sábado, 12 de octubre de 2019

"JOKER": ¡LUZ, CÁMARA, ACCIÓN!


"JOKER": ¡LUZ, CÁMARA, ACCIÓN!
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO. ARGENTINO
“Joker” es una película sobre la indignación y el hartazgo. Una indignación y hartazgo individual y colectivo. Una indignación que en estos tiempos es la base de las protestas más justas, pero también de las más radicales y violentas.
"Joker" transita peligrosamente la línea en que hay que explicar al “monstruo” creado por la sociedad y romantizarlo, fetichizarlo e incluso celebrarlo. La idea de un “villano” que solo mata a quienes lo merecen es un tanto riesgosa, solo por asimilarse en un milenio de villanos políticos, policías, ministros de Seguridad y presidentes que matan a quienes están estigmatizados por disentir con el pensamiento único... Me refiero a los intelectuales revolucionarios, a los pobres, los indigentes, los hambreados y sobre todo, a los desesperados, todos los que no tienen un espacio alguno donde retirarse.


"Joker" toma a un personaje icónico del género comercial hollywoodense pochoclero y lo convierte en un símbolo del cine para cinéfilos y adultos. "Joker" no aspira a gustar a todos, sino que pretende desde el relato de la historia de un desclasado, ignorado, discriminado, construir una historia de liberación, envuelta en sangre, invitando a la reflexión.

De todos modos, no ignoramos que todo es válido en este tercer milenio, incluso la muerte en vida. Si logra el cometido este film, a pesar de su intransigencia, violencia y complejidad, puede producirse una revolución en Hollywood, en cuanto a seguir produciendo cine para quienes no se engañan respecto al acontecer de la vida en una democracia travestida.

El tiempo se acaba, se termina y ¿qué hacen? Esperan el ¿debate presidencial?, todo articulado para que se expresen de manera previsible los que conducen nuestra comunidad al caos, previo paso por la degradación y la humillación. "Joker" podría tener un rol preponderante en este stand up, donde está en juego todo, menos la libertad y la verdad.

La consigna sería desafiar a las corporaciones criminales excluyentes, los gobiernos y sus policías, que rifan la vida de las nuevas generaciones que han quedado al margen de la historia. Este impecable razonamiento es lo que debería discutirse ya, incluido el marco en que "Joker" nos puede entregar, con histrionismo y sin dar por sentado ningún paradigma, hasta agotar al que nos reprime, presiona y nos obliga a soportar lo insoportable.

“Joker” se preguntaría desde su espacio poblado de risas y lágrimas: ¿cómo permanecer indiferentes, cuando Argentina se derrumba bajo el desempleo, el crimen y la ruina financiera, dejando segmentos de la población privados de sus derechos, empobrecidos y hambreados?

Sin dudas, el modo en que "Joker" lleva a cabo su resistencia, sin medir consecuencias, se opone a la idea de que existen alternativas de conciencia, luchas y confrontaciones de profundidad que calan hondo en el tejido social de la humanidad. Genocidios a repetición, tan naturalizados por espectadores histéricos que lanzan su pequeño alarido en la "caja negra" del cine donde asisten a la proyección del film "Joker", considerándolo desde anarquista hasta neo-terrorista, tal vez es cierto, sin dudas... pero cuántos "Jokers inversos" ocupan puestos de poder en el mundo, a cara descubierta, que no precisan pintársela, porque son payasos “per se”.

Vivimos acaso el fin de la política. Porque si bien es verdad que la política es un campo abierto por la existencia de la revolución, y si la pregunta en torno a la revolución no puede ya plantearse en semejantes términos, entonces la política corre el riesgo de desaparecer, y pareciera que esto se ha cristalizado, para alegría de los incompetentes y trepadores mercaderes del poder financiero, en una democracia procedimental. “Joker”, aún siendo un asesino casual, ve todo decrépito y apuesta al espanto, ya instalado de modo subyacente, señalando de manera inconsciente las inercias y sujeciones al poder caníbal…Tiempos violentos se avecinan en Argentina, para que nada modifique su destino deprimente.

