Estos lugares de memoria mantienen hoy en día su cometido oficial y no
parece que vayan a resignificarse y museizarse en un futuro próximo. De hecho,
el panel informativo instalado junto a la comisaría en Barcelona, que informa
del oscuro pasado del edificio, a menudo aparece vandalizado, cubierto de
pintura.
No es esta la única
diferencia entre la República de Portugal y el Reino de España en términos de
memoria histórica. Más allá de la ruptura que supuso la Revolución de los
claveles, nada que ver con la continuidad de una monarquía impuesta por la
franquista Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947, es evidente que
no se puede entender el Portugal contemporáneo sin tener en cuenta el papel de
las colonias en la vida metropolitana. Sin embargo, ¿se puede entender la
España contemporánea sin considerar a las colonias africanas españolas? Me
parece que no. No se puede comprender el éxito del golpe de estado de 1936 sin
entender la mentalidad africanista y colonial de los militares que lo
protagonizaron y sin tener en cuenta el apoyo logístico y de tropas que
recibieron los golpistas desde la Guinea española y desde Marruecos. La guerra
de 1936-1939, en la que basaba su legitimidad el régimen franquista, fue, entre
otras cosas, una guerra colonial, en la que los sublevados aplicaron a los
defensores de la II República las tácticas de sometimiento y aniquilación que
habían aprendido en su lucha contra la población africana. Más tarde, se podría
considerar el franquismo como un régimen colonial, en el que una parte de la
población se vio privada de sus derechos fundamentales y vivía al arbitrio de
los colonizadores, los miembros del régimen. Si ese era el caso de la población
metropolitana, la población colonial vivió sometida a una doble opresión, la
del colonialismo stricto sensu y la de la dictadura franquista.
Por eso resulta tan
ominoso el silencio de la recién aprobada Ley de Memoria Democrática sobre la
cuestión colonial. ¿Acaso no existieron en Marruecos campos de concentración
como el de Ben Karrich, a donde fueron llevados los caídos rifeños que se
oponían al reclutamiento de sus jóvenes para luchar en las filas franquistas a
partir de 1936? ¿Acaso no fueron víctimas del franquismo los nacionalistas
guineanos que lucharon contra la dominación española y acabaron exiliados o
muertos? ¿Acaso no sufrieron la dictadura franquista y no sufren sus
consecuencias los habitantes del Sáhara Occidental, una región que fue
provincia española hasta 1976? No se puede comprender el éxito del golpe de
estado de 1936 sin entender la mentalidad africanista y colonial de los
militares que lo protagonizaron
Si en España
resulta casi imposible llegar a consensos sobre el pasado reciente, no parece
que el legislador esté dispuesto a revisitar el pasado colonial y a ofrecer a
las víctimas del colonialismo español reciente la verdad, justicia y reparación
que muchas demandamos. Sin embargo, no por eso hay que dejar de exigirlas.
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Iñaki Tofiño es
doctor en literatura comparada y autor del libro Guinea, el delirio colonial de
España (Bellaterra, 2022).
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