LOS HIJOS MUERTOS
El
Gobierno sabe –y eso se intuye tras las gesticulaciones de la ministra Ribera–
que los hijos muertos, el límite de lo soportable en esta guerra, son los
cortes en el suministro
GUILLEM MARTÍNEZ
La ministra Ribera, en una imagen de archivo.
1- Desde ayer hay dos importantes novedades en el conflicto de Ucrania. Una es que, en Italia, ha pasado lo mismo que en 1943, cuando la anterior guerra. Pero al revés. Hay, al menos, serias posibilidades de que, en esta emisión, salte Badoglio y pongan, tras las próximas elecciones, a, Mussolini. Se dice rápido. En el siglo XXI la Historia ni siquiera se molesta en rimar. Es poesía experimental. Socorro.
2- La otra novedad viene del país favorito de la Divina Providencia. Es comparable a la novedad italiana. Es otro indicio de falta de unidad en tiempos de guerra, lo que va poniendo fecha de caducidad a la guerra, ese conflicto nebuloso entre un bando antidemocrático y otro integrado por países que ilegalizan el aborto, retoman la leva obligatoria, o hacen una reforma de las cuotas de autónomos en modo, no se lo pierdan, punto 9. Deconstruyamos esa otra novedad, que será divertido.
3- España, por
medio de Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, ha anunciado que no
asumirá los sacrificios apuntados hace escasas horas por la Comisión –a saber:
reducción, primero por las buenas, luego de mal rollito, del consumo de gas en
un 15%, en su uso doméstico e industrial–. Lo anunciado por Ribera es una
novedad en toda regla. En el caso, claro, de que, además de hablar con los
medios españoles, Ribera tenga intención de hablar de ello con la Comisión. Que
esa es otra. Un político hablando con una institución a través de los medios es
como Federico Jiménez Losantos cuando simula que está hablando con un político
–“pasa, siéntate bonito, que me vas a oír”–. Teatro de polichinelas, pero para
cobardes.
4- Asumiendo que
Ribera/Gobierno van en serio, eso puede significar, como siempre, dos cosas.
Cosa a) que el Gobierno, en efecto, va a realizar esa lucha. O cosa b) que no
la va a realizar.
5- La cosa a) no
tiene por qué suponer un cambio, un giro a la izquierda de esos, en la relación
entre Gobierno y Comisión. Si se fijan, en las pelis BDSM no suele haber giros
a la izquierda. Por otra parte, el argumentario utilizado por Ribera no ha sido
progresista, sino todo lo contrario. Ha aludido a que España ha cumplido con
sus responsabilidades, por lo que no tiene que sacrificarse por países que no
lo han hecho. Es decir, Ribera ha optado por el discurso codificado, BDSM, de
los frugales. Esto es, de la austeridad. Lo contrario a lo progresista. La cosa
a) puede suponer, por otra parte, más cosas, no visibles a primera vista, pero
sí de forma diáfana en el punto 6.
6- España, según el
punto de vista a) ya habría practicado la solidaridad –con la Comisión–. A
gogó, según el Gobierno. Por lo que no ha lugar practicarla más. ¿Dónde la ha
practicado? En su giro africano. En el riesgo de delegar el control de
fronteras a Marruecos, en proveer de gas a Marruecos, en colaborar en la
desestabilización política de la región, en intensificar el uso de la fuerza
como lógica política en esa zona, en patearse lo que quedaba de la resolución
de la ONU al respecto. En pasar del gas argelino y optar, en primera instancia,
por el gas USA, más caro, y más caro aún al llegar licuado. Un desparrame. Aún
más en crisis climática y de combustibles. Ha practicado la solidaridad aludida
con el aumento de gasto en defensa, en detrimento de gastos en Bienestar, en un
momento de crisis económica I+D. El
Gobierno, en efecto, se la ha jugado. Sin contrapartidas conocidas, esto es,
sin conocer los secretos que no conocemos, el Gobierno se ha jugado su
prestigio –no parece buena idea ubicarse fuera del trade mark DD.HH. en el
Sáhara y en la frontera; es más, eso suele tener consecuencias personales y
colectivas imprevisibles–. El Gobierno, en fin, se juega su imagen futura –algo
que puede no interesarle en el presente–, pero más aún su continuidad, su
existencia –algo que, sin duda, les interesa más que su futura imagen–, si los
sacrificios van a mayores. Lo que no implicaría, parece ser, que se mate más y
mejor en África, sino que la ciudadanía sufra recortes en los suministros de
gas.