El fardo de los mercados ha logrado cubrirlo todo, como una segunda piel reptiliana; no se toma la decisión de llevar a cabo una épica contra la "aporofobia", devenida del rechazo y criminalización de la pobreza y de quienes la sufren. Precisamos un "Joker" que venga en ayuda de los desprotegidos. No esperemos nada de la política ni de los políticos, pues son una ficción, como ha quedado demostrado en estos últimos años y es inevitable que lo sea. En Argentina, mi país sobrevuela una tragedia, que no llega a concretarse.

“Peligrosos” los espectadores de la vida y sus familias, por la ausencia de compromiso con el devenir de la comunidad. La "otredad" le dicen, una insana costumbre la de los acomodados y acomodaticios paleo y neo burgueses, expulsando todo ideal de cohesión social, abogando por una comunidad excluyente y esclavizadora, a los que menos tienen, "los réprobos malditos indigentes", como hoy sin cortapisas los denominan los mercenarios de medios, funcionarios de gobierno y farándula elevada a símbolo de la caída...

"Joker" se haría un festín con estos advenedizos instalados por el poder para cumplir función de darle sentido simulado a la vacuidad y la frivolidad escort, cuyo único talento consiste en mantener en forma su cuerpo para los gusanos. "Joker" no deja de observar y actuar en consecuencia ante tamaña falacia, no olvidemos que una serie de trágicos sucesos hicieron que su visión de la vida se distorsione.

Dependiendo de quién lo vea, “Joker” puede ser un arma apuntando a tu cabeza, pero también un despertador de conciencias muy necesario. Arthur Fleck (Joaquin Phoenix, enorme actor) se vuelve un protagonista involuntario de olas de protestas que enfrentan a pobres contra ricos, a ciudadanos contra sus gobernantes, a “hombres devenidos en privilegiados y exitosos” por negociar su alma en pactos fáusticos con el poder corporacionista. O quizás terminemos transitando por funerales de la Naturaleza toda y sus especies... y asistiremos a nuestro propio fin, reflejados en un espejo que ya no proyectará nuestra imagen.

Y no es por él que se levantan en masa, sino por una cara de payaso. Un payaso anónimo que podría ser uno o ser todos. “Joker” emerge como un líder, pero también como un hombre libre que baila y ríe sin que le importe nada el acontecer de un sistema en plena caída, un hombre con un caos interno que se propaga y se contagia.

Cada uno sabrá cuan cerca se encuentra del personaje y su circunstancia... Nada puede impedirnos sentir empatía por este "Joker", sobre todo, quienes no ignoramos que todo es una estafa, un fraude.

La gente sufre y muere en el mundo en este momento. Especies enteras desaparecen. No duden, lo peor no ha llegado. El tiempo de actuar es hoy... le está ocurriendo a otros, pero pronto será usted y los que dice amar. No cuente con gobiernos disfuncionales, ni con ambientalistas, para hacerlo por usted... nada va a cambiar excepto usted.

"Joker" parece decirnos, como lo ha hecho Robert De Niro (en un rol fantástico en este film) en aquella icónica película de Martin Scorsese, "Taxi Driver", de los `70: "Mire en su universo interno y resista, rebélese, desobedezca al poder de las bestias genocidas".

Permanecemos en una Argentina excluyente, burguesa, neofascista, mendaz, xenófoba, discriminatoria, en maneras y modos, temerosa y traidora a los fines primeros y últimos que deben primar en esta tierra de "buenos muchachos", los "piolas" de mesas de dinero, vaya a saber "platita" proveniente de qué "chanchullo" infecto han sumado... realmente dan asco. Y pueden decir hoy, si pensamos de un modo similar y repelemos este presente plagado de mendacidades, "¿soy Joker?", "¿somos Joker?"... ¡Luz, cámara, acción!

(*) Filósofo.

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