TRAS LEER "LA ESCUDILLA"
DE VÍCTOR RAMÍREZ
POR
ISAAC DE VEGA
De nuevo combativo, de
siempre rompedor, Víctor Ramírez continúa en este libro la lucha ya
anteriormente emprendida con su "RESPONDO", recopilación de
artículos en donde se manifiesta el dolor, la protesta, la impotencia ante las
cosas que pasan, esos hechos que diariamente nos hieren por su injusticia y su
repetición.
Ello
hace que determinadas inmoralidades se tornen en hechos buenamente admitidos y
normales, de que las torceduras y desvíos campean triunfantes ante una desidia
general, ante una indiferencia que induce hacia mayores males, que deja la
puerta franca a no se sabe qué distorsiones y legales estafas.
Esta
sección del DIARIO DE LAS PALMAS, llevada valientemente por Víctor Ramírez, es
un atento vigía, una sensible antena que recoge los sucederes precisos de
denunciar y mostrar a las gentes.
Expuestos
con palabra precisa, directa, sin recurrir a encubridoras metáforas.
Afortunadamente, de vez en cuando aparece algún asunto, aparecen algunos hechos
que merecen destacarse por constructivos y buenos.
Pero
desgraciadamente son los menos, raros entre tanta mencionada basura. Mucha
basura. Basura social y política como ya en los comienzos indiqué.
Se ha transformado la
política en un modo de vida, una forma de ganar dinero fácil al tiempo que se
satisfacen vanidades de dominio y de mando. Unas riadas de dinero sacadas del
pueblo que trabaja, y que se reparten casi libremente en cantidades oficialmente elevadas, sin
contar lo que por detrás pueda existir, y que surge a la luz de vez en cuando
en esos escándalos que no parecen acabar.
Esta
gente maneja los millones tal como nosotros, los pobrecitos, manejamos las
monedas de cien. Dinero y riqueza creados por los que diariamente en los
variados tajos se parten el alma, corren de aquí para allá, sudan y en la
estrechez agonizan.
Y
parece ser que el público, toda la gente, se va acostumbrando a esta lamentable
situación. La gente no protesta, no sale a la calle en manifestaciones para
echarlos abajo. Y hasta existen algunos que, al contrario, se encogen de
hombros y te responden que esos hacen bien y que, si estuvieran en el lugar de
ellos, también robarían. ¿Quién es capaz de disolver este triste magma?
Sí -insiste Víctor
Ramírez-: con la inmoralidad de tal manera manifestada es preciso acabar. No
solamente basta con denunciar.
"Millares de canarios -informa en uno de sus artículos- pasan
por la humillación de hacer cola para que se les dé una limosna-vacuna contra
la rebeldía justiciera. Y unos pocos políticos, de aquí y de afuera, van al
hotel de Santa Brígida a comer lujosamente de gorra, pasando las cuantiosas
minutas a cargo del dinero público, del dinero laborado y sufrido por la parte
trabajadora del pueblo".
A
pesar de cobrar escandalosos emolumentos y de disponer de innúmeras prebendas,
no se avergüenzan de embostarse gratis a costa del pobre.
Este espíritu
combativo y justiciero campea a lo largo de todas las páginas y de los variados
temas, no únicamente de los graves sociales antes expuestos. Siempre en lo
alto, como una constante, sus embates nacionalistas, base de su completa obra y
vida.
Y
pasa a comentar de arte, de deportes, de todo lo que al ciudadano de estas
islas debe interesar. Sobre la educación superior se pregunta: ¿cumplen las
universidades canarias los supuestos teóricos para que fueron creadas? ¿Están
constituidas en gran parte por una caterva de diplomados y doctorados
analfabetos? Tema delicado que puede llevar a la injusticia y a la excesiva
generalización.
Un buen libro, un
libro informativo de asuntos que nos traen los variados días y que debieran
preocuparnos más ampliamente de lo que en la actualidad nos conmueven.
Es
preciso integrar a todos en una masa consciente, con poder de coacción, que
ponga fin a tantos hechos vergonzosos. Es preciso que el pueblo, la amplia masa
oprimida, reaccione ante la injusticia que pesa sobre nosotros, y no solamente
en este tiempo sino desde hace siglos.
Santa Cruz de
Tenerife, 1994
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