La sensación es que
todos los gobiernos europeos, conforme se alejan de la frontera rusa, y a
quienes históricamente les ha importado una higa los hijos muertos en
anteriores guerras, saben que tendrán que irse en globo si se producen cortes
de suministros
7- En esta guerra
sin hijos muertos –mueren, por ahora, otros hijos, obligados a luchar por dos
Estados no democráticos, uno de ellos invadido–, no parece existir una gran y
efectiva empatía hacia los damnificados por la guerra. El damnificado, el hijo
muerto, y mucho más después del gran cambio cultural habido en la pandemia, es
uno mismo en su salón. El Gobierno sabe –y eso se intuye tras las
gesticulaciones de Ribera– que los hijos muertos, el límite de lo soportable en
esta guerra, son los cortes en el suministro. Lo afirmó, de forma tosca,
amenazante, certera y dramática –esto es, sobreactuada– la portavoz del PP en
el Debate del estado de la etc.: “¿Cómo puede pedir a la ciudadanía, que sufre
el calor, que baje el aire acondicionado a 25 grados?”. Los hijos muertos son,
en esta guerra, hombres y mujeres blancos/as,
que sufren en silencio temperaturas superiores a 25 grados Celsius. El Gobierno
hará todo lo que pueda, parece, para que esos hijos muertos no entren en el
salón. La sensación es que todos los gobiernos europeos, conforme se alejan de
la frontera rusa, y a quienes históricamente les ha importado una higa los
hijos muertos en anteriores guerras, saben que tendrán que irse en globo si se
producen cortes de suministros, esos hijos muertos. Un corte es la sombra de la
sombra de la sombra del hijo muerto, pero el único hijo muerto que los
gobiernos parecen tener presentes.
8- Este mensaje a
Putin –mensaje: Europa no tiene muchas ganas; está dispuesta a todo, sí, pero a
todo lo que no implique helarse o acalorarse en su salón– tiene todo el aspecto
de ser algo sensible de recortar la duración de la guerra. Que una dictadura
esté ganando por goleada la guerra propagandística, e incluso la guerra
logística, explica la mala calidad de las democracias occidentales, al parecer,
y por primera vez en la Historia, menos libres y efectivas para la comunicación
que una dictadura con todas las letras. Menos capacitadas, por lo mismo, para
la inteligencia. Curioso. Curioso momento de las democracias. Tengo miedo,
mamá.
Si bien es poco
probable que el Gobierno acepte, tan ricamente, cortes en los domicilios, es,
curiosamente, más improbable que los acepte en la industria –salvo la
turística/hostelera–
9- La cosa b)
–recuerden: que el Gobierno, finalmente, no luche en contra del corte de
suministros, la socialización de gas y la energía que la Comisión parece
intuir; tiene guasa– viene avalada por la historia. España –y el PSOE– nunca se
ha rebotado contra la UE. Nunca ha matizado directrices injustas. Y, si
entendemos la UE como una suerte de capas de cebolla que protegen la economía
alemana, el PSOE interiorizó ese hecho desde 1974. Y muy bien, al punto de que,
desde 1982, desindustrializó la economía española para colaborar con la baraka
económica alemana. Si bien es poco probable que el Gobierno acepte, tan ricamente,
cortes en los domicilios –punto 6– es, curiosamente, más improbable que los
acepte en la industria –salvo la turística/hostelera–. Tras la reconversión
industrial, aquella brutalidad económica, política y social –no todo el mundo
sirve para hacer esas cosas; para invalidar una generación de ciudadanos hasta
su jubilación; para abandonar territorios enteros a su suerte–, es ciertamente
anecdótico cerrar un día a la semana el horno de Porcelanosa.
10- Esta semana se
han hecho públicos los tramos de pagos a la Seguridad Social para autónomos.
Son pagos progresivos. Lo que no implica que sean progresistas. El menor tramo
–facturaciones de hasta 670 euros–, pagará un poco menos de lo que paga –unos
230 euros–. Esto es, más de 34% de lo que ingresa. Se dice rápido. El tramo más
alto de ingresos –de 6000 euros o superiores–, pagará 500 euros. Unos 150 euros
más de lo que pagan los que ganan la mitad. Unos 206 euros menos que los que
ganan la mitad de la mitad. No son tanto tramos, como chistes. Un aumento de
cuotas, no repartido, no facilita, no corrige, no modera. Intensifica. Espero
que, en este caso, nadie hable de giro a la izquierda en esta reforma que –como
todos los giros a la izquierda que se producen por aquí abajo– viene de la
Comisión, esa Espartakista. Y que son indicios de la escasa cultura de la
corrección de la desigualdad que queda en Europa. Algo inquietante, conforme
nos aproximamos a una crisis, al parecer, importante. También son indicios de
la gran contrareforma que nos falta: la de las pensiones.
11- Llegará.
Macron, la casilla previa al fin del liberalismo –Europa está llena de macrones
que ni siquiera lo saben; Macron 1.0 parece saberlo—, ha aplazado la reforma de
las pensiones a otra legislatura. Ahora, como todo el mundo, Macron y hasta el
gato luchan contra los hijos muertos del neoliberalismo. Los hijos muertos/los
cortes de suministros son el único hijo muerto que aún les impone algo, parece.
12- Lo que es
dramático.
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