SNOWDEN SABE BIEN POR QUÉ NADIE
QUIERE SER DENUNCIANTE
AMY
GOODMAN. DENIS MOYNIHAN
El miércoles, en
una conferencia de prensa, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
declaró: “Tengo mucho respeto por los denunciantes…pero solo cuando son
reales”. No queda claro qué quiso decir con “reales” el primer presidente de
Estados Unidos que proviene del mundo de la telerrealidad. Lo que está claro es
que la investigación para avanzar con el juicio político en su contra anunciada
la semana pasada por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy
Pelosi, le ha provocado una gran irritación a Trump. La investigación se basa
en gran medida en la acusación de un solo denunciante. Este reveló, a través de
vías legales, detalles de las acciones de Trump para presionar al nuevo
presidente electo de Ucrania, Volodymyr Zelensky, a que investigara a uno de
los candidatos presidenciales rivales que tendrá Trump en 2020, el ex vicepresidente
Joe Biden, y a su hijo, Hunter Biden. Que la acción de un solo denunciante
pueda desencadenar la posible destitución de Trump nos recuerda lo importantes
que son los denunciantes para el funcionamiento de la democracia. También nos
lleva a reconocer que, a lo largo de los años, varios de ellos han sido
denigrados, perseguidos y enjuiciados por sus valientes actos.
Preet Bharara, ex
fiscal del Distrito Sur de Nueva York, preguntó en un tuit: “¿Cómo es que ha
habido solo un denunciante?”. Edward Snowden, uno de los denunciantes más
famosos del mundo, respondió “Vaya, por qué será”. Snowden vive en el exilio en
Moscú, Rusia desde 2013, tras haberle entregado a la prensa millones de páginas
de documentos que había sacado de la Agencia de Seguridad Nacional
estadounidense, donde había trabajado en los programas de vigilancia más
custodiados de la nación.
La sarcástica
réplica de Snowden a Bharara se basa en sus propias vivencias, que han sido
bastante duras. Snowden fue testigo de lo que él pensaba que era una amplia red
de actividades de vigilancia ilegal e inconstitucional que se realizaban en la
Agencia de Seguridad Nacional. Dejó su hogar en Hawái con un conjunto de
expedientes electrónicos ultra secretos y voló a Hong Kong, donde se reunió con
los periodistas Glenn Greenwald, Laura Poitras y Ewen MacAskill. Durante varios
días, en una habitación de hotel, Snowden mostró al trío de periodistas un
sinfín de programas de espionaje que consideraba ilegales, incluida la
recolección de todos los registros de llamadas de teléfonos celulares en
Estados Unidos, la posible recopilación de la actividad de navegación en
Internet de todo el planeta y el espionaje sobre las llamadas telefónicas de
los líderes mundiales, solo para empezar.
Días después del
lanzamiento de “Vigilancia permanente”, su autobiografía, Snowden expresó en
una entrevista para “Democracy Now!”: “La pregunta que tenemos que hacernos es
‘¿por qué?’. ¿No necesitamos, como población, entender lo que está haciendo el
gobierno… a puertas cerradas?”. La autobiografía de Snowden detalla su
trayectoria como un joven experto en informática que se vio inspirado a unirse
al ejército por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y más
adelante, tras un accidente, pasó a trabajar en el servicio de inteligencia.
Snowden se alarmaba
cada vez más por el amplio estado de vigilancia que estaba ayudando a
construir, pero sabía que no terminaría bien si seguía los canales formales
para plantear sus inquietudes. En la entrevista mantenida desde Moscú con
Democracy Now! contó: “Los denunciantes de la Agencia de Seguridad Nacional que
pasaron por ese proceso terminaron con sus vidas destruidas. Perdieron sus
carreras, perdieron sus hogares, en algunos casos perdieron a sus familias,
debido al estrés, las represalias y las consecuencias que enfrentan”.
La lista de
denunciantes que han sufrido consecuencias por su acto de denuncia se hace cada
vez más larga. Podemos nombrar, entre otros, a los denunciantes de la Agencia
de Seguridad Nacional Thomas Drake, Bill Binney y a la contratista Reality
Winner, a Jeffrey Sterling de la CIA y a la denunciante del ejército de los
Estados Unidos, Chelsea Manning. Algunos utilizaron las vías oficiales; otros
fueron directamente a la prensa. Sus revelaciones fueron un servicio a la
población y, a cambio, recibieron represalias por parte de los suspicaces
fiscales del gobierno.
Desde su exilio en
Moscú, Snowden declaró: “Algunos de ellos perdieron su libertad. Chelsea
Manning está encarcelada ahora mismo. Hemos vivido mucho maltrato hacia los
denunciantes”.
Los abogados del
denunciante actual, que desencadenó la investigación para el juicio político a
Trump, han escrito que su cliente actualmente se encuentra bajo protección
federal y que temen por su seguridad personal. Edward Snowden entiende la
preocupación de este denunciante: “El gobierno me convirtió en el enemigo
público número uno. Era el hombre más buscado del mundo”.
Finalmente, Ed
Snowden optó por acudir directamente a la prensa en lugar de arriesgarse a
utilizar los canales oficiales, que a menudo resultan fallidos para el
denunciante. Está dispuesto a regresar a Estados Unidos para enfrentar un
juicio, siempre que sea justo y abierto al público, pero no si va a ser juzgado
en secreto, sin tener la posibilidad de presentar las razones que lo llevaron a
hacer su denuncia. Snowden concluyó: “No creo que participar en ese tipo de
sistema promueva los intereses de la justicia; más bien, creo que perpetúa un
sistema de injusticia”.
(Traducción al
español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy
Now! en español, spanish@democracynow.org)
- Amy Goodman es la
conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite
diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de
450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema:
Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le
Monde Diplomatique Cono Sur.
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Fuente:
https://www.alainet.org/es/articulo/202518
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