ALTSASU SIGNIFICA DIGNIDAD
POR
GERMAN GORRAIZ LÓPEZ
«La libertad es un
bien común y cuando no participen todos de ella, no serán libres los que se
crean tales» (Unamuno).
El mes de agosto, 3
chavales de Altsasu cumplieron 1.000 días de prisión incondicional sin
sentencia firme y con total ausencia de seguridad jurídica al ser rechazados
parte de los argumentos de sus abogados defensores por la Fiscalía del Estado
cuya primera misión es «velar por la seguridad jurídica de los ciudadanos de
España», lo que confirmaría el aforismo de Blaise Pascal: «La fuerza sin
justicia es tiranía».
El atestado
policial de la noche de autos fue redactado por la Guardia Civil y comunicado
simultáneamente a todos los medios de comunicación del status quo del Estado
español y amparado por la «espiral del silencio» de los medios de comunicación
de masas, consiguió fijar en el subconsciente colectivo la idea de que «el caso
Altsasu es terrorismo«. mediante una deliberada y sofocante acumulación de
mensajes de un solo signo (los chavales de Altsasu son cachorros de ETA). Por
su parte, el Tribunal Supremo decidió que el llamado Caso Alsasua «tendría
encaje en el artículo 573.1 del Código Penal» y en consecuencia, fuera juzgado
por la Audiencia Nacional como «hechos constitutivos de un delito de
terrorismo» a petición del Fiscal de la Audiencia Nacional.
¿Está la Justicia
española controlada por el «clan de los políticos»?
El establishment
del Estado español estaría formado por las élites
financiera-empresarial,política, judicial, militar, jerarquía
católica,universitaria y mass media del Estado español,herederos naturales del
legado del General Franco que habrían fagocitado todas las esferas de decisión
(según se desprende de la lectura del libro «Oligarquía financiera y poder
político en España» escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet). Dichos
lobbys de presión estarían interconectadas mediante «una alianza inquieta
basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a
ultranza del Régimen del 78 y de la «unidad indisoluble de España», aunque tan
sólo serian satélites orbitando en la esfera de gravedad del Opus Dei, élite
Alfa que habría fagocitado todas las sub-élites del establishment y habría
convertido al Estado español en una distopía de naturaleza real (no ficticia).
Asimismo se habría
producido una deriva totalitaria que habría ya convertido a la seudodemocracia
española en rehén del establishment y que tendría como objetivo último la
implementación del «Estado Tardofranquista», anacronismo político que bebería
de las fuentes del centralismo bonapartista y del paternalismo de las
dictaduras blandas y que alcanzó el paroxismo con la implementación de un Golpe
blando en Cataluña tras la suspensión de facto de la Autonomía catalana
mediante la aplicación del 155 y la entrada en prisión de Oriol Junqueras, los
Jordis y demás ex-consellers. Dicha cruzada tardofranquista tendría al Tribunal
Supremo como dique de contención de los recursos populares contra la parasitaria
y corrupta clase política establecida en cualquier segmento de poder mediante
el status de aforado y a la Sala de lo Penal de la Audiencia nacional como
brazo ejecutor. Ambos tribunales estarían controlados por los jueces
integrantes del llamado «clan de los políticos» en palabras del ex-Presidente
de Sala del TS, Ramón Trillo, descollando la Presidenta de la Sala de lo Penal
de la Audiencia Nacional, Concepción Espejel, condecorada en su día por la
Presidenta del PP de Castilla la Mancha, María Dolores de Cospedal y recusada
sin éxito por las defensas de los chavales de Altsasu.
La Audiencia
Nacional y los chavales de Altsasu
Dicha Sala de lo
Penal de la Audiencia Nacional condenó en su día a los jóvenes de Altsasu a
penas que oscilaban entre los 2 y los 13 años por un delito de odio y lesiones
tras un altercado con dos miembros de la Guardia Civil y sus parejas que derivó
en un parte médico de «lesiones menores» y que en su día fue calificado por el
Coronel Jefe de la Guardia Civil de Navarra como «delitos de odio«, por lo que
la sentencia de la Audiencia Nacional sería según fuentes judiciales «un
auténtico dislate jurídico»,lo que provocó una inmediata reacción de repulsa
popular e institucional.
Descartado
finalmente el «delito de terrorismo» solicitado en primera instancia por el
Fiscal José Perals, la Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional resuelve
mantener la condena fijada por la Sección Primera de dicho Tribunal a los 7
jóvenes de Alsasua ( penas que oscilaban de los 2 a los 13 años de prisión)
tras serles aplicado el agravante de «discriminación ideológica», lo que según
fuentes jurídicas «podría indicar el camino a seguir en casos de ataques a
juristas o políticos en Cataluña».
La sentencia final
del Supremo contra los chavales de Altsasu sería la radiografía de la
«perfección negativa» del Estado Español, término empleado por el novelista
Martín Amis para designar «la obscena justificación del uso de la crueldad
extrema, masiva y premeditada por un supuesto Estado ideal».Así, el Tribunal
Supremo tras descartar la discriminación ideológica y obviar el principio «In
dubio pro reo» , rebajó las condenas a penas que oscilan entre 1 y 9 años, lo
que en la práctica significa la instauración legal de la llamada Doctrina Azar,
consistente en «criminalizar a grupos y entidades díscolos y refractarios al
mensaje del establishment dominante del Estado español».
En consecuencia, el
caso Altsasu seguirá su recorrido mediante el recurso al Tribunal
Constitucional y terminará indefectiblemente en el Tribunal Europeo de
Estrasburgo quien volverá a dar un tirón de orejas a la Justicia española pero
que no impedirá que para entonces los chavales de Altsasu se hayan dejado en
prisión sueños y jirones de libertad, pues según Oscar Wilde «para el que está
en la cárcel, las lágrimas son parte de la experiencia de cada día. Un día en
la cárcel en el que no se llore es un día en que el corazón está duro, no un
día en que el corazón esté alegre».
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