miércoles, 13 de julio de 2022

QUE VIENEN LOS RUSOS

 

QUE VIENEN LOS RUSOS

El Gobierno de España ha aprobado un crédito militar extra de mil millones. No sé para cuánto da eso. Por de pronto, como tengo la cartilla caducada, me pienso ir a Zahara de los Atunes. Por allí, el ganado retinto, que es manso, pacífico, es capaz de poner en fuga a un batallón de militares sin más armas que sus cuernos y un trote con mucho compás

— Rota celebra el impulso económico que generarán dos nuevos destructores en la Base: “Vivimos bien gracias a los americanos”

JAVIER AROCA

Vehículos blindados rusos estacionados en la carretera

en la región de Rostov

El acopio de reservas para el próximo invierno en Alemania y otros estados centroeuropeos ha sido el claro indicio que ha llevado a la conclusión de la prensa burda, una categoría más, de que estamos ante las puertas de la Tercera Guerra Mundial. Afortunadamente, nos pilla, al menos, con papel higiénico de sobras.

Antes o simultáneamente, por supuesto, pasaremos una recesión en España, la más importante de Europa, según también algunos burdos representantes del periodismo de verdad. Esas conclusiones se apoyan, además, en los políticos en el palmito más guerrero de la arena política, con Robles y Albares en la alineación titular, aún pavoneándose de alardes atlantistas.

El peligro nos viene de Rusia, han advertido fuentes gubernamentales. Lo dice el concepto mayor y de ahí para abajo los conceptos y directrices subordinadas. Ya el sur es amistoso. Pero, ¿por dónde van a atacar los rusos? Por tierra no deja de ser una caminata; por mar, tendrían que venir como cerca, desde Sebastopol o Kaliningrado. Hay una base rusa en Siria, la única en el Mediterráneo, Tartus: es otra posibilidad. Y nos queda el aire: son más de 4.000 kilómetros desde Moscú a Madrid, pero vaya usted a saber. De los misiles no hablo porque no sé de sus alcances. Es secreto o propaganda.

 

Hay una esperanza: los rusos siempre han atacado de bajura, diríamos, Finlandia, Ucrania, Afganistán, el Cáucaso… sin contar la II Guerra Mundial, que llegaron a Berlín. No tienen la experiencia de los americanos -de altura- que han llegado a Filipinas -contra España-, Vietnam, Corea, Iraq…

 

A la espera de que estalle la gran guerra y vengan los rusos, dicen que vamos ganando la guerra de Ucrania. Y eso que dentro de poco nos vamos a quedar sin pollo, trigo, aceite, y sin gas

 

Y queda otra forma sutil de atacarnos: la milicia mercenaria de Wagner. Suena a los famosos contratistas. Mi amigo y compañero, Antón Losada, me ha recordado estos días la novela de Tom Clancy que recrea un escenario belicoso en España en donde la mayor tensión está en la frontera entre Zamora y Salamanca, con incidentes tan graves como el caso de una boda de andaluces en Segovia atacada, al parecer, por fuerzas regulares norteñas. Cosas de americanos, pero quién sabe. De estas cosas se encarga la inteligencia militar.

 

Por si acaso, sintiéndose farruco y protagonista de lo que pueda venir, el Gobierno de España ha aprobado un crédito militar extra de mil millones. No sé para cuánto da eso. Por de pronto, como tengo la cartilla caducada, me pienso ir a Zahara de los Atunes. Por allí, el ganado retinto, que es manso, pacífico, es capaz de poner en fuga a un batallón de militares sin más armas que sus cuernos y un trote con mucho compás. Pero tiene sus riesgos, allí estoy de cerca de Rota -con dos destructores más-, Morón y Gibraltar. Y eso lo tienen que saber los rusos.

 

Si son los rusos los que ganan, a aprender ruso y todo el alcohol para vodka, y si ganamos nosotros, los buenos, cómo le vamos a cobrar a Rusia los desperfectos. Alemania ha tardado muchas décadas en pagar sus guerras. Y si la guerra es nuclear, pues ya sabemos: aún no hemos cobrado ni han limpiado del todo los americanos lo de Palomares, y eso que son amigos y no había ni guerra propia. Sin olvidar que, además, intervino enérgicamente Manuel Fraga en nombre del General, bañándose, incluso… en otra playa. Que lo sabemos.

 

Hay alguna esperanza. La UE, con Josep Borrell a la cabeza, y con cabeza parece esta vez, ha dicho que no quiere una guerra con Rusia, desmintiendo a la prensa burda. Henry Kissinger, un hombre que no pudo ser presidente de los EEUU pero que sabe mucho de realpolitik, sostiene que hay que acabar la guerra ya porque lo contrario es perder todos los días algo y arriesgarse a que un burdo acierte aunque sea a lo Torrente. Kissinger plantea que la paz debería apoyarse en la vuelta al status anterior con cesiones territoriales. Los americanos saben mucho de guerras, de cómo empezarlas y algo menos de cómo acabarlas, no es la primera vez que salen por patas, aunque siempre gane su industria armamentística.

 

En todo caso, si triunfan las tesis burdas, que el estado mayor esté presidido por Gila. Mejor morir de risa.

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