QUE VIENEN LOS RUSOS
El
Gobierno de España ha aprobado un crédito militar extra de mil millones. No sé
para cuánto da eso. Por de pronto, como tengo la cartilla caducada, me pienso
ir a Zahara de los Atunes. Por allí, el ganado retinto, que es manso, pacífico,
es capaz de poner en fuga a un batallón de militares sin más armas que sus
cuernos y un trote con mucho compás
—
Rota celebra el impulso económico que generarán dos nuevos destructores en la
Base: “Vivimos bien gracias a los americanos”
JAVIER AROCA
Vehículos blindados rusos estacionados en
la carretera
en la región de Rostov
El acopio de reservas para el próximo invierno en Alemania y otros estados centroeuropeos ha sido el claro indicio que ha llevado a la conclusión de la prensa burda, una categoría más, de que estamos ante las puertas de la Tercera Guerra Mundial. Afortunadamente, nos pilla, al menos, con papel higiénico de sobras.
Antes o simultáneamente, por supuesto, pasaremos una recesión en España, la más importante de Europa, según también algunos burdos representantes del periodismo de verdad. Esas conclusiones se apoyan, además, en los políticos en el palmito más guerrero de la arena política, con Robles y Albares en la alineación titular, aún pavoneándose de alardes atlantistas.
El peligro nos viene de Rusia,
han advertido fuentes gubernamentales. Lo dice el concepto mayor y de ahí para
abajo los conceptos y directrices subordinadas. Ya el sur es amistoso. Pero,
¿por dónde van a atacar los rusos? Por tierra no deja de ser una caminata; por
mar, tendrían que venir como cerca, desde Sebastopol o Kaliningrado. Hay una
base rusa en Siria, la única en el Mediterráneo, Tartus: es otra posibilidad. Y
nos queda el aire: son más de 4.000 kilómetros desde Moscú a Madrid, pero vaya
usted a saber. De los misiles no hablo porque no sé de sus alcances. Es secreto
o propaganda.
Hay una esperanza: los rusos
siempre han atacado de bajura, diríamos, Finlandia, Ucrania, Afganistán, el
Cáucaso… sin contar la II Guerra Mundial, que llegaron a Berlín. No tienen la
experiencia de los americanos -de altura- que han llegado a Filipinas -contra
España-, Vietnam, Corea, Iraq…
A la espera de que estalle la
gran guerra y vengan los rusos, dicen que vamos ganando la guerra de Ucrania. Y
eso que dentro de poco nos vamos a quedar sin pollo, trigo, aceite, y sin gas
Y queda otra forma sutil de
atacarnos: la milicia mercenaria de Wagner. Suena a los famosos contratistas.
Mi amigo y compañero, Antón Losada, me ha recordado estos días la novela de Tom
Clancy que recrea un escenario belicoso en España en donde la mayor tensión
está en la frontera entre Zamora y Salamanca, con incidentes tan graves como el
caso de una boda de andaluces en Segovia atacada, al parecer, por fuerzas
regulares norteñas. Cosas de americanos, pero quién sabe. De estas cosas se
encarga la inteligencia militar.
Por si acaso, sintiéndose farruco
y protagonista de lo que pueda venir, el Gobierno de España ha aprobado un
crédito militar extra de mil millones. No sé para cuánto da eso. Por de pronto,
como tengo la cartilla caducada, me pienso ir a Zahara de los Atunes. Por allí,
el ganado retinto, que es manso, pacífico, es capaz de poner en fuga a un
batallón de militares sin más armas que sus cuernos y un trote con mucho
compás. Pero tiene sus riesgos, allí estoy de cerca de Rota -con dos
destructores más-, Morón y Gibraltar. Y eso lo tienen que saber los rusos.
Si son los rusos los que ganan, a
aprender ruso y todo el alcohol para vodka, y si ganamos nosotros, los buenos,
cómo le vamos a cobrar a Rusia los desperfectos. Alemania ha tardado muchas
décadas en pagar sus guerras. Y si la guerra es nuclear, pues ya sabemos: aún
no hemos cobrado ni han limpiado del todo los americanos lo de Palomares, y eso
que son amigos y no había ni guerra propia. Sin olvidar que, además, intervino
enérgicamente Manuel Fraga en nombre del General, bañándose, incluso… en otra
playa. Que lo sabemos.
Hay alguna esperanza. La UE, con
Josep Borrell a la cabeza, y con cabeza parece esta vez, ha dicho que no quiere
una guerra con Rusia, desmintiendo a la prensa burda. Henry Kissinger, un
hombre que no pudo ser presidente de los EEUU pero que sabe mucho de
realpolitik, sostiene que hay que acabar la guerra ya porque lo contrario es
perder todos los días algo y arriesgarse a que un burdo acierte aunque sea a lo
Torrente. Kissinger plantea que la paz debería apoyarse en la vuelta al status
anterior con cesiones territoriales. Los americanos saben mucho de guerras, de
cómo empezarlas y algo menos de cómo acabarlas, no es la primera vez que salen
por patas, aunque siempre gane su industria armamentística.
En todo caso, si triunfan las
tesis burdas, que el estado mayor esté presidido por Gila. Mejor morir de risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